Preguntas sobre si Fernández mantendrá el tono confrontativo del gobierno o en cambio moderará sus posiciones, se repetían entre analistas argentinos y la ansiedad se extendía a agentes económicos y funcionarios.
Buenos Aires. La muerte del ex presidente argentino Néstor Kirchner, principal socio político y estratega de su esposa y sucesora, la mandataria Cristina Fernández, disparó interrogantes sobre el futuro y el rumbo del Gobierno.
La presidente, una abogada de 57 años, ha mantenido ríspidas relaciones con sectores clave de la economía argentina como el agropecuario, los principales medios de comunicación y gran parte de la oposición política, que ganó las elecciones legislativas del 2009.
El fallecido líder peronista aspiraba a suceder en el Gobierno a su esposa, quien queda ahora como única candidata de la facción peronista conocida como "kirchnerismo". Ese hecho ya sido esbozado por funcionarios del Gobierno y legisladores influyentes.
Kirchner, desde la residencia presidencial de Olivos, mantenía fluidas relaciones con gobernadores, alcaldes y dirigentes sociales, atendiendo sus reclamos por fondos federales y garantizando su disciplina y adhesión al Gobierno de su esposa, quien siempre delegó en su marido el trabajo de articulación política.
Preguntas sobre si Fernández mantendrá el tono confrontativo del Gobierno o en cambio moderará sus posiciones se repetían entre analistas argentinos y la ansiedad se extendía a agentes económicos y funcionarios.
Observadores políticos advertían sobre una pronta y sorda batalla entre altos funcionarios para ganar influencia ante la presidenta y también un debate encarnizado, por momentos abierto y otras veces solapado, en torno a si es necesario ajustar la gestión del Gobierno.
A continuación, los posibles escenarios trazados por analistas sobre los rumbos del Gobierno argentino tras la desaparición física de su mayor guía político:
Presidenta con estilo confrontacional. Este escenario podría aislar al Gobierno de poderosos gobernadores peronistas, así como romper cualquier puente con opositores que son favorables a políticas más amigables con los mercados financieros para mejorar el clima de negocios.
Analistas creen que esta opción podría generar tensión, pese a una buena coyuntura económica internacional para Argentina, ya que la ausencia física de Kirchner torna más débil al Gobierno de su esposa. Una radicalización implicaría no reconocer ese factor.
La presidenta Fernández, quien llegó al poder en el 2007 con el apoyo de su esposo, además de perder a quien fue su compañero y socio político desde hace más de 35 años, quedó sin el estratega de su Gobierno.
Kirchner era considerado el cerebro económico del Gobierno e inspirador de decisiones relevantes, como la traumática estatización de los fondos de pensión privados en el 2008 y la negativa a un pronto regreso a los mercados globales con una emisión de bonos tras el canje de deuda impaga este año.
Fernández no ha tenido, como sí tuvo su marido, un papel de interlocución y negociación con sectores empresariales, banqueros o sindicatos, tareas que delegó en Kirchner, quien controlaba el poderoso Partido Justicialista (peronista) y su aliada la central obrera CGT.
Existen dudas sobre si ella asumirá ese rol y si lograría encolumnar detrás de su figura al amplio y dividido movimiento peronista.
El rumbo confrontativo mantendría a Argentina prácticamente al margen de los flujos de inversión globales y la dejaría como opción de inversión de riesgo superior a la mayor parte de los países emergentes.
También sería el que más riesgo acarrearía a la gobernabilidad del país dada la mayor debilidad del Gobierno.
Presidenta modera su posición. Según analistas, sería la opción con la que Fernández tendría más posibilidad de ganar la reelección ya que la expansión económica está ayudando al Gobierno.
Una postura de más negociación, una convivencia más serena con medios de comunicación críticos y diálogo amplio con opositores en busca de consenso político para adoptar medidas de combate a la inflación, entre otras, aumentaría la popularidad de la presidenta, cuya imagen se espera crezca en el corto plazo tras la muerte de su esposo.
Pero algunos analistas se han mostrado escépticos sobre la posibilidad de que esta opción se concrete.
En el velatorio de Kirchner, millares de simpatizantes del líder peronista insultaron y pidieron la renuncia del vicepresidente Julio Cobos, devenido en opositor, a quien el Gobierno pidió que no concurra a las ceremonias fúnebres.
Ni opositores, con la excepción del diputado Ricardo Alfonsín, ni integrantes de la Corte Suprema, que concurrieron al velatorio de Kirchner en la Casa Rosada, pudieron acercarse a su viuda para expresarle congoja, en otra muestra de las posiciones irreductibles que reinan en la política argentina, incluso en los momentos de mayor conmoción.
En los últimos meses, con una economía en robusta expansión, la inflación se ha acelerado. La subida de los precios, el desgaste por el ejercicio del poder y resonantes casos de violencia urbana golpearon la popularidad de "Los Kirchner", que funcionaban como un matrimonio presidencial.
Pero Kirchner, un político voluntarista y persistente, había aumentado su exposición pública buscando suceder a su esposa tras las elecciones presidenciales del 2011 y trataba de recuperar su imagen positiva.
Su ausencia deja vacante la jefatura del peronismo y en exclusivo para Fernández, quien tiene derecho constitucional a competir por un nuevo mandato, el lugar para disputar la reelección por la facción peronista gobernante.
Funcionarios de Gobierno han dicho que Fernández sería la primera opción del oficialismo para disputar el poder en las elecciones marcadas para octubre del 2011.
Pero analistas afirman que aún es necesario que la propia Fernández, tras la súbita muerte de su esposo a los 60 años, ratifique que desea obtener un nuevo mandato pese al golpe político y emocional que implica la muerte de Kirchner.