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Iniciativa argentina por soberanía aviva patriotismo en Malvinas
Miércoles, Marzo 21, 2012 - 05:37

En Stanley, la tranquila capital de la isla, flamea el estandarte del Reino Unido, los banderines rojos, blancos y azules se venden rápidamente y la policía pide a los visitantes argentinos -la mayoría de ellos veteranos de la guerra de 1982- que no provoquen a los locales con su propia bandera.

Puerto Stanley, Islas Malvinas. Treinta años después de la Guerra de Malvinas, el sentimiento patriótico sigue más vigente que nunca en las islas, mientras Argentina intensifica una campaña para presionar a Gran Bretaña y persuadirla de que negocie su soberanía.

En Stanley, la tranquila capital de la isla, flamea el estandarte del Reino Unido, los banderines rojos, blancos y azules se venden rápidamente y la policía pide a los visitantes argentinos -la mayoría de ellos veteranos de la guerra de 1982- que no provoquen a los locales con su propia bandera.

Los residentes del remoto territorio controlado por Gran Bretaña dicen que los argentinos tendrían una bienvenida más cálida aquí si su país abandonara el reclamo de soberanía para siempre. Pero pocos esperan que eso suceda pronto.

"Lo mejor que podemos esperar es que se den cuenta de que el curso actual no los está llevando a ningún lado y que tienen que empezar a ser un poco más amables con nosotros", dijo Tim Miller, dueño de un vivero y una tienda que ofrece parafernalia patriótica.

Las duras declaraciones sobre Malvinas de la presidenta argentina Cristina Fernández en las últimas semanas avivaron el sentimiento pro-británico en las disputadas islas, ubicadas a unos 12.700 kilómetros de Londres y a un vuelo de apenas 75 minutos de distancia del sur del país sudamericano.

Banderas de Malvinas -que los británicos llaman Falklands- y carteles con frases como "Británicos hasta la médula" adornan muchas ventanillas de vehículos y casas en Puerto Stanley.

"Muchos isleños comunes que normalmente no hablan sobre la soberanía se han entusiasmado bastante con el tema y viene de ahí", explicó Miller, que perdió la vista de un ojo por el impacto de metralla en un bombardeo británico durante el conflicto de 74 días.

Pequeña Gran Bretaña. Algunos isleños son descendientes de los colonos británicos que llegaron hace ocho o nueve generaciones. Hay una comunidad considerable de inmigrantes de Chile, pero la población sigue teniendo un carácter decididamente británico.

El domingo, después de la misa en la capital anglicana, la parroquia sirve té con torta de frutas en el salón, los autos se conducen del lado izquierdo de la ruta y los bares organizan campeonatos de dardos.

Pero tampoco es una "Pequeña Gran Bretaña" de 3.000 habitantes en el frío sur de Sudamérica.

En las Malvinas no hay desempleo y los delitos son tan inusuales que muchos residentes dejan sus autos abiertos, con la llave en contacto.

El gobierno de las islas tuvo superávit el año pasado y la economía está floreciendo, en gran medida gracias a la venta de licencias de pesca. Ahora recibe un impulso extra por la exploración de petróleo y el incremento de los cruceros a la Antártida.

Aunque los bienes de primera calidad en las góndolas de los supermercados y los cafés con wi-fi reflejan la creciente prosperidad de los habitantes, los recién llegados aún se sorprenden con la escasez y el costo de algunos de los productos que consiguen con facilidad en su casa.

"Cada país es diferente y si bien uno se horroriza por los precios y por no conseguir algunos elementos, tiene muchas cosas a favor", dijo Karen Lee, una contadora de 38 años del sur de Inglaterra que se instaló en las Malvinas hace 13 años.

"Mis hijos tienen mucha libertad y eso compensa la lechuga a 4 libras (6,34 dólares) o la falta de bananas, culpamos a los argentinos por eso", agregó.

Los controles de Argentina al transporte aplicados en el 2010 han interrumpido el suministro de productos importados de Chile, elevando el precio de la fruta fresca y ciertos vegetales.

El gobierno argentino también rechazó acuerdos previos para cooperar en la pesca y la exploración de petróleo, según funcionarios de Malvinas.

Argentina está intentando ganar apoyo internacional en su reclamo por las islas y ha recibido un sólido respaldo de América Latina.

Fernández instó a Gran Bretaña a dialogar, tal como exige Naciones Unidas, pero Londres dice que sólo aceptará conversar sobre la soberanía si los isleños se lo piden, algo que hasta el momento no parecen dispuestos a hacer.

A medida que se acerca el trigésimo aniversario del aterrizaje de los soldados argentinos en las islas el 2 de abril, los isleños insisten en que Argentina debe respetar su derecho a la autodeterminación.

"Realmente espero que (la disputa diplomática) no avance más porque no hay apetito para un aumento de las tensiones aquí y no hay apetito para un aumento de las tensiones en el Reino Unido (...) En cambio, esperamos que Argentina se calme", dijo el gobernador de Malvinas, Nigel Haywood, a la hora del té en la Casa de Gobierno.

"Sería mucho mejor si en el trigésimo aniversario pudiéramos mirar al futuro con optimismo en vez de pensar '¿qué está diciendo Argentina ahora?'", agregó.

Argentina reclama el territorio desde 1833 con el argumento de que lo heredó de España al independizarse y que Gran Bretaña expulsó a la población argentina de las islas.

Aunque casi todos los argentinos coinciden en que la guerra fue un error de la desacreditada junta militar que gobernaba el país en aquel entonces, la mayoría está convencida de que las islas pertenecen a Argentina.

Salir de la oscuridad. Los isleños son los primeros en admitir que la invasión argentina les permitió salir de la oscuridad y la negligencia de Londres, garantizando sus defensas y sus ingresos por la pesca y superando su antigua dependencia de la cría de ovejas.

"No sé dónde estaríamos ahora si la guerra no hubiera ocurrido. Nos ubicó en el mapa", dijo Chris Gilbert, de 34 años, que maneja un negocio de alfombras en Stanley.

"Recuerdo que uno ni siquiera miraba la fecha de vencimiento en las latas, pero ahora la gente es exigente. Esperan mucho más", aseveró.

Los planes de la compañía británica Rockhopper de comenzar a bombear petróleo costa afuera en el 2016 han elevado las expectativas en la disputa por la soberanía y planteado la posibilidad de una ganancia inesperada para la pequeña comunidad.

Los locales están intentando mantener los pies sobre la tierra ante la potencial bonanza, que se ha estimado en hasta US$167.000 millones en impuestos y regalías a través de los años.

El gobierno de Malvinas recibió 42,4 millones de libras (US$67 millones) en ingresos totales en el 2009/10, principalmente por la pesca.

"No creo que todos vivamos en castillos y manejemos Rolls Royce. Sería bueno, pero hay muchas otras cosas para hacer", dijo Roger Edwards, presidente de la asamblea electa de ocho miembros de Malvinas.

"Siempre dijimos que queríamos retribuir a Gran Bretaña por la defensa de las islas. Si pudiéramos devolver algunos de esos costos, sería maravilloso", señaló.

Mente y corazón. En relación a la disputa por la soberanía, la mayoría cree que lo mejor que pueden esperar es un retorno a la política de ganarse la mente y el corazón de los isleños que mantuvo Argentina en la década de 1990, cuando el ministro de Relaciones Exteriores enviaba videos con dibujos animados y tarjetas de Navidad a los niños.

Esas tácticas son recordadas con algún grado de alegría. De hecho, algunos isleños creen que el intento de reconciliación logró acercar las relaciones devastadas por la guerra, en la que murieron más de 900 personas, en su mayoría soldados argentinos.

El vínculo se enfrió cuando Néstor Kirchner, el fallecido esposo de Fernández y su antecesor en la presidencia, asumió en el 2003. Desde entonces empeoró.

"Todo progreso ha sido revertido por este gobierno, está todo perdido", sostuvo Tony Smith, un guía local que acompaña a turistas, veteranos de guerra y periodistas en un recorrido por las islas.

Edwards dijo que espera que algún día sea posible que el gobierno de Malvinas reanude la cooperación con su vecino en temas estratégicos como el suministro de calamares y la exploración de petróleo.

"Aún podríamos volver a hacer muchas cosas con Argentina, pero ellos tienen que reconocer que estamos aquí", argumentó.

"No tiene sentido que Argentina intente ignorarnos, porque estamos aquí, somos personas con derechos y si quieren que las cosas cambien, deberán consultarnos a nosotros", enfatizó.

Autores

Reuters