La habilidad para destapar escándalos de la revista Veja, que desenterró dos grandes casos de corrupción que dañaron a la candidata de gobierno, es probablemente el principal factor imprevisible que ella tendrá que enfrentar a pocos días de la segunda vuelta.
Río de Janeiro. Se ha convertido en un ritual de sábado por la mañana durante la carrera presidencial de Brasil: políticos y periodistas acuden al quiosco más cercano, ávidos por ver si esa será la edición de la revista Veja que desplome a la candidata oficialista, Dilma Rousseff.
La habilidad para destapar escándalos de la revista más leída de Brasil, que desenterró dos grandes casos de corrupción que dañaron a Rousseff, es probablemente el principal factor imprevisible remanente cuando la candidata está ampliando su ventaja en los sondeos a poco más de una semana para el balotaje.
La implacable persecución de la revista a Rousseff es un indicador de lo que algunos califican como un sesgo en los medios brasileños contra el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y Luiz Inácio Lula da Silva, el primer presidente de Brasil que proviene de la clase trabajadora.
Mientras que el izquierdista Lula cuenta con la aprobación de 80% de los brasileños y es mayormente elogiado en el exterior como el niño lustrabotas que como presidente sacó a millones de la pobreza extrema, sus relaciones con los medios brasileños se han deteriorado.
"Existe una revista cuyo nombre no recuerdo. Destila odio y mentiras", dijo Lula a la concurrencia durante un mitin en septiembre, en uno de muchos ataques de campaña contra algunos medios que acusa de actuar como partidos políticos.
Historia de parcialidad. Pese a que Veja tiene una agenda, sus reportajes han sido certeros y provocaron la renuncia de una ex asesora de Rousseff como jefa de Gabinete de Lula debido a un caso de tráfico de influencias.
Los grandes grupos de medios de comunicación dicen que las críticas de Lula han ido demasiado lejos y citan su derecho constitucional a la libertad de expresión.
Sus temores de que el PT quiere restringir la libertad de prensa fueron alimentados a comienzos de la campaña, cuando un manifiesto del partido -que fue retirado rápidamente- delineó propuestas para un mayor control estatal de los medios.
"Creo que esta tensión entre los medios y el poder es normal; sólo vean al presidente (de Estados Unidos, Barack) Obama y Fox News", dijo Ricardo Pedreira, director de la Asociación Nacional de Periódicos.
Aún así, algunos creen que existe evidencia convincente para justificar la irritación de Lula y que la prensa negativa podría convertirse en un problema para Rousseff si se convierte en presidenta.
"Es incuestionable. Ocurrirá un evento y será usado en un modo claramente diseñado para favorecer la candidatura de Serra y minimizar la candidatura de Dilma", dijo James Green, profesor de Latinoamérica en la Universidad de Brown.
Green consideró que el paralelo con el presidente Obama y Fox News no se aplica porque en Brasil, a diferencia de Estados Unidos, no existen grandes periódicos ni estaciones de televisión de izquierda para equilibrar la cobertura.
Lula, que proviene de una familia humilde del noreste del país, es sistemáticamente descrito como "ignorante, iletrado, maleducado y holgazán", dijo Bernardo Kucinsky, portavoz de Lula en su primer mandato y actual profesor de periodismo.
"Últimamente, los periodistas reconocieron su habilidad política y abandonaron el lenguaje más insultante, pero siguen describiéndolo como un hombre sin educación y, por lo tanto, inadecuado para la presidencia", agregó.
El profesor dijo que el origen de clase media de Rousseff la salvaría de ser blanco de ataques personales de esas características, pero no de sesgos ideológicos más amplios.
"El objetivo de la élite es impedir otros ocho años de 'este tipo de gobierno'", concluyó.