El presidente venezolano, ante la baja popularidad interna, la pésima imagen internacional y las sanciones de Estados Unidos que han cortado su flujo de caja, tuvo que valerse de estrategias bastante cuestionadas para enfrentarse a las elecciones regionales del próximo domingo.
El 80% de los venezolanos rechaza la gestión del presidente, el heredero de la Revolución Bolivariana, Nicolás Maduro. Una encuesta de Datanálisis encontró que el 72 % rechaza su Asamblea Constituyente, votada el 30 de julio pasado. Rechazar esa iniciativa es decirle que no a la bandera de Maduro, a su redención, a su estrategia para gobernar Venezuela en medio de una crisis de la que no levanta cabeza. Tan devaluado está el bolívar, que los buses de Transmilenio en Bogotá son abordados con frecuencia por vendedores de bolívares, o mejor, por regaladores de bolívares, pues los entregan y luego dicen: “cualquier compensación está bien”.
Con una situación semejante, parecería obvio que, de cara a las elecciones regionales del próximo domingo, la oposición tiene todo de su lado. Sin embargo, pasa exactamente lo contrario. La oposición tiene todo en contra. Maduro se encargó de ello.
La tarjeta de la buena conducta. Para participar como candidato en las elecciones, no basta con la inscripción. Los Constituyentes electos, además, deben entregarle un “certificado de buena conducta”. “Si usted cree, señor amargado, que está en su casa y cree que ahora se va a inscribir después de que llamó a quemar Venezuela y que se fue por el mundo diciendo que vamos a invadir Venezuela, usted rodó”, dijo Diosdado Cabello, el segundo al mando.
Con la tarjeta de buena conducta, el oficialismo venezolano se aseguró de que las figuras más fuertes de la oposición no puedan presentarse como candidatos.
Detenciones. Las marchas opositoras contra el gobierno hicieron que al menos 16 alcaldes quedaran inhabilitados, estén en medio de algún tipo de proceso judicial o recibieran un decreto de anulamiento político.
Henrique Capriles, Ramón Muchacho, David Smolansky, Leopoldo López, Antonio Ledezma y Alfredo Ramos son algunas de las figuras opositoras que, bajo el argumento de “la buena conducta”, o la restricción judicial, no podrán participar en los comicios.
Prohibiciones. La oposición no podrá participar en siete de los 23 estados del país. Así, no tendrá candidato en Zulia, Apure, Monagas, Bolívar, Trujillo, Aragua y Carabobo. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), históricamente favorable con el chavismo, juicios que se vienen adelantando desde el año pasado, y las decisiones tomadas por los jueces, son la causa de esta situación.
No fue una, fueron dos. En dos oportunidades, Maduro aplazó estas elecciones, que debían realizarse en noviembre de 2016. En esa oportunidad, el CNE aseguró que pospondría los comicios durante seis meses, alegando que la crisis económica no permitía tomar un camino distinto. No obstante, seis meses después, en la fecha prometida, el gobierno pospuso nuevamente las elecciones y en su lugar, realizó las votaciones de la Constituyente.
Los tarjetones, a mi antojo. La Mesa de Unidad Democrática (MUD), que agrupa a la oposición, denunció que el CNE no les permitió incluir en los tarjetones de votación, los nombres de los candidatos que ganaron en la consulta interna de los partidos. Así, en varios estados, los electores se encontrarán en el tarjetón el rostro de un candidato que ni siquiera está en competencia.
Por si fuera poco, la oposición también se enfrenta al creciente desinterés de buena parte de la población que, después del triunfo de la Constituyente, dice que no saldrá a votar. Además, las divisiones dentro de la MUD saltaron a la vista en la coyuntura de las elecciones. Un sector de la MUD no quería participar, por considerar ilegítimo el proceso, pero al final, ganó la defensa de no entregarle nada al gobierno. Mientras tomaban decisiones, su electorado se confundía. Todo parece indicar que Maduro y sus candidatos tienen todas las de ganar.