Las protestas no cesan en Brasil a menos de cuatro semanas del inicio del Mundial: la policía de Sao Paulo detuvo a manifestantes armados, la de Recife suspendió su huelga para detener los saqueos y la de Río de Janeiro tuvo que hacer frente a violentos tumultos.
Este 15 de mayo fue un día de caras largas en Brasil. Quienes tomaron las calles de Río de Janeiro para protestar contra el alto costo del campeonato mundial de fútbol exigieron que las fuerzas de seguridad respetaran el derecho a la libre manifestación durante el evento deportivo, pero la policía militarizada de esa ciudad advirtió que no cambiaría su forma de operar si se presentan tumultos.
El comandante del Batallón de Choque de Río, André Luiz Araújo Vidal, agregó que el entrenamiento de su unidad es dirigido por agentes del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés). El adiestramiento, que termina este viernes (16.5.2014), tiene por objetivo impartir prácticas de control de disturbios civiles. Pero aún sin la instrucción adicional completa, la policía militar de Río tuvo que poner coto a violentos disturbios. Por su parte, la de Sao Paulo arrestó a al menos veinte personas.
Confrontación en Sao Paulo. Los gendarmes de Sao Paulo informaron que los detenidos eran integrantes del movimiento Black Bloc y que llevaban consigo martillos y cocteles molotov. La concentración de Sao Paulo empezó sin sobresaltos, pero, al caer la noche, un grupo comenzó a actuar agresivamente e intentó destruir la infraestructura de varios establecimientos. La policía usó bombas de gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a los violentos.
No todos los manifestantes exhibieron un comportamiento agresivo. Miles de sindicalistas e integrantes del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) tomaron las calles de Sao Paulo, bloqueando el tránsito con barricadas y concentraciones humanas. El eslogan “¡Queremos casas nivel FIFA!”, coreado por muchos de ellos, resume en cuatro palabras los motivos que llevan a tantas personas a protestar en Brasil.
Fin de la huelga de policías en Recife. La policía militarizada de Recife, que comenzó un paro hace dos días para demandar aumentos salariales de entre el 30 y el 50%, aceptaron una contraoferta de apenas 14% más el equivalente a US$227 mensuales y reiniciaron sus actividades al final de una jornada marcada por la violencia: la huelga de los agentes dio pie a asaltos masivos y saqueos a comercios que paralizaron la vida pública.
El caos en Recife obligó a la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) a aplazar hasta junio dos partidos del Campeonato Brasileño programados para este fin de semana, entre Náutico y Vasco da Gama, y entre Sport y Bahía. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, envió efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad y del Ejército a la capital del estado de Pernambuco para restablecer el orden.
Decepciones por venir. Augusto Nardes, presidente del Tribunal de Cuentas, comentó que el Mundial 2014 decepcionará a muchos brasileños y que algunas sedes de juegos pasarán vergüenza debido al atraso de ciertas obras de construcción. Nardes visitó varias de las ciudades donde se disputarán partidos y aseguró haber quedado negativamente impresionado. “Cuiabá parece un campo de batalla”, dijo de la capital del estado de Mato Grosso.
Tres estadios siguen dando la impresión de que no estarán listos cuando se inaugure el Mundial, dentro de veintiocho días; la Arena Pantanal de Cuiabá es uno de ellos. Un obrero murió electrocutado la semana pasada en sus instalaciones, transformándose en la octava víctima mortal que se registra en las obras de los estadios para el torneo.