En el "juego del dinero" de cada cuatro años, quienes desempeñan un papel decisivo no son los votantes comunes y corrientes, sino más bien una minoría de "ricos y poderosos" y algunos consorcios.
Washington. Al acercarse el supermartes, los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, tanto demócratas como republicanos, están ocupados atrayendo a los votantes con discursos bien preparados, mientras se sigue intensificando la competencia por los fondos de campaña.
El candidato republicano, Marco Rubio, senador por Florida, recibirá un patrocinio de anuncios por televisión de US$3,5 millones de un grupo externo llamado Conservative Solutions PAC. PAC son las siglas en inglés de comité para la acción política.
Las cifras de gastos de campaña de este año han sido astronómicas, a pesar de que la elección primaria comenzó hace menos de un mes.
La principal candidata demócrata, Hillary Clinton, ya ha recaudado US$130,4 millones y su objetivo era de US$2.500 millones. Otro rival dentro del partido, Bernie Sanders, ha recaudado US$96,3 millones.
Esto sin mencionar al multimillonario Donald Trump quien está consolidando su estatus con principal candidato republicano. Su fortuna personal asciende, según sus propias declaraciones, a más de US$10.000 millones.
Y también está el ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, con una fortuna de US$37.000 millones, quien está analizando unirse a la competencia.
La elección presidencial estadounidense se ha convertido más que nunca en un juego de ricos y la competencia por la recaudación de fondos política ahora forma parte rutinaria de la elección.
En el "juego del dinero" de cada cuatro años, quienes desempeñan un papel decisivo no son los votantes comunes y corrientes, sino más bien una minoría de "ricos y poderosos" y algunos consorcios.
Entre 2010 y 2015, cerca de 60% de los gastos de campaña de los súper PAC provinieron de un grupo sumamente rico de cerca de 200 personas, se indicó en un informe de la Universidad de Nueva York.
Organizaciones como los súper PAC pudieron crecer en parte debido al laxo límite del país a las aportaciones de campaña, sobre todo después del fallo de 2010 de Ciudadanos Unidos de la Suprema Corte que permitió a las compañías y los sindicatos donar cantidades ilimitadas de dinero como aportaciones de campaña.
En un informe de octubre pasado del New York Times se indicó que la mitad de los US$176 millones recaudados por los candidatos presidenciales provinieron de 158 familias estadounidense y dijo que este grado de concentración no se había visto desde los setenta. Estas familias tenían antecedentes en las industrias de finanzas, energía y entretenimiento.
Además, el dinero oscuro proveniente de donadores cuya identidad se mantiene en secreto, también ha complicado un juego ya perturbador de financiamiento de campañas.
Las organizaciones sin fines de lucro en particular no están obligadas a dar a conocer públicamente los detalles de los fondos de campaña, lo que conduce al fenómeno incontrolado del dinero oscuro en las actividades políticas.
El presidente Barack Obama criticó de manera elocuente el dinero oscuro en su mensaje sobre el Estado de la Unión y pidió reducir el papel del dinero y de los "intereses ocultos" en las campañas.
Mientras los ricos y algunos donadores misteriosos ejercen su poder a través de financiar las campañas presidenciales para así influir sobre la elaboración de políticas después de la elección, la gente común y corriente, sobre todo los pobres, tienen más dificultades para tener un impacto sobre las decisiones de gobierno con sus votos individuales.