El ELN se financia en gran parte con los rescates que pide por las personas que secuestra, pero también con las extorsiones y el cobro de lo que considera "un impuesto" a los traficantes de cocaína y a otras actividades como la minería, la ganadería y la explotación de madera en las zonas en donde tiene presencia.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), la mayor guerrilla activa de Colombia, difícilmente suspenderá sus secuestros porque es una de sus principales fuentes de financiamiento, un tema que se ha convertido en un obstáculo para avanzar en la negociación de paz con el Gobierno, dijo un comandante rebelde.
El ELN se financia en gran parte con los rescates que pide por las personas que secuestra, pero también con las extorsiones y el cobro de lo que considera "un impuesto" a los traficantes de cocaína y a otras actividades como la minería, la ganadería y la explotación de madera en las zonas en donde tiene presencia.
"Nosotros podríamos decir 'no volvemos a secuestrar', pero ¿cómo hacemos para financiar nuestro proyecto de lucha, para financiar nuestros planes de trabajo? Nosotros vivimos del impuesto y de las retenciones económicas", dijo en una reciente entrevista con Reuters en medio de la selva el comandante alias Yerson, quien dirige el frente Ernesto Che Guevara del ELN.
"Si no tenemos como presionar para que nos paguen el impuesto, (...) entonces la gente no nos pagaría así como así", explicó con su rostro cubierto con un pasamontañas negro y una gorra con la imagen del Che Guevara.
El grupo guerrillero, que surgió en 1964 inspirado en la revolución cubana de la mano de sacerdotes católicos radicales, ha secuestrado en los últimos años a cientos de colombianos y extranjeros, incluidos empresarios y políticos por los que ha cobrado millonarios rescates.
A diferencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que suspendieron los secuestros antes de la negociación de paz con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, el ELN se resiste a abandonar la práctica aunque debió liberar varias personas antes de empezar las charlas en Quito.
Un acuerdo de paz con el ELN, que cuenta con unos 2.000 combatientes y es considerado una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, le permitiría al país sudamericano una paz más estable y completa, tras el acuerdo que firmó Santos con las FARC en el 2016.
Negociación, no "imposición". El comandante rebelde, sentado en un tronco de un árbol caído en la selva y a la orilla de un caudaloso río en donde son frecuentes los combates con bandas criminales y las Fuerzas Armadas, dijo que el Gobierno busca que suspenda los secuestros como una "imposición", pero que se debe acordar en la mesa un mecanismo para financiar a la guerrilla.
Aunque las partes han intentando pactar un cese bilateral al fuego y de hostilidades, la renuencia del ELN a suspender los secuestros y los ataques contra la infraestructura petrolera, han impedido el acuerdo, según fuentes del Gobierno.
Con un fusil de asalto entre sus manos, Yerson se declaró "poco optimista" y "escéptico" de los diálogos de paz porque considera que no hay voluntad del Gobierno para hacer cambios que permitan acabar con la pobreza y la desigualdad en el país con marcadas diferencias sociales y económicas.
Escoltado por varios rebeldes armados con fusiles automáticos que como él cubrían sus rostros y vestían uniformes camuflados, Yerson, de 35 años y quien dijo que solo estudió hasta tercero de primaria, no quiso responder cuántos combatientes tiene a su mando.
Y aseguró que están listos para la paz o para seguir con una confrontación que ha dejado más de 220.000 muertos y millones de desplazados en 53 años.
"Si nos toca seguir otros 50 años de lucha armada, seguimos. Qué más vamos a hacer, para la paz o para la guerra estamos preparados", dijo.
"Si se da la paz bienvenida sea, pero si no es posible, seguimos en resistencia", concluyó antes de internarse en la espesura de la jungla.