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Las listas de EE.UU. de organizaciones terroristas deberían reducirse
Mar, 23/08/2011 - 09:00

Iván Eland

La segunda llegada de Petraeus
Iván Eland

Iván Eland es Director del Centro Para la Paz y la Libertad en The Independent Institute en Oakland, California, y autor de los libros Recarving Rushmore: Ranking the Presidents on Peace, Prosperity, and Liberty, The Empire Has No Clothes, y Putting “Defense” Back into U.S. Defense Policy.

El Christian Science Monitor y el Huffington Post han dado a conocer los esfuerzos de cabildeo realizado por la organización marxista-islamista Mujahedin-e Khalq (MEK) para contratar por grandes sumas de dinero a ex altos funcionarios del gobierno estadounidense para que den conferencias a efectos de, ya sea explícita o implícitamente, apoyar sus esfuerzos para conseguir ser retirados de la lista de organizaciones terroristas extranjeras del gobierno de EE.UU. Sin embargo la inteligencia estadounidense pone en duda el abandono de la violencia por parte del grupo.

Aunque el grupo tiene un historial de matar a unos pocos estadounidenses durante la década de 1970, y posteriormente ha utilizado tácticas violentas contra objetivos iraníes, muchos neoconservadores -y al parecer otros prominentes estadounidenses- quisieran rehabilitar la imagen de la organización y utilizar a la MEK como palanca contra el odioso régimen autocrático en Teherán. A pesar de este cuestionable propósito, el grupo debería ser retirado de la lista estadounidense de organizaciones terroristas.

El listado de las luminarias estadounidenses que bailaron con los MEK por dinero es larga e incluye a ex altos funcionarios de ambos partidos. Por ejemplo, en el lado demócrata del pasillo, el ex candidato presidencial y gobernador de Vermont Howard Dean, el ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson, y el ex senador de Indiana Evan Bayh han ofrecido cortos y altamente compensados discursos al grupo. En el lado republicano, el ex jefe de Seguridad Interior y gobernador de Pensilvania Tom Ridge, el ex candidato presidencial y alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, el ex jefe de gabinete de Bush, Andrew Card, y el férreo anti-iraní ex Secretario Adjunto de Estado John Bolton, han hecho lo mismo . Y no olvidemos al grupo de ex funcionarios estadounidenses de la seguridad nacional que al menos han respaldado implícitamente los objetivos de la organización “terrorista”: los ex directores de la CIA Porter Goss y James Woolsey y los generales de cuatro estrellas James Jones (también ex asesor de seguridad nacional), Wesley Clark, Anthony Zinni, Hugh Shelton, y James T. Conway.

Por lo tanto, ¿deberíamos quitar a esta violenta agrupación de culto de la lista estadounidense de organizaciones terroristas, porque todas estas celebridades de Washington parecen estar al menos tácitamente promoviendo dicha medida? No, el grupo, no importa cuán malo, debería ser retirado de la lista estadounidense de organizaciones terroristas porque ya no ataca a objetivos de los EE.UU. Las personalidades del gobierno o bien simplemente no pueden resistirse al dinero fácil que la MEK disemina alrededor para discursos de comediantes o desean oportunamente utilizar al rehabilitado grupo para azuzar al vilipendiado y despótico régimen iraní.

Lo primero es tan solo buen capitalismo a la antigua usanza, pero lo segundo es imprudente e innecesario. Cuando tratamos de aislar y arrinconar a los matones mulás iraníes mediante la implementación de sanciones económicas y el patrocinio de organizaciones opositoras como la MEK, ellos simplemente se esfuerzan más por conseguir un arma nuclear. Incluso en el peor de los casos -si Irán llegase a obtener algunas de dichas armas y misiles con alcance suficiente como para hacer llegar las ojivas a los Estados Unidos- los Estados Unidos podrían fácilmente disuadir a Irán de tal ataque con su masivo arsenal nuclear. Además, a pesar de su retórica revolucionaria, el régimen iraní siempre ha sido pragmático en la acción, especialmente cuando su supervivencia está en juego.

En términos más generales, no obstante, la mayoría de los grupos en la Lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras del Departamento de Estado, incluyendo a la MEK, o bien nunca ha atacado o ya no ataca a objetivos estadounidenses. Así que, ¿por qué están en la lista? Debido a que a los EE.UU. no le agradan sus políticas o apoya a los gobiernos a los que ellos se oponen -por ejemplo, al-Shabab en Somalia, Hamas en Gaza, Hezbollah en el Líbano, o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-. Incluso grupos como al-Qaeda en Irak, al-Qaeda en la Península Arábiga, y Tehrik-e Taliban de Pakistán, no atacaron a objetivos de los EE.UU. hasta que el gobierno estadounidense inició o se sumó a conflictos en sus países.

En cuanto a los estados patrocinadores del terrorismo enumerados por el Departamento de Estado, un prejuicio similar se mantiene: esos gobiernos o bien nunca han patrocinado o ya no patrocinan a grupos que atacan objetivos de los EE.UU., pero a los EE.UU. todavía no le gustan sus gobiernos. Irán, Sudán y Cuba son ejemplos de esto último; Siria es un ejemplo de lo anterior. Hace un tiempo, Corea del Norte fue retirada de la lista, no porque había dejado de patrocinar al terrorismo desde hacía mucho antes, sino para darle un incentivo a fin de negociar su programa de armas nucleares.

Por lo tanto, ambas listas sobre el terrorismo son en la actualidad políticas y deberían ser desguazadas para dejar sólo a aquellos grupos que atacan a objetivos de los EE.UU. y a las naciones que los patrocinan (esto último llegaría a cero países). Eso no quiere decir que los Estados Unidos apoyarán a los regímenes repugnantes borrados de la lista o las acciones violentas de los grupos removidos de ella, como la MEK -tan sólo significa que los Estados Unidos deberían concentrar sus esfuerzos en solamente la lucha contra los enemigos que se encuentran atacándonos, en lugar de generar más de ellos. Los Estados Unidos simplemente ya no pueden permitirse el lujo de hacerse cargo de todo el mal del mundo.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElIndependent.org.

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