La exprimera dama de centroizquierda Sandra Torres busca la presidencia por tercera vez consecutiva y es la favorita con un 20% de las preferencias.
Ciudad de Guatemala.- Los guatemaltecos elegían este domingo desde presidente hasta alcaldes, después de una campaña en la que muchos fueron vetados por corrupción o vínculos a la delincuencia, dejando al desnudo el grado de infiltración del crimen organizado en la política.
La exprimera dama de centroizquierda Sandra Torres busca la presidencia por tercera vez consecutiva y es la favorita con un 20% de las preferencias, seguida de Alejandro Giammattei, un cirujano conservador que se postula por cuarta vez, con el 14%.
En tercer lugar está Roberto Arzú, sin mucha experiencia política pero proveniente de una familia con historia en la clase dirigente guatemalteca, que llega con alrededor del 8% de la intención del voto.
Con una quincena más de candidatos presidenciales, el voto de 8 millones de guatemaltecos probablemente estará tan atomizado que nadie logrará los sufragios suficientes para evitar una segunda vuelta en agosto.
Para combatir la pobreza y corrupción Torres propone reactivar programas sociales que implementó cuando fue primera dama y una política de cero tolerancia. En tanto, Giammattei ha ofrecido seguros de salud para menores y trabajos de medio tiempo para aumentar los puestos, y mayor fiscalización en las compras del Estado.
El panorama hubiera sido diferente si las dos candidatas con mayor intención de voto para la presidencia -que dejará vacante Jimmy Morales en enero del 2020- no hubieran sido impedidas de postularse por el Tribunal Supremo Electoral: la exfiscal Thelma Aldana y Zury Ríos, la hija del exdictador Efraín Ríos Montt.
Sobre Aldana pesa una orden de detención por peculado y defraudación tributaria. En el caso de Ríos, la Corte de Constitucionalidad resolvió que no podía participar en el proceso porque la ley prohíbe hacerlo a familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad de líderes de un golpe de Estado.
El nuevo escenario podría darle más chances a aspirantes minoritarios como la candidata indígena Thelma Cabrera y el veterano político y diplomático Edmond Mulet.
"Aunque es seguro que Sandra Torres estará en segunda vuelta (...) pareciera que la diferencia de votos entre ellos va a ser muy baja y eso hace que no sepamos con certeza quiénes van a pasar en segunda vuelta", dijo Hugo Novales, analista político guatemalteco.
Pero lo que más preocupa del proceso electoral es que los cárteles de la droga y el crimen organizado extiendan sus tentáculos por las alcaldías y los municipios donde operan e incluso por el Congreso de Guatemala, un punto de tránsito para parte de la cocaína que va de Colombia a Estados Unidos.
"Los políticos son todos comprados por el narco y por la corrupción, eso va a segur así", dijo Denis Recinos, empleado de un restaurante en la capital guatemalteca, de 28 años, quien confesó que no votaría.
Durante esta campaña, el candidato presidencial Mario Estrada y el postulante a diputado Julio José Rosales han sido detenidos acusados de vínculos con el cártel de Sinaloa. La lista incluye también a exconvictos y con familiares cercanos encarcelados o que han pagado condenas por narcotráfico.
"Lo que necesitamos es más seguridad para combatir tanta delincuencia y tanta muerte y que ayuden a la gente pobre con más trabajo", dijo Carolina López, un ama de casa de 38 años, en Ciudad de Guatemala.
En la nación centroamericana el 70% de la población vive en la pobreza, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas.