Una alianza con el excandidato rival Salvador Nasralla le dio un impulso en las encuestas a Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya derrocado en 2009, y se perfila como ganadora de las elecciones de este domingo.
La izquierdista Xiomara Castro tiene posibilidades de ganar las elecciones del domingo para convertirse en la primera mujer presidenta de Honduras y poner fin a años de gobierno conservador empañado por la corrupción y los vínculos con el narcotráfico.
Una alianza con el excandidato rival Salvador Nasralla, un popular presentador de televisión, dio un impulso en las encuestas a Castro, de 62 años.
Castro ha dicho que si vence al candidato del partido gobernante, Nasry Asfura, estudiará la posibilidad de establecer relaciones diplomáticas con China, lo que podría provocar tensiones con Washington.
Pero el presidente estadounidense, Joe Biden, quien considera que la debilidad del estado de derecho en Centroamérica impulsa la cuantiosa migración hacia Estados Unidos, podría aprobar su promesa de solicitar ayuda de la ONU para crear una agencia anticorrupción.
"Vamos a poner fin al sufrimiento del pueblo y vamos a luchar contra la corrupción y el narcotráfico", dijo Castro la semana pasada sobre su intento de hacer historia como primera mujer presidenta en la nación centroamericana, entre las más pobres del continente y una de las principales expulsoras de migrantes que llegan a la frontera con Estados Unidos.
Su marido, el expresidente Manuel Zelaya, fue depuesto en un golpe de Estado en 2009 tras aliarse con el difunto mandatario socialista venezolano Hugo Chávez.
Sus sucesores, el expresidente Porfirio Lobo y el actual gobernante, Juan Orlando Hernández, ambos del Partido Nacional, se han visto envueltos en acusaciones de vínculos con bandas de tráfico de droga. Zelaya también fue acusado de aceptar sobornos de traficantes. Todos ellos han negado haber cometido algún delito.
El mes pasado, Castro se alió con Nasralla, quien quedó en segundo lugar en los comicios del 2017. Tras la alianza, un sondeo de opinión del instituto de estudios democráticos CESPAD, con sede en Tegucigalpa, la mostró con una ventaja de 17 puntos sobre Asfura, del gobernante Partido Nacional.
Sin embargo, no todos los sondeos le otorgan una ventaja tan abrumadora; una encuesta rival realizada el mismo día por una cadena de televisión local mostraba un empate.
La contienda promete ser la última sacudida en la inestable política de Centroamérica, donde los estándares democráticos se han erosionado en los últimos años en Honduras y en sus vecinos El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En toda la región, el aumento de la emigración ha estado vinculado a la corrupción impulsada por las bandas de narcotraficantes transnacionales.
Estados Unidos ha desempeñado durante mucho tiempo un papel decisivo en la política hondureña, con tropas en el país desde la Guerra Fría y apoyando a Hernández incluso después de las denuncias de fraude en su reelección hace cuatro años.
"Instamos al gobierno de Estados Unidos a que no vuelva a cometer este error", escribió Gustavo Irías, director de CESPAD, en un comentario publicado esta semana.
Asfura, alcalde de la capital durante dos mandatos, es popular por sus proyectos de construcción local. No ha lanzado un programa de campaña, a diferencia de Castro.
Sea cual sea el candidato electo, es probable que la administración de Biden se enfrente a un dilema sobre cómo recalibrar las relaciones con Tegucigalpa.
"Creemos que va a ser una carrera bastante ajustada", consideró Tiziano Breda, analista del International Crisis Group para América Central. Señaló que los votantes de la oposición podrían confundirse con el nombre de Nasralla, quien sigue en la papeleta a pesar de la alianza.
"Muy preocupado". Se espera una fuerte presencia de observadores electorales en los comicios del domingo, en las que también están en juego el Congreso hondureño y otras contiendas locales.
Los observadores temen que una carrera reñida aumente el riesgo de irregularidades. El Partido Nacional tiene un historial de uso de recursos estatales para movilizar a los votantes.
El senador estadounidense Tim Kaine, un gran observador de Honduras, expresó su preocupación por las posibilidades de una votación exenta de fraude.
"Me preocupa mucho", dijo en una entrevista telefónica, citando la migración y el narcotráfico entre los problemas alimentados por la corrupción que hacen que el futuro de Honduras sea importante para Estados Unidos.
"Deberíamos prestar más atención", indicó. "Nuestros destinos futuros van a estar claramente vinculados entre sí", añadió.
El miércoles, Kaine y el senador republicano Marco Rubio firmaron una carta dirigida al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en la que advertían de "inestabilidad política y violencia" si los observadores hondureños y extranjeros percibían los resultados de las elecciones como ilegítimos.
Si Castro se impone, una de las principales preocupaciones de Washington será si sigue adelante con su promesa de cambiar el apoyo diplomático que Honduras ha prestado durante décadas a Taiwán por el de China, apuntó a Reuters bajo condición de anonimato un funcionario de alto rango de la administración Biden.
Una delegación estadounidense ha exhortado a los candidatos hondureños a mantener lazos con Taiwán. Un ayudante de Castro dijo el martes que el tema aún no estaba decidido.
El presidente Hernández también ha jugado anteriormente con el cambio de lealtades a China, pero este mes viajó a Taiwán para reafirmar sus vínculos. Aunque un cambio irritaría a Washington, podría diversificar y equilibrar los vínculos de Honduras con las superpotencias, dijo Breda, atrayendo más financiamiento para infraestructura.
Si gana Asfura, de 63 años, la administración Biden es cautelosamente optimista sobre la posibilidad de hacer algunos progresos en la lucha contra la corrupción, pero es consciente de que el soborno está tan arraigado en el Partido Nacional que tardará mucho tiempo en ser eliminado, añadió el funcionario estadounidense.