Un año después, bajo el lema “12M-15M, Volvemos a la calle”, el movimiento convocó una manifestación coordinada a nivel global para “dejar claro a políticos y banqueros que no nos representan”.
A un año de su irrupción en la escena política, los “indignados” españoles volverán a “tomar la calle” el sábado en toda España. La madrileña Puerta del Sol y la Plaza Catalunya de Barcelona serán los escenarios principales para demostrar la vitalidad del movimiento.
“No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” fue el eslogan de la manifestación que, en vísperas de las elecciones municipales y regionales del 15 de mayo de 2011, dio inicio a una acampada en la Puerta del Sol de Madrid. Posteriormente, el movimiento se expandió como pólvora en España y el mundo.
Un año después, bajo el lema “12M-15M, Volvemos a la calle”, el movimiento convocó una manifestación coordinada a nivel global para “dejar claro a políticos y banqueros que no nos representan”.
Esta vez tienen cinco consignas claras fruto del debate colectivo: “Ni un euro más para rescatar los bancos; educación y sanidad públicas y de calidad; no a la precariedad laboral y la reforma laboral; por una vivienda digna garantizada; y renta básica universal”.
A partir de las marchas de "indignados" previstas para este sábado en varias ciudades del mundo, los indignados españoles realizarán asambleas permanentes en las principales plazas del país hasta el 15 de mayo.
Para ello deberán lidiar con las autoridades, que sólo autorizaron algunos horarios para la concentración y utilizarán a la policía para hacerlos cumplir si es necesario.
En otras palabras, habrá llegado el momento para que los indignados demuestren si después de doce meses tienen músculo suficiente para resistir.
En la madrileña Puerta del Sol, donde encendió la llama de la protesta, sólo les permitieron reunirse entre las 9 y las 14 horas y las 19 y 22 horas. Este será el punto más caliente, al igual que la Plaza Catalunya de Barcelona, donde el 28 de mayo pasado se vivió una de las represiones más fuertes a este movimiento.
“Están utilizando métodos que nos recuerdan a otras épocas”, denuncia ante Télam Kike Castelló, portavoz de la plataforma Democracia Real Ya (DRY) de Madrid, que convocó la primera protesta de la que surgió el 15-M.
Kike recuerda que el 15-M “es un movimiento sin líderes y, por eso, cuando lleguen las 22 horas decidiremos qué hacemos en asamblea. La gente decidirá si hace una desobediencia civil o acatamos las instrucciones de las autoridades. Yo me voy a quedar”.
“Creemos que el gobierno intentará golpear con fuerza. En Barcelona dicen que no evitarán la concentración, pero sabemos que enviarán a `secretas´ (policía de civil) para reventarla”, advierte por su parte Albert Torres, activista de Acampadabcn, de plaza Catalunya.
Los indignados esperan una jornada de protesta multitudinaria, la mayor desde que surgió el movimiento, y motivos no les faltan.
Muchas cosas cambiaron, pero otras no tanto, desde que los españoles reaccionaron hace un año de forma espontánea a tres años de crisis económica, elevado desempleo, falta de expectativas para los jóvenes y una clase política al servicio de los mercados y de espaldas a la ciudadanía.
Por un lado, el movimiento de los indignados hizo una metamorfosis, se afianzó a nivel local, volcándose en los barrios, donde funciona a través de asambleas de vecinos.
Pero también se expandió a nivel internacional, como lo demostraron las manifestaciones que tuvieron lugar el 19 de julio y el 15 de octubre de 2011 alrededor del mundo.
Aunque perdieron cierta visibilidad en los medios, los indignados continuaron muy activos en la red y tejieron fuertes lazos de solidaridad, así como también lograron instalar algunas de sus demandas de cambio en la agenda política, como que la deuda hipotecaria quede saldada con la entrega de la vivienda.
Uno de sus logros más claros fue que consiguieron frenar, mediante movilizaciones, el desalojo de decenas de familias en plena crisis.
Pero al mismo tiempo el Popular (PP) del derechista Mariano Rajoy obtuvo el mayor poder jamás conseguido por un partido en España en democracia.
Con los “mercados” presionando sobre la deuda española, Rajoy aprobó el ajuste más profundo de la historia y una agenda de reformas neoliberales, impulsadas por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que llevaron al país a su segunda recesión en tres años, mientras el desempleo escaló hasta una cifra récord de 5,6 millones de personas, el 24,44% de la población activa.
La situación económica empeoró mientras los españoles veían cómo el gobierno atacaba los derechos sociales básicos, entre ellos la salud y la educación pública, así como los laborales, con una reforma que facilita y abarata el despido.
“Estamos viendo cómo los recortes del gobierno están siendo brutales y también fue en aumento la represión policial. El descontento ciudadanos sin duda es mayor”, afirma Roc Pérez, de la comisión internacional de los indignados de Barcelona.
“Nos tienen mucho miedo y el 12-M puede ser un punto de inflexión”, vaticina este indignado, quien ve en las medidas de Rajoy el avance de un capitalismo salvaje que hay que frenar.
“Tenemos muchos desafíos por delante. Mirando con retrospectiva, en España hace un año teníamos derechos laborales, no había recortes tan agresivos, y si en aquel momento encontramos motivos para indignarnos, ahora no encuentro ningún motivo para quedarme en casa”, afirma Kike.