Pérez Molina renunció y fue enviado a prisión provisional mientras un juez decidirá el martes si lo imputa por un caso de defraudación aduanera que generó históricas manifestaciones de protesta contra la corrupción.
Ciudad de Guatemala. Los guatemaltecos votaban el domingo para elegir un nuevo presidente, en unos comicios sin claro favorito e inmersos en la peor crisis política en tres décadas por una oleada de escándalos de corrupción que acabó tumbando al mandatario Otto Pérez Molina hace unos días.
Pérez Molina renunció y fue enviado a prisión provisional mientras un juez decidirá el martes si lo imputa por un caso de defraudación aduanera que generó históricas manifestaciones de protesta contra la corrupción.
El ambiente era de normalidad, aunque se registraron algunos incidentes en la madrugada, como propaganda ilegal llamando a boicotear los comicios y algunos bloqueos de carreteras en el interior del país, donde grupos ciudadanos denunciaron el traslado ilegal de votantes, según las autoridades.
"La ministra de Gobernación tiene instrucciones precisas de no usar la fuerza. Que agoten todo un sistema pacífico de diálogo y solamente cuando algunos grupos pudieran acudir a la fuerza hay que controlarlos", dijo el presidente Alejandro Maldonado tras depositar su voto en el centro de la capital.
"El guatemalteco es un pueblo con dignidad y la hace valer. Como dijo alguien una vez: los pueblos perdonan a quienes los oprimen, pero no perdonan a quienes los engañan", añadió.
Los centros de votación, a los que están convocados 7,5 millones de electores para renovar además al Congreso y elegir alcaldes, abrieron a las 07.00 hora local y cerrarán a las 18.00 hora local.
Decepcionados con los políticos, muchos guatemaltecos pidieron que se suspendieran las elecciones por considerar que no existen las condiciones necesarias, pese a los llamados de las autoridades a cumplir con el ejercicio de la democracia.
"Voté en blanco como protesta porque los candidatos son todos malos, son todos iguales a estos que nos robaron", dijo Josefa Hernández, contable de 34 años, tras votar en un barrio obrero de Ciudad de Guatemala. "Si nadie les votara a lo mejor aprendían que ya estamos hartos", agregó.
La frustración ciudadana catapultó en las encuestas a Jimmy Morales, un humorista prácticamente desconocido que ha desafiado el escenario de principios de año, cuando el empresario conservador Manuel Baldizón y la ex primera dama Sandra Torres eran los favoritos para disputarse la presidencia.
Si como apuntan los sondeos ningún candidato obtiene más del 50 por ciento, los dos más votados pasarán a un balotaje el 25 de octubre. Pero el alto número de indecisos y posibles abstenciones hacen difícil pronosticar un resultado, advierten analistas.
Morales, actor de 46 años, ha hecho del lema "ni corrupto, ni ladrón" su principal oferta electoral para ganar la presidencia de la mayor economía de Centroamérica, con un programa muy difuso centrado en reformar las instituciones.
En contraste, el diputado de centro derecha Baldizón asegura que tiene un plan elaborado por más de 400 técnicos para combatir la evasión fiscal, promover austeridad en el gasto público y modernizar el Estado.
Aunque comenzó la campaña como claro favorito, su respaldo ha ido bajando después de que la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) acusaran de tráfico de influencias a su compañero para vicepresidente, Edgar Barquín, quien todavía no ha sido imputado oficialmente.
La izquierdista Torres, ex esposa del ex presidente Álvaro Colom, sigue de cerca a Morales y Baldizón en los sondeos con su promesa de impulsar el gasto social para luchar contra la pobreza que afecta a más de la mitad del país cuando han pasado 20 años del fin de la guerra civil (1960-1996).
Mientras, Mario García, candidato del oficialista Partido Patriota, quedó hundido en las encuestas castigado por las investigaciones que llevaron al arresto y dimisión de varios altos funcionarios, incluyendo la ex vicepresidenta Roxana Baldetti y al jefe del Banco Central.