La situación en Haití es compleja después de que las tropas de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas se retiraran del país en 2017 tras 15 años, afirmando que habían ayudado a restablecer la ley y el orden en el país más pobre del continente americano.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha comenzado este martes su visita a Haití, donde realizará inspecciones para comprobar que se respetan los Derechos Humanos en el país, tras la ola de protestas contra el Gobierno.
"La CIDH comienza hoy su visita 'in loco' en Haití, donde llevará a cabo inspecciones y mantendrá reuniones con la sociedad civil, el Gobierno y organismos internacionales para monitorear la situación de los Derechos Humanos en el país e impulsar aciones de cooperación", ha informado en Twitter el secretario ejecutivo de la CIDH, Paulo Abrao.
La situación en Haití es compleja después de que las tropas de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas se retiraran del país en 2017 tras 15 años, afirmando que habían ayudado a restablecer la ley y el orden en el país más pobre del continente americano.
Sin embargo, eso generó un vacío de seguridad que se ha acrecentado durante el último año debido a que las fuerzas policiales se han centrado su atención en las protestas contra el presidente, Jovenel Moise.
Los haitianos se comenzaron a manifestar en julio de 2018 por el aumento del precio del combustible pero desde entonces las protestas han evolucionado en medio de acusaciones de corrupción contra Moise para pedir su dimisión. Los manifestantes han llegado a paralizar al país con bloqueos de carreteras y cortes de luz, algo de lo que se han beneficiado las pandillas para expandirse.
Los representantes políticos están empleando a las bandas para reprimir o fomentar la disidencia, proporcionándoles armas e impunidad, según señalaron defensores de los Derechos Humanos y haitianos de a pie a Reuters.
La situación se ha agravado también con la recesión económica, una creciente inflación y la falta de inversión en los distritos de bajos ingresos, lo que ha contribuido a aumentar la delincuencia.
Los diplomáticos, además, temen que esta situación se convierta en una amenaza para la estabilidad regional con efectos en la migración y el tráfico de drogas y de armas, que está causando alarma en los círculos internacionales.