Hokkaido Electric Power cerró el sábado su planta nuclear, desconectando el último de los 50 reactores japoneses y dejando al país sin energía nuclear por primera vez desde 1970.
La tercera economía más grande del mundo se enfrenta a otro verano boreal de cortes energéticos, luego de haber apagado su última central nuclear en funcionamiento y tras el fracaso del Gobierno en convencer a un público reacio a reanudar la producción en decenas de reactores.
Hokkaido Electric Power cerró el sábado su planta nuclear, desconectando el último de los 50 reactores japoneses y dejando al país sin energía nuclear por primera vez desde 1970.
Durante décadas, la economía japonesa de US$5 billones ha dependido mucho de la energía nuclear, con casi 30% de sus necesidades de electricidad cubiertas por reactores, pero el gran terremoto del año pasado y la crisis nuclear consiguiente provocaron un fuerte sentimiento público contra la energía atómica.
Los ministros del Gabinete no han conseguido convencer al público para que permita el reenganche de las plantas japonesas, cerradas una a una para trabajos de mantenimiento previstos y que no han podido reanudar sus operaciones por preocupaciones sobre la seguridad.
El diario japonés Asahi dijo que el sentimiento público "oscila entre dos fuentes de ansiedad", el miedo por la seguridad de la energía nuclear y las dudas de si Japón puede vivir sin ella.
"El público no debería sólo criticar (al Gobierno), sino tomar su propia decisión sobre política energética, lo que implica carga y responsabilidad, como una cooperación importante en el ahorro de energía", señaló el periódico en un editorial publicado el domingo.
El Gobierno espera encontrar una estimación para mediados de mayo de los cortes de energía previstos este verano boreal y después ofrecerá un plan para conservar energía que podría incluir límites obligatorios sobre el consumo de electricidad, según medios japoneses.
Pero establecer una política energética a largo plazo un calendario claro para la reconexión de las plantas llevará tiempo, dada la fuerte oposición pública y unas divisiones en el Parlamento que han paralizado la toma de decisiones, según analistas.