Disidentes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y personalidades de la MUD, la mayor alianza de partidos opositores, llaman a crear un frente amplio para rescatar el Estado de derecho en el país.
Algo inusual y potencialmente trascendente ocurrió en Venezuela este domingo (6.8.2017), pero quedó eclipsado por una sublevación militar de la que aún no se sabe si fue genuina o simulada. Mientras una veintena de hombres tomaba por asalto el Fuerte Paramacay en la ciudad de Valencia, el cuartel con mayor poder de fuego en el país, personalidades de la mayor alianza de partidos opositores –la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)– y disidentes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se reunieron en Caracas para proponer la creación de un frente amplio con miras a rescatar el Estado de derecho.
El foro abierto al público titulado Encuentro en defensa de la Constitución fue protagonizado por los chavistas Luisa Ortega Díaz, fiscal general de Venezuela; su esposo, el diputado Germán Ferrer; Eustaquio Contreras, legislador del recién creado Bloque Parlamentario Socialista de la Asamblea Nacional; Gabriela Ramírez, otrora Defensora del Pueblo; Miguel Rodríguez Torres, controvertido exministro del Interior; y Nicmer Evans, vocero del Movimiento Democracia e Inclusión (MDI). Presente estuvo también Luis Lander, representante de la organización no gubernamental independiente Observatorio Electoral Venezolano.
En nombre de la MUD asistieron Julio Borges y Freddy Guevara, presidente y vicepresidente del Parlamento venezolano, respectivamente; Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado Miranda; y Ángel Oropeza, coordinador de apoyo político de la alianza opositora. Desde el Aula Magna de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la instancia que organizó el evento, todos ellos llamaron a la unidad nacional para detener el desmontaje de la institucionalidad democrática atribuida al “hombre fuerte” de Venezuela, Nicolás Maduro, y a la Asamblea Nacional Constituyente elegida el 30 de julio en circunstancias reñidas con la Carta Magna.
A pesar de las brechas. ¿Qué tan significativa es esta convocatoria y por qué se hizo ahora y no a principios de abril, por ejemplo, poco después de que Maduro le ordenara al Tribunal Supremo de Justicia despojar al Parlamento de sus facultades e incurriera en un golpe de Estado flagrante? “Yo creo que el encuentro de este 6 de agosto es el suceso más importante de las últimas semanas en Venezuela. ¡Y mire que en ese país pasa mucho todos los días! Ese proyecto de unidad nacional será más que la simple suma de sus partes porque puede tener mayor alcance internacional que la MUD por sí sola”, dice Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg.
“Nadie podrá desestimar los pronunciamientos de un bloque democrático venezolano alegando que son gimoteos de una derecha antichavista”, sostiene Mires, aludiendo a la izquierda en el Parlamento Europeo y a los Gobiernos que basan su política exterior de cara a Venezuela sobre el argumento de que la oligarquía quiere derrocar a Maduro. “Ahí está el caso de Uruguay, que por fin cedió y aceptó la suspensión de Venezuela en el Mercosur al darse cuenta de que el régimen de Maduro no tiene nada de izquierda”, acota el experto de Oldenburg. A sus ojos, es cosa de semanas para que el frente unido en cuestión se formalice.
“El primer paso hacia la fundación de este frente se está dando en el momento preciso”, asegura Mires, aunque coincide con Héctor Briceño, profesor del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), adscrito a la Universidad Central de Venezuela, en que tardó mucho en consumarse. “Faltaba disposición de las partes a acercarse la una a la otra. Imagino que Voluntad Popular fue una de las últimas formaciones en aceptar la invitación”, especula Mires. Briceño lo secunda. “Yo atribuyo la lentitud de ese proceso a lo que ambos siguen describiendo como una brecha ideológica insalvable”, señala el catedrático del CENDES.
Los chavismos. “La desconfianza mutua aún no se ha disipado. Recordemos que la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, abrió la investigación que derivó en la detención, el enjuiciamiento y la condena del dirigente opositor Leopoldo López, por mencionar una de las cosas que la MUD le reprocha. Pero es tanto lo que depende de esta aproximación entre chavismo y antichavismo que el evento del domingo (6.8.2017) terminó reuniendo sobre una tarima a Ortega Díaz y a Freddy Guevara, quien no sólo es primer vicepresidente del Parlamento venezolano, sino también coordinador nacional de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López”, sigue Briceño.
“En ese contexto, sus rencillas personales –que no son una nimiedad– pasaron a un segundo plano. Y ese es un buen augurio. Los unos y los otros han tomado conciencia de que lo que está en peligro no es sólo la democracia, sino la existencia de la república misma”, subraya el investigador, doctorando en Ciencias Políticas en la Universidad de Rostock. Estos esfuerzos por frenar el avance y el arraigo de la Asamblea Nacional Constituyente, promovida por Maduro, tienen varios enemigos: la élite chavista en el poder y los antichavistas radicales que vieron con malos ojos la “cohabitación” de la MUD con exfuncionarios del PSUV el domingo.
Eso podría ser un obstáculo porque, como apunta Mires, el segundo paso del frente unido consiste en incorporar a otros elementos de la sociedad civil, más allá de los partidos: las iglesias, las organizaciones no gubernamentales y los gremios, desde los empresariales y sindicales hasta los artísticos. “Otro aspecto por considerar es que el chavismo constitucional, como yo lo llamo –el que se reunió con la MUD en la UCAB–, es sólo una parte del chavismo disidente, que es un grupo mucho más grande. El oficialismo teme que el uno contagie al otro con sus ideas”, arguye el docente de Oldenburg.
El costo de la convivencia republicana. Consultado sobre el malestar que generó en ciertos círculos de la oposición la presencia de Miguel Rodríguez Torres en el Encuentro en defensa de la Constitución, Briceño niega que haya sido un error invitarlo. Rodríguez Torres dirigió los servicios de inteligencia del chavismo y fue ministro del Interior durante las protestas antigubernamentales de 2014, en el marco de las cuales decenas de personas fueron asesinadas. “Un frente amplio para la defensa del orden constitucional tal como lo conocemos debe ser incluyente. El objetivo de este frente unido debe ser abrirse más, incluso de cara a gente que hoy día está en el Gobierno”, dice.
“Para alcanzar la unidad nacional hay que acoger incluso a funcionarios que pueden ser corresponsables de las violaciones de derechos humanos y los otros delitos cometidos por los jerarcas del régimen. Nunca es tarde para comenzar a defender la democracia y la república; ese es el mensaje que este frente unido debe emitir”, añade Briceño. Si el barco de Maduro hace agua, ¿no abundarán los que abandonen la nave para limpiar sus historiales o atenuar las sanciones de las que puedan ser objeto por sus respectivas infracciones contra los derechos humanos, las leyes internacionales, el Estado de derecho o la Carta Magna?
“Pero es que eso es lo que implica impulsar una transición política, formar un Gobierno de transición y hacer Justicia transicional. Hay figuras controvertidas y caras que buena parte de la opinión pública aborrece, pero cuando la meta es acumular fuerza política para salvaguardar la república y evitar males mayores, esas personas cuentan y valen la pena. La dirigencia de este frente unido debe estar dispuesta a poner en riesgo su popularidad con tal de consolidar esa unidad nacional. Quienes asistieron al evento del 6 de agosto saben que pueden terminar pagando caro el hecho de reunirse con alguien tan polémico como Rodríguez Torres”, insiste Briceño.
Por último, el investigador del CENDES concluye: “Yo sé que este planteamiento suena odioso, habiendo decenas de muertos con centenares de dolientes aspirando a que se haga Justicia como se hace en países donde la vida transcurre con normalidad; pero la lección que nos dejan los Estados que han pasado por conflictos internos tan graves como el venezolano es que no pueden ser los radicales ni quienes tengan el verbo más afilado quienes lideren un proceso de transición; eso debe quedar en manos de aquellos con mayor disposición a hacer concesiones y ceder espacios con miras a propiciar el consenso”.