Mientras Carrie Lam aceptó la votación y comprometió su cooperación con los nuevos concejales, en China han relativizado el triunfo de los partidos prodemocráticos.
Después del aplastante triunfo que consiguieron los partidos prodemocráticos en las elecciones celebradas recientemente en Hong Kong, la líder de la región semiautónoma, Carrie Lam, admitió que los resultados "muestran la decepción de los votantes" con la situación de la ciudad, que ha vivido masivas protestas durante casi seis meses.
En un comunicado, Lam apuntó a que el gobierno respeta el resultado de las elecciones locales y que "escuchará humildemente las opiniones de la gente y reflexionará con seriedad" sobre los problemas de la ciudad. También aseguró que "el Gobierno fortalecerá la cooperación con los concejales para resolver los problemas de los distritos que preocupan a la gente".
Con una participación del 71,2% de los votantes, los partidos alineados con Beijing, a los que Lam está vinculada, solo consiguieron 59 concejales de distrito, frente a los casi 300 que tenían antes, mientras que los contendores prodemócratas se quedaron con 388 concejales de distrito.
La mayoría prodemócrata implica que también controlarán 117 asientos de los 1.200 miembros del comité que escogerá el próximo año al nuevo jefe Ejecutivo de Hong Kong.
China reitera apoyo a Lam. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, insistió en que "cualquier intento por socavar la estabilidad o incluso la prosperidad de Hong Kong acabará en fracaso". Esto luego de conocer los resultados de las elecciones locales en Hong Kong.
Mientras en China, el diario oficial nacionalista Global Times aseguró que la victoria de los prodemócratas "no fue aplastante", ya que en porcentaje de voto la diferencia fue del 57% contra el 41%, o lo que es lo mismo, 1,67 millones contra 1,2 millones de votantes.
Según expertos citados por ese rotativo, la victoria opositora muestra que los ciudadanos están "insatisfechos" con el desempeño del oficialismo en la ciudad, aunque apuntan que se trató de una elecciones "altamente politizadas y sentimentales", achacando el desenlace al rechazo al Gobierno que las protestas han generado en Hong Kong.