Las potencias nucleares están invirtiendo en la modernización de su armamento. En su informe anual, el SIPRI advierte de las consecuencias de la crisis de Ucrania y la peligrosa carrera armamentística asiática.
El número de cabezas nucleares se reduce, pero el panorama de un mundo libre de armas nucleares esbozado por el presidente estadounidense Barack Obama aún queda muy lejos.
Esta es la conclusión del informe anual del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), que analiza al detalle las inversiones en la modernización de los arsenales realizadas por cada país. “En la práctica, vemos un mundo con menos arsenales nucleares, pero más modernos”, explica Shannon Kile, principal investigador de SIPRI.
Según estima el informe, a principios de 2015 existían 15.850 armas nucleares en manos de las nueve potencias atómicas: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Lo que supone un descenso de aproximadamente 500 cabezas nucleares con respecto al informe publicado por el instituto sueco en 2014.
Esta disminución afecta principalmente a las dos principales potencias en la materia, Rusia y Estados Unidos. Y es que, desde el fin de la Guerra Fría, ambos países se han ido deshaciendo de las armas obsoletas y han visto reducidos masivamente sus inventarios. Al mismo tiempo, las otroras superpotencias invierten en programas para modernizar sus reactores y cabezas nucleares.
Carrera armamentística. China es otro de los países que está invirtiendo en la puesta al día de su arsenal. Según el informe, su número ha aumentado de 250 a 260 en sólo un año. Una tendencia, cuanto menos, preocupante en el sureste asiático, reconoce Kile. Y es que sus dos principales rivales, Pakistán e India, han aumentado su capacidad de producir material fisible y se espera que el tamaño de sus arsenales “se duplique o incluso triplique en los próximos diez o quince años”. Este nuevo desarrollo está provocando una carrera armamentística que aumenta el riesgo de uso de armas nucleares si se producen conflictos militares en Asia en los próximos años.
“No es sólo una carrera entre India y Pakistán”, explica Oliver Meier, experto en proliferación del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán). “China también forma parte de la ecuación, por lo que estamos ante una carrera armamentística a tres bandas. Eso es algo que no habíamos visto hasta ahora”.
India y Pakistán aún no han firmado el Tratado de No Proliferación, que tiene como objetivo lograr el desarme nuclear de las potencias atómicas. Según Meier, por esta razón la comunidad internacional debería ejercer presión sobre estos países con el fin de “crear un diálogo para fomentar la confianza y la transparencia de los arsenales nucleares”.
Lecciones de la crisis de Ucrania. Además del impacto regional de la carrera armamentística en Asia meridional, otro tema que preocupa a los expertos en seguridad del SIPRI son las consecuencias de la crisis de Ucrania. Y es que la anexión de Crimea en marzo de 2014 y la posterior rebelión separatista en el este de Ucrania han tensado las relaciones entre Moscú y Occidente como no ocurría desde el fin de la Guerra Fría. “La crisis ucraniana tendrá, sin duda, un impacto en la política nuclear de Moscú”, predice Meier. “Rusia le vuelve a dar gran importancia a las armas nucleares de corto alcance que tiene en Europa”.
El investigador de SIPRI es tajante en este tema. “Francamente, no hay perspectivas optimistas de futuras reducciones. Si alguna vez ocurre algo, veremos nuevos despliegues de armas nucleares de medio alcance en Europa”, dice Shannon Kile.