La huelga del sector público es una de las mayores en décadas. Los sindicatos quieren paralizar las redes de transporte, cerrar escuelas y provocar la acumulación de basura para obligar al presidente Macron a dar marcha atrás a sus planes de revisar el sistema de pensiones.
París. Las redes de transporte público de Francia quedaron paralizadas este jueves después de que los sindicatos iniciaran una huelga a nivel nacional con el objetivo de obligar al presidente Emmanuel Macron a abandonar sus planes de revisar el intrincado sistema de pensiones del país.
Muchas de las estaciones de tren y de metro de París estaban desiertas durante la hora punta, ante lo cual quienes necesitaban desplazarse desempolvaban sus bicicletas, compartían coche o simplemente decidían trabajar desde casa.
Antes del amanecer, policías antidisturbios tomaban posiciones a lo largo de bulevar comercial de los Campos Elíseos, procediendo con el registro de las bolsas de los peatones de cara a una jornada de protestas callejeras en las que el Gobierno ha advertido que podrían infiltrarse grupos violentos.
"El transporte público será muy complicado hoy, como lo será mañana y probablemente también este fin de semana", dijo ala emisora de radio RTL Jean-Baptiste Djebbari, ministro de Transporte de Francia.
La huelga de los trabajadores del sector público en todo el país es una de las mayores en décadas. Los sindicatos de izquierda quieren paralizar las redes de transporte, cerrar escuelas y provocar la acumulación de basura para obligar al presidente Emmanuel Macron a dar marcha atrás.
SNCF, la empresa estatal encargada de gestionar la red de ferrocarriles del país, informó que sólo circulará uno de cada 10 trenes de cercanías y de alta velocidad. Los operadores ferroviarios Eurostar y Thalys han cancelado al menos la mitad de los servicios que unen París con Londres y Bruselas. La autoridad de aviación civil pidió a las aerolíneas que cancelaran alrededor del 20% de sus vuelos debido a los efectos de la huelga.
Se espera que más de la mitad de los profesores de primaria y secundaria secunden la huelga, mientras que los servicios de urgencias de los hospitales de todo el país operarán bajo mínimos. Los sindicatos del transporte no han fijado una fecha límite para la huelga.
"Lo que tenemos que hacer es interrumpir la economía", dijo a Reuters Christian Grolier, un alto cargo del sindicato de izquierda Force Ouvriere. "La gente desea entablar una lucha".
Los manifestantes marcharán por la tarde desde la parisina Gare du Nord hasta la Place de la Nation.
El ministro del Interior francés, Christophe Castaner, dijo que se espera que miles de manifestantes anarquistas del llamado "bloque negro" y de los "chalecos amarillos" causen estragos. Ordenó el cierre de las tiendas a lo largo del trazado de la protesta. Se desplegarán unos 6.000 agentes de policía, entre ellos decenas de agentes de respuesta rápida en motocicletas.
tensiones sociales. El presidente Emmanuel Macron quiere simplificar el complejo sistema de pensiones de Francia, que comprende más de 40 planes diferentes, muchos de ellos con diferentes edades de jubilación y prestaciones. Macron dice que el sistema es injusto y demasiado costoso.
El presidente francés quiere un sistema único basado en puntos, en virtud del cual, por cada euro aportado, todos los pensionistas tengan los mismos derechos.
Los intentos anteriores de reforma del sistema de pensiones han terminado mal. El Gobierno conservador del expresidente Jacques Chirac cedió en 1995 a las demandas sindicales después de semanas de protestas que paralizaron la nación.
Veinticuatro años más tarde, el inminente enfrentamiento no está exento de riesgos para los sindicatos de izquierda de Francia, que han visto disminuir el número de afiliados y el apoyo público en los últimos años.
Los sindicatos quieren seguir siendo relevantes en su oposición a un presidente que se ha enfrentado a oleadas de huelgas por las reformas del mercado laboral y de los ferrocarriles de la SNCF.
Para Macron, el enfrentamiento marcará la pauta para la segunda mitad de su mandato, con reformas más difíciles por venir, incluidas las relativas a las prestaciones por desempleo.
La huelga sigue a meses de protestas de los "chalecos amarillos", en ocasiones violentas, motivadas por el alto coste de la vida y la percepción de elitismo por parte de la clase política.
Laurent Berger, jefe del sindicato reformista CFDT, dijo que el entorno social es más explosivo que en 1995.
"En términos de tensión, cohesión social y fracturas dentro de la sociedad, ahora es mucho peor", dijo Berger a Reuters.