Los electores parecen estar más interesados en cómo salir del estancamiento económico, especialmente mediante la recuperación del empleo, que por posibles recortes en temas como educación, sanidad o pensiones y todas las encuestas dan por hecho una victoria del Partido Popular, incluso con mayoría absoluta.
Madrid. El candidato socialista a las elecciones generales del domingo, Alfredo Pérez Rubalcaba, lleva semanas repitiendo que votar al PP supondrá recortes en conquistas sociales logradas tras décadas de esfuerzos, pero el desgaste sufrido por el gobierno por la crisis hace que tenga muy difícil apelar a unos indecisos desencantados con la izquierda que representa el PSOE, según expertos.
Los electores parecen estar más interesados en cómo salir del estancamiento económico, especialmente mediante la recuperación del empleo, que por posibles recortes en temas como educación, sanidad o pensiones - de las que los socialistas han hecho bandera históricamente junto con políticas progresistas como el matrimonio homosexual o el aborto -, y todas las encuestas dan por hecho una victoria del Partido Popular, incluso con mayoría absoluta.
"Soy votante del PSOE pero esta vez no voy a votar, nadie nos ha motivado lo suficiente como para hacer el papeleo desde aquí. Y no es indiferencia: es indignación", dijo Jose Fragoso, ilustrador de 36 años expatriado en Nueva York.
"(La de político) es la única profesión - con la de banquero - a la que no le afecta en nada la crisis: salgan (elegidos) o no, tendrán trabajo, sueldo sin recortes y en muchos casos pensión vitalicia", añadió a Reuters.
La campaña del miedo a la derecha funcionó a finales de los ochenta y principios de los noventa, pero ahora lo que se teme es perder poder adquisitivo y las consecuencias de la crisis económica, y eso está haciendo que los partidos en el gobierno en Europa pierdan las elecciones, según Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco.
Los países vecinos de España en la llamada periferia de la eurozona - Grecia, Irlanda, Italia y Portugal - han cambiado todos de dirigentes este año, en el que se ha profundizado la crisis de la deuda en los países de la moneda única.
"Por más que (los de la oposición) no hayan hecho nada especial para ganar, se desconfíe de ellos tanto como del gobierno saliente o su programa de salvación sea la repetición de fórmulas caducadas. No importa. Gana quien está fuera", dijo Gurrutxaga a Reuters.
Una mayoría de españoles considera que el PP está más capacitado que el PSOE para afrontar la crisis, según la última encuesta del CIS, que sitúa en un 78,3% el porcentaje de españoles que censura la gestión de la economía por parte del gobierno, y esa parece ser la clave de estas elecciones, pese a que el candidato popular, Mariano Rajoy, inspire personalmente poca o ninguna confianza al 71% de los encuestados, ligeramente superior que el porcentaje del 69,3 que obtiene Rubalcaba.
Votantes enfadados. Ahora el problema es que la gente está enfadada, votantes del PSOE están enfadados con su partido. La derecha 'les da un poco igual'", dijo a Reuters el director de estudios de la encuestadora Metroscopia, Juan Pablo Ferrándiz.
"El miedo a la derecha además estaba basado en una serie de recortes al Estado del Bienestar y a las políticas sociales, unos recortes que se ha visto obligado o que ha realizado el Partido Socialista, con lo cual en esta campaña ese mensaje del miedo a la derecha es muy difícil de transmitir por parte de la izquierda", añadió.
Entre los avances sociales de los últimos años que han sido barridos por la profunda crisis que ha dejado a más del 21% de la población activa en paro están la ayuda de 2.500 euros para fomentar la natalidad o los 400 euros de reducción del IRPF para impulsar el consumo, eliminados para contener un déficit desbocado.
Mientras tanto, la estrategia del PP ha pasado por ceñirse a una campaña calificada de "valium" por el PSOE, en la que han evitado contestar a Rubalcaba y concretar dónde habría que realizar unos recortes inevitables para reducir el déficit público y cumplir con las exigencias de la Unión Europea, y se han limitado a abogar por una vaga política de austeridad y respaldo a las empresas para fomentar la creación de empleo, prometiendo que no recortará en políticas sociales.
Los populares consideran que el estereotipo de la derecha que trata de agitar el PSOE ya no funciona en la ciudadanía como en los años 90, cuando todavía no habían llegado a La Moncloa. Responsables del PP han dicho en encuentros con la prensa que alentar el voto del miedo no puede funcionar porque Rajoy ha centrado el partido con respecto al ala más dura representada por el ex presidente José María Aznar.
El PSOE ni siquiera parece tener poder para capitalizar el fin de ETA, que anunció que abandonaría su actividad armada a falta de un mes exacto para las elecciones generales, y podría haber sido un gran factor movilizador si la economía no hubiera engullido todo lo demás en la campaña.
Rubalcaba está considerado uno de los artífices del fin de la banda armada, dada su labor durante años en el Ministerio del Interior, que abandonó para ser candidato a la presidencia del Gobierno, pero las encuestas no parecen proyectar más votos para el PSOE por esta cuestión.
Indecisos de izquierdas. Todos los expertos coinciden además en destacar que hay muchos más indecisos en la izquierda que en la derecha, lo que claramente beneficia al PP, que tiene una base de votantes muy fiel, que vota al partido pase lo que pase.
"Realmente el voto del PP es un voto muy fiel y muy consistente, en la izquierda no es así. El voto de izquierda por una parte es más ideológico, lo que también implica ser más crítico, y es más reactivo. Ante circunstancias que pueden enfadarle, deja de ir a votar, se queda en casa, igual que cuando se le necesita pues va también a votar, como pasó en 2004", dijo Ferrándiz.
El PSOE ganó ese año pese a que las encuestas le daban como perdedor tras una campaña centrada en la guerra de Irak y tres días después de los atentados islamistas del 11 de marzo en Madrid, de los que el entonces Gobierno del PP acusó en un principio a ETA.
Sin embargo, los expertos consideran prácticamente imposible que pueda darse en esta ocasión un vuelco de ese tipo, y subrayan que a lo que el PSOE aspira es a evitar la debacle, más que a lograr una victoria.
"No, está completamente desechado, es más, el Partido Socialista está luchando no por la victoria, sino por no recibir una derrota apabullante", dijo Fernando Vallespín, ex director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, a Reuters.
Vallespín consideró además que la aparición de nuevos movimientos tipo 15-M o indignados había incrementado el número de indecisos entre la izquierda, y desactivado la "mala conciencia" entre los que antes iban a votar al PSOE para evitar que "entrara la derecha".
José Luis Álvarez, profesor de la escuela de negocios ESADE, no quiso minimizar sin embargo el poder de las campañas del miedo entre el electorado, y aunque reconoció que ahora "da más miedo la crisis que el PP", señaló que los socialistas podrían recuperar a parte de sus votantes en los próximos comicios.
"Las campañas negativas bien hechas funcionan (...) (los indecisos de izquierdas) pueden cambiar de opinión tras unos meses de gobierno del PP. La situación es muy volátil", dijo a Reuters.
Lo que está claro es que sigue habiendo gente de izquierdas que sí teme los recortes que pueda llevar a cabo el PP si llega a La Moncloa, como los que ha aplicado en las comunidades autónomas en las que gobierna.
Cristina Macía, traductora y autora de libros de cocina que vive en Asturias, donde ganó el PP en las pasadas elecciones autonómicas de mayo, es una de ellas.
"Yo no voto al PSOE, yo voto contra el PP", dijo Macías, de 46 años, a Reuters. "Después de los ocho años que nos dio Aznar, el horror es que vuelva a ganar el PP", añadió.