La "pacificación", como es conocida la política del gobierno regional de Río de Janeiro de ocupar e instalar puestos permanentes de policía en favelas que eran dominadas por bandas criminales, consiguió reducir los índices de criminalidad en las barriadas pobres pero elevó los registrados en las periferias.
Río de Janeiro. La llamada "pacificación" de las favelas de Río de Janeiro que eran controladas por bandas de narcotraficantes ha elevado la violencia en la periferia de esta ciudad brasileña, hacia donde se han trasladado los pistoleros expulsados de las barriadas pobres, admiten algunas autoridades.
La "pacificación", como es conocida la política del gobierno regional de Río de Janeiro de ocupar e instalar puestos permanentes de policía en favelas que eran dominadas por bandas criminales, consiguió reducir los índices de criminalidad en las barriadas pobres pero elevó los registrados en las periferias.
Así lo denunció a Efe Luiz Antunes, secretario de Defensa Civil y Orden Público de Nova Iguaçú, uno de los municipios de la región metropolitana de Río de Janeiro que integra la empobrecida y extensa área periférica conocida como Baixada Fluminense.
"La violencia ha invadido la Baixada Fluminense", afirmó Antunes, un agente de la Policía Civil con 30 años de experiencia y para quien "la falta de jueces y la escasez de recursos policiales en la región generan impunidad entre los criminales".
El secretario evitó mencionar el nombre de los grupos armados que desembarcaron recientemente a la zona aunque detalló que "los criminales llegan aquí y buscan a menores con familias frágiles para llevar a cabo sus operaciones".
Tras su expulsión de las favelas con la instalación desde 2008 de las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP), las facciones de narcotraficantes se enfrentan por el control de los territorios periféricos para mantener las redes de venta de droga.
Estos grupos criminales también se enfrentan a las milicias ilegales formadas por civiles armados que operan en varias zonas de la periferia para compensar la escasez de efectivos policiales.
"La milicia se enfrenta al mismo tiempo contra el narcotráfico y la legislación", dijo Antunes.
Los indicadores de criminalidad del Instituto de Seguridad Pública de la gobernación de Río de Janeiro avalan las palabras de Antunes y demuestran que la delincuencia creció en la periferia desde que el proceso de pacificación de las favelas comenzó hace seis años.
La policía de Nova Iguaçú hizo entre enero y mayo de este año 341 incautaciones de drogas y encontró 14 cadáveres, mientras que en el mismo periodo de 2008 hizo 85 decomisos y halló 7 cuerpos.
A pesar de que otras autoridades niegan un aumento de la violencia en la periferia, habitantes de los municipios de la Baixada Fluminense detallaron varios casos a Efe con la condición de no ser identificados.
Un habitante de Nova Iguaçu con más de 52 años en la zona explicó que la milicia local llegó a acuerdos para mantenerse al margen del enfrentamiento por el control de puestos de venta de drogas entre el Comando Vermelho y el Tercer Comando, dos de las mayores organizaciones de narcotraficantes de Río de Janeiro.
"Es todo un maquillaje (la pacificación), el problema fue barrido a la periferia", declaró.
Este nova iguaçuense explica desde una colina en el barrio de Ambaí que las dos facciones citadas comenzaron por invadir el barrio Parada de Lucas y desde hace un año se enfrentan por el control de los barrios aledaños.
"Es deprimente ver cómo ocupan casas y te piden identificación para entrar en algunas calles. En Brasil tenemos libertad de expresión pero no derecho a vivir tranquilos", dijo tras explicar que hace unos meses murieron dos hermanos durante un ajuste de cuentas en la calle paralela a su casa.
Una residente de Sepeitiba, barrio de 56.500 habitantes situado al oeste de Río de Janeiro, asegura que "antes las milicias te mataban por robar, ahora los traficantes te matan por desobedecer". Añade que la violencia se intensificó especialmente en el último año y que "están invadiéndolo todo".
"La idea de que hubo una migración del crimen tiene sentido; hay cambios en el patrón de criminalidad en la Baixada Fluminense y otras áreas. Hay un reordenamiento en el mundo del crimen y las políticas de seguridad fueron lentas en su respuesta", dijo a Efe la especialistas Sílvia Ramos, coordinadora del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la Universidad Cândido Mendes.
Los datos oficiales muestran que el incremento de la violencia en Río de Janeiro en los últimos años ha sido mayor en las localidades periféricas. En Nova Iguaçú, la policía contabilizó 310 asesinatos violentos entre enero y mayo de este año, casi el doble que los 177 registrados en el mismo periodo de 2008.