No ha habido en Colombia otra elección en donde la oposición le quite tanto protagonismo al ganador. Eso tiene que ver con los temores que desata aún el Gobierno del próximo presidente de Colombia, Iván Duque, destacan analistas.
Bogotá. En Colombia triunfó el derechista Iván Duque (52%), pero la oposición del izquierdista Gustavo Petro (42%) ganó un respaldo histórico, lo que evidencia la creciente polarización del país suramericano.
“El fortalecimiento de la oposición, el restablecimiento de la autoridad moral del partido Centro Democrático, el partido del electo presidente de Colombia, Iván Duque, y el papel que cumpla la primera mujer en la vicepresidencia en la historia de Colombia”, son, según dijo a DW Walter Arévalo, profesor de la Universidad del Rosario, en Bogotá, tres puntos muy importantes, tras los resultados de los comicios que este domingo eligieron al nuevo presidente de Colombia.
“La alta votación de Gustavo Petro, ahora líder de la oposición es, en efecto, un hecho histórico en Colombia”, acota, por su parte en entrevista con DW, la politóloga Sabine Kurtenbach, directora encargada del Instituto para Estudios Latinoamericanos (GIGA), con sede en Hamburgo.
Ambos investigadores destacan la importancia del llamado Estatuto de la Oposición, una promesa de la Constitución de 1991 que el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hizo materializar a través del Congreso y en el marco del Acuerdo de Paz. Así, “el candidato perdedor, Gustavo Petro, obtendrá por derecho una curul en el Parlamento, junto a la de Ángela Robledo, su fórmula a la vicepresidencia”, añade la experta.
De esta forma, Petro asumirá el liderazgo de la oposición, no desde afuera, sino desde el seno del Congreso. “Esta será una oposición institucionalizada, respaldada por una votación muy importante (8 millones de votos) que se enfrentará a una mayoría fragmentada que se ajustará cada vez, de acuerdo a las condiciones“, concluye el internacionalista Arévalo, quien actualmente investiga en la Universidad de Copenhague.
Otro de los aspectos destacables tras estas elecciones, según Arévalo, es el hecho de que “el uribismo, esa fuerza entre institucionalidad y caudillismo, sigue eligiendo el Ejecutivo en Colombia, desde hace 16 años”, concluye el analista, quien resalta la paradoja de que justo esa coalición del uribismo, a pesar de las acusaciones de ser “la sumatoria de los corruptos del país”, gane, de nuevo, la presidencia.
Por ello, para poder “gobernar más tranquilamente”, Duque deberá enfrentar un primer reto: “Restaurar su capital moral”, advierte el jurista Arévalo. Kurtenbach está de acuerdo con Arévalo en que “Duque tendrá que demostrar muy rápido si es o no una marioneta del ex presidente Álvaro Uribe”.
¿Constructividad u obstrucción? Ese es una interrogante acuciante, “toda de vez que de la autonomía o no de Duque dependerá la fuerza de la oposición, que decidirá si responderá constructivamente o liderará la obstrucción a su política, con la ayuda de otras fracciones en el Congreso”, apunta Arévalo.
Lo que está en juego es nada menos que el Acuerdo de Paz logrado entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos que acabó, a pesar de sus errores y debilidades, con más de medio siglo de conflicto armado en Colombia.
Un Acuerdo de Paz que “ya ha salvado más de 3.000 vidas”, como señaló Óscar Naranjo, vicepresidente de Colombia, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, según informó el diario El Tiempo.
Pero, a pesar de que Duque dijo en su primer discurso tras la victoria que no iba a “gobernar con odios”, al jurista Arévalo le inquieta que Duque reincida en la idea de la “seguridad”, toda vez que las FARC desaparecieron como guerrilla.
Con la estrategia militar de la llamada “seguridad democrática” se combatió a la guerrilla y se debilitó su poder militar, pero también las Fuerzas Armadas cometieron miles de crímenes de lesa humanidad contra jóvenes civiles, campesinos y desempleados, conocidos como los llamados “falsos positivos“, de los que la Fiscalía colombiana investigaba 3.430 casos ya en 2015.
De antecedentes como este se nutre el miedo al entorno de Duque y su influencia durante su Gobierno hasta 2022.
De que el Acuerdo de Paz no sea destruido, se ocupará la oposición en Colombia, pero también la comunidad internacional mira con preocupación la incertidumbre generada por la vaguedad de Duque y las amenazas de su bloque de “hacer trizas” el Acuerdo de Paz.
Comunidad internacional, garante de paz. “Mantengamos los ojos puestos en Colombia“, dijo, a propósito, el socialdemócrata alemán, Kurt Beck, director de la Fundación Friedrich Ebert, a la agencia de investigaciones Política Internacional y Sociedad (IPG), con sede en Berlín.
Beck teme que el nuevo Gobierno “frene la financiación de la implementación de los programas de paz que hasta 2025 prevé cumplir 500 metas”. Para Kurtenbach y Arévalo “la paz es vital en Colombia, también por su importancia regional“. En eso también concuerdan con Kurt Beck, quien recorrió el país recientemente.
Para Sabine Kurtenbach es, por último, fundamental que el Gobierno de Iván Duque “no toque la Constitución ni dañe el equilibrio de poderes”. Asimismo, se espera que la “equidad de género sea realmente impulsada por la nueva vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez”, como ha pedido la líder de Alianza Verde, Claudia López.
Colombia vivió este año las elecciones más pacíficas y democráticas desde su fundación, en 1810, gracias al Acuerdo de Paz. La democracia colombiana pasó su prueba de fuego gracias a la paz. Santos acabó con la guerra. Ahora será la responsabilidad de Duque mantener la paz, y no debilitarla más, sino fortalecerla.