Según el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, desde hace diez años existen pruebas de que Moscú elabora y almacena Novichok, el agente usado contra Serguei Skripal.
Londres. En conversación con la cadena BBC, el ministro de Exteriores de Reino Unido, Boris Johnson, dijo este domingo que Londres ha recopilado evidencias de que Rusia elabora y almacena hace años el agente tóxico Novichok, usado contra el ex espía doble Sergei Skripal y su hija Yulia, quienes fueron hallados inconscientes en un parque de Salisbury el pasado 4 de marzo, en un ataque que Londres atribuye a Moscú.
Johnson afirmó que en los últimos diez años su país ha recabado pruebas que atestiguan que "Rusia no solo ha estado investigando la entrega de agentes nerviosos para los propósitos de asesinato, sino también de que ha estado creando y almacenando Novichok".
El político agregó que el almacenamiento de agentes nerviosos supone una violación a la Convención de Armas Químicas, de la que Rusia es país signatario.
Con respecto a la reacción de Rusia, que expulsó a 23 diplomáticos británicos (después de que Londres hiciera lo mismo) y afirmó que un laboratorio del Reino Unido podría estar relacionado con los ataques, Johnson dijo que no es la respuesta "de un país que realmente se sabe inocente. Es una respuesta que mezcla un sarcasmo presumido, negación y ofuscación”.
¿Nuevas medidas? El político confirmó además que un grupo de expertos de la Organización Internacional para la Prohibición de Armamento Químico –OPAQ, un organismo regulador– se desplazará este lunes 19 de marzo hasta Salisbury, la localidad inglesa donde se produjo el incidente, para llevar a cabo pruebas sobre la citada toxina. Los resultados de estos análisis podrían estar listos en dos semanas, agregó Johnson.
Con respecto a la posibilidad de aplicar nuevas medidas contra Rusia, el ministro declaró que el Consejo de Seguridad Nacional Británico se reunirá esta semana para ver "qué nuevas acciones, si es que tomamos alguna” podría adoptar Londres.
Adelantó, sí, que es posible que el Gobierno de Theresa May ponga su mirada en los activos rusos en Reino Unido, que ingresaron en grandes sumas tras el colapso soviético, en 1991.