Con un estilo austero y cercano a la población, el mandatario de 75 años cuenta con 55% de aprobación, sin embargo analistas advierten que su gran exposición mediática podría causarle problemas.
Montevideo. José Mujica cumplió este martes 100 días en lapresidencia de Uruguay, a la que llevó su estilo de vida sencillo y austero enuna gestión que es aprobada por la mayoría de los ciudadanos del país,seducidos por la personalidad des acartonada del ex guerrillero.
El anciano mandatario continúa viviendo en una humilde fincarural ubicada en un barrio obrero de Montevideo, en la que tiene un terrenodonde cultiva flores junto a su esposa, la senadora Lucía Topolansky.
De hecho, en su currículum vítae publicado por lapresidencia uruguaya figura "chacarero floricultor" como la profesióndel jefe de Estado.
El mandatario, de 75 años, que rara vez viste de maneraformal y nunca usó corbata, declaró la semana pasada que no tiene cuentasbancarias y que su único patrimonio es un automóvil modelo escarabajo del año1987.
Su gestión iniciada el 1 de marzo recibe 55% de aprobación,según un reciente ondeo.
Entre las características de Mujica también se encuentranuna particular verborragia y una gran exposición mediática, que según analistaspodrían causarle problemas.
"Creo que hay presidentes a los que se le sube el cargoa la cabeza, en ese sentido a él eso no le pasó", dijo a Reuters laanalista Teresa Herrera, de la consultora que lleva su nombre.
"Su estilo es una de las razones por las que ganó. Lagente lo siente mucho más cerca a él que a otros políticos", agregóHerrera.
Mujica, quien en la década de 1960 integró el grupoguerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, ganó la presidencia afines del año pasado con 52% de los votos.
El ex guerrillero estuvo encarcelado durante casi 15 años,muchos de esos años en condiciones infrahumanas durante la dictadura militarque gobernó el país entre 1973 y 1985, y tras el regreso de la democracia seintegró a la política hasta convertirse en una de las figuras más populares delpaís.
Hasta hace pocos días, era posible encontrar al mandatarioalmorzando en pequeños restoranes cercanos a la sede del Gobierno junto ahabituales clientes de los denominados "boliches", que lo veían comoun parroquiano más.
La escena no sorprendió demasiado en el tranquilo yconservador país de 3,3 millones de habitantes, donde es frecuente ver aministros y otras autoridades mezclados con ciudadanos comunes esperando en lafila del cine, en un restaurante, librerías o paseando sin personal deseguridad.
"Es algo que pasó en todos los gobiernos. Ha llamadosiempre la atención en el exterior pero es un estilo bien uruguayo y elpresidente (Mujica) lo ratifica", dijo Herrera.
En los últimos días, el mandatario debió modificar su rutinadebido a problemas de salud que le obligaron a implementar una dieta más sana,suspender un viaje oficial y reducir su actividad para incluir algo deejercicio.
Mujica se diferencia de los presidentes anteriores al noprovenir de familias históricamente vinculadas a la política ni tener unaformación universitaria.
Problemas. Otra de sus señas personales es su capacidad para hablar detodos los temas sobre los que es consultado por los medios locales, algo quederiva en una exposición vista como eventualmente negativa por los analistas.
"Su estilo le puede traer problemas en algún momento.Esa necesidad de estar saliendo todo el tiempo (a hablar) ya le está trayendoproblemas", dijo el politólogo Daniel Chasquetti.
Muchas veces Mujica debió retractarse luego de dispararpolémicas ideas que fueron rechazadas incluso en la propia izquierda, comocuando propuso enviar a prisión domiciliaria a ex militares encarcelados porviolar los derechos humanos durante la dictadura.
"Hay una sobreexposición mediática del presidente (...)Un presidente que habla tanto es un presidente que queda sometido al desgasteque implica el decir demasiadas palabras", comentó a la radio local ElEspectador el analista Oscar Bottinelli.
"Uno no puede jugar en todas las canchas, por más quesea presidente. No es bueno que todos los días prendamos la tele y veamos alpresidente hablar. Pierde novedad y frescura", comentó Herrera.