La agencia de Protección Civil de Haití, que coordina la respuesta de emergencia, dijo a última hora del miércoles que el número de muertos por el poderoso sismo de magnitud 7,2 del sábado había aumentado a 2.189 y que el número de heridos ascendía a 12.200.
Funcionarios haitianos contaban lentamente los muertos y desaparecidos en aldeas remotas este jueves, después de que el número de víctimas por el devastador terremoto del fin de semana pasado superó los 2.000 y el primer ministro Ariel Henry advirtió que el país enfrenta tiempos dolorosos.
En la pequeña ciudad de Cavaillon, funcionarios locales se congregaban en torno a pedazos de papel donde registraron el número de casas, escuelas e iglesias dañadas en cada uno de los pueblos circundantes, junto con el número de muertos y desaparecidos.
"Creemos que todavía hay cuerpos en las ruinas, porque podemos olerlos debajo de los escombros", dijo Jean Mary Naissant, uno de los funcionarios de Cavaillon, que se encuentra cerca de la ciudad sureña de Les Cayes, una de las zonas más afectadas por el terremoto.
La agencia de Protección Civil de Haití, que coordina la respuesta de emergencia, dijo a última hora del miércoles que el número de muertos por el poderoso sismo de magnitud 7,2 del sábado había aumentado a 2.189 y que el número de heridos ascendía a 12.200.
Según los recuentos de Cavaillon y los pequeños pueblos que pertenecen a él, hubo 53 muertos y más de 2.700 heridos en la zona. Pero todavía hay 21 desaparecidos seis días después del terremoto, dijeron funcionarios locales.
Los residentes protestaron el lunes para exigir más ayuda para excavar los edificios derrumbados, dijo Naissant, pero la ayuda del gobierno aún no había llegado desde la capital, unos 180 kilómetros al este.
El primer ministro Henry dijo en un mensaje de video a última hora del miércoles que todo el país está devastado física y mentalmente.
"Nuestros corazones se están desgarrando; algunos de nuestros compatriotas todavía están bajo los escombros", dijo, haciendo un llamamiento para que la atribulada nación se una en un momento de crisis. "Los días venideros serán difíciles y, a menudo, dolorosos".