El triunfo de Dilma Rousseff, con más de 55% de los votos, le da una sólida plataforma electoral y puede contar con fortalecidas mayorías de la coalición gobernante en ambas cámaras del Congreso.
Brasilia. El convincente triunfo de la oficialista Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de este domingo le da un sólido mandato para impulsar una agenda pragmática y de línea izquierdista, así como para liderar una potencialmente difícil coalición de gobierno.
Rousseff, quien se convertirá en la primera mujer en presidir Brasil, aprovechó exitosamente la enorme popularidad del saliente mandatario Luiz Inácio Lula da Silva y de una vibrante economía cuya dirección asumirá el 1 de enero.
Una victoria en la primera vuelta celebrada el 3 de octubre le habría otorgado un mandato aún más fuerte a Rousseff, una tecnócrata de carrera que nunca se había presentado a un cargo de elección popular y que algunos dudan que tenga el carisma para manejar una coalición poco gobernable.
Pero el triunfo de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) en la segunda vuelta electoral, con más de 55% de los votos, le da una sólida plataforma.
Importante coalición, pero difícil
* Los mercados financieros probablemente habrían preferido una victoria del candidato opositor del centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra, pero inversores desde hace tiempo preveían que Rousseff ganaría y seguramente reaccionarán con calma cuando abran el lunes los mercados bursátil y cambiario.
* Rousseff puede contar con fortalecidas mayorías de la coalición gobernante en ambas cámaras del Congreso para ayudarle a aliviar la tarea de impulsar su agenda legislativa.
Pero aún está por verse qué tan bien puede manejar exigencias que compitan entre sí dentro de la frágil coalición, incluyendo a su propio Partido de los Trabajadores. Indisciplinados miembros de la coalición frustraron algunas iniciativas de Lula.
* Rousseff, de 62 años, continuará mayormente con las políticas de izquierda de Lula con énfasis en mejorar la eficiencia del gobierno, expandir el rol del Estado en algunos sectores como la minería, y modernizar la decrépita infraestructura del país.
Un proyecto de ley que apunte a reformar el bizantino sistema tributario de Brasil es probable que sea su primer gran esfuerzo legislativo el próximo año.
* Ella, sin embargo, ha descartado muchas de las principales reformas estructurales, como las del sistema de pensiones y de previsión social, que analistas dicen que necesita la economía de Brasil si quiere mantener sus recientes altas tasas de crecimiento en el largo plazo.
¿Gastar o no gastar?
* Rousseff ha dicho que Brasil no necesita un drástico endurecimiento fiscal del tipo que impuso Lula al comienzo de su primer período, en 2003.
Pero inversores buscarán ansiosamente pistas en las próximas semanas sobre el enfoque de Rousseff sobre la política fiscal, que muchos economistas dicen que ha sido demasiado flexible en un año electoral y que necesita ser endurecida en la medida en que la inflación aumenta y la moneda local se ha apreciado a máximos de dos años frente al dólar.
* Con poca presión de los mercados para contener el gasto, Rousseff podría ver poca necesidad para tomar decisiones políticamente duras, como romper el vínculo entre el gasto en pensiones y el sueldo mínimo nacional que es una gran fuente de crecimiento del gasto.
* La elección de los ministros de su Gabinete ayudará a responder esas preguntas. Los principales asesores de Rousseff favorecen contener el crecimiento en el gasto y es probable que los inversores se tranquilicen con una alineación familiar que retenga a muchos de los actuales ministros y agregue a figuras respetadas por los mercados como Luciano Coutinho, director del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
Pero quienes ocupen cargos clave como el de ministro de Hacienda, presidente del Banco Central y jefe de Gabinete arrojarán pistas cruciales sobre la postura económica de Rousseff.
* Un rol de alto perfil para el ex ministro de Hacienda de Lula y favorito de Wall Street Antonio Palocci, como jefe de Gabinete, indicaría que Rousseff pretende mantener un control más férreo sobre la política fiscal y resistir demandas del ala izquierdista del PT para que siga manteniendo un alto nivel de gasto.
* La designación de ministros del gabinete, que Rousseff comenzará a discutir en noviembre con otros partidos de la coalición, como el centrista y enorme Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), también será una temprana prueba a su liderazgo y habilidades administrativas.
Una última mano de Lula
* Rousseff heredará un dolor de cabeza cambiario que amenaza con minar la competitividad de la economía brasileña. Pese a tomar medidas para limitar las entradas de capital extranjero, el Gobierno de Lula no ha podido contener la apreciación del real.
* Es probable que su gobierno continúe combatiendo la valorización del real con más medidas para restringir la entrada de capitales al país.
* Dado que es improbable que endurezca la política fiscal, el Banco Central podría estar bajo una creciente presión para jugar su parte en el debilitamiento de la moneda a través de la reducción de la tasa de interés, que están entre las más altas del mundo.
* Rousseff puede confiar en una última mano de ayuda de Lula en los últimos dos meses de su mandato de ocho años. Probablemente él jugará un rol prominente en negociaciones sobre el nuevo Gobierno y pueda allanarle el camino resolviendo varias decisiones difíciles.
* Estas podrían incluir el conferir el estatus de refugiado al ex guerrillero italiano Cesare Battisti y la elección de Francia, Estados Unidos o Suecia para proveer a Brasil de aviones cazas con un costo de miles de millones de dólares.