“Aquí hay que cambiar muchas cosas”, dijo el mandatario, un exchofer de autobús y exsindicalista de 55 años luego de votar en Caracas. “¿Qué queremos los venezolanos? Una nueva economía, la que tenemos hoy no nos sirve porque ha sido infectada por el capitalismo”.
Caracas/Barquisimeto, Venezuela. - El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, parecía encaminado este domingo a ganar otro mandato, en una elección con débiles rivales que fue boicoteada por muchos venezolanos bajo acusaciones opositoras de que quiere consolidar una “dictadura”.
Sin los principales candidatos de la oposición, con un tribunal electoral percibido como afecto al gobierno y en medio de críticas de muchos países que dijeron no reconocerán los resultados, el heredero del líder Hugo Chávez se enfrenta a tres rivales minoritarios que fracturaron el voto opositor.
A las 1800 (2200 GMT) se cerraron las urnas, y de acuerdo a lo anunciado por el tribunal electoral pasarían al menos un par de horas antes de algún anuncio sobre resultados.
“Aquí hay que cambiar muchas cosas”, dijo el mandatario, un exchofer de autobús y exsindicalista de 55 años luego de votar en Caracas. “¿Qué queremos los venezolanos? Una nueva economía, la que tenemos hoy no nos sirve porque ha sido infectada por el capitalismo”.
Venezuela, la nación con mayores reservas petroleras del mundo y miembro de la OPEP, sufre una recesión, hiperinflación y escasez de todo tipo de productos que empujaron a más de un millón de venezolanos a abandonar su país.
Maduro culpa de la situación a una “guerra económica” de la oposición con apoyo de Washington para desbancarlo, pero sus críticos dicen que el mal manejo económico y los controles sobre la economía sumado a la caída del precio internacional del crudo que Venezuela exporta han desencadenado la situación actual.
Un nuevo triunfo de Maduro podría desatar sanciones petroleras de Estados Unidos y una nueva condena internacional.
En la jornada, altos funcionarios estadounidenses como el secretario y subsecretario de Estado, Mike Pompeo y John Sullivan, respectivamente, ratificaron que desconocerán el resultado de las elecciones y anunciaron que Washington considera activamente aplicar sanciones petroleras.
Maduro dijo, en una breve declaración a periodistas en el palacio de gobierno y al ser consultado sobre lo dicho por Pompeo y Sullivan, que “la agresión proveniente del gobierno del Ku Klux Klan contra el pueblo de Venezuela está muy desprestigiada”.
Las críticas de Estados Unidos son las mismas de varios países extranjeros, incluyendo naciones de América Latina.
En un mensaje en su cuenta de Twitter, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, reiteró el domingo que su país no reconocerá las elecciones porque “no cumplen con estándares mínimos de una verdadera democracia”.
Con sus líderes más populares encarcelados o con prohibición para postularse, la coalición opositora llamó a abstenerse para no legitimar lo que llama una “dictadura”.
“Yo no salí a votar (...), ya estos resultados se conocen antes de que empiece el día. Ganará Maduro y yo me preparo para emigrar, quizás dentro de un par de meses”, dijo Jouseline Martínez, una comerciante de 36 años, en la central ciudad de Valencia. “Esto no lo aguanta nadie”.
En la capital Caracas, en Maracaibo, Barquisimeto, San Cristóbal, y en la occidental Barinas se vio poca gente votando en los centros designados, según testigos de Reuters. Pero el gobierno dijo que en las primeras horas de la mañana ya habían sufragado 2,5 millones de venezolanos.
“Siempre pasa lo mismo, cuando la gente no participa gana el gobierno”, dijo José Rocha, un entrenador de boxeo que vive junto a un centro de votación señalando la calle casi vacía en Barquisimeto.
Puntos rojos. Aunque no se espera que le hagan sombra a Maduro, sus dos principales retadores son el exgobernador Henri Falcón, un exchavista que también pasó por la coalición opositora y busca conquistar a los oficialistas desencantados, y el pastor Javier Bertucci, que confía en movilizar el voto evangélico del país.
Cerca de los lugares de votación en distintas ciudades del país el gobierno instaló “puntos rojos”, puestos callejeros en donde se escanea el “carnet de la patria” que tienen muchos venezolanos, un documento emitido por el gobierno con el cual reciben beneficios como cajas de alimentos subsidiados y bonos.
La oposición dice que es una forma de asustar a los empobrecidos venezolanos que dependen de esa ayuda para que voten por Maduro. “Es descarado y ventajista”, se quejó Falcón.
“No es el día hoy para estar ofreciendo comida (...), me parece un descaro absoluto”, coincidió Bertucci.
Pero el segundo hombre del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, desestimó las denuncias de los candidatos y dijo que eran “una excusa chimba (fraudulenta)” porque sabían que carecían de votos suficientes.
Maduro ha llamado a los 20,5 millones de ciudadanos empadronados a salir a votar. Por la tarde del domingo, el mandatario dijo que el Gobierno iba a facilitar transporte para que fueran a votar los que aún no lo habían hecho.
El gobierno ha acelerado también con su aceitado aparato la distribución de cajas de alimentos a precios subsidiados a los que menos tienen, el electorado históricamente más fiel al chavismo.
“Tengo tres hijos y con la caja me va muy bien”, dijo Janneth Pérez, de 39 años y residente de la inmensa barriada de Petare, en un mitin oficialista. “Seguiré apoyando a Maduro hasta que Dios salga de mí”.
Algunos empleados de dependencias públicas dijeron que recibieron mensajes en sus teléfonos en los que se los obliga a reportar si sufragaron.
“No voy a votar, para qué si ya sabemos. Es lo mismo de siempre. Prefiero venir a buscar el agua que la necesitamos que perder mi tiempo en eso”, dijo Raúl Sánchez, un comerciante de 48 años que recolectaba agua en una toma clandestina en la ciudad caribeña de Punto Fijo porque su barrio llevaba casi un mes sin el servicio.