La sociedad mexicana se muestra dividida en cuanto a la posibilidad de legalizar el consumo de marihuana. Pero en todo el continente se extienden iniciativas de despenalización. Esto podría impactar en México.
"La guerra se acabó, si tú lo quieres". Con este lema, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) promueve el voto a favor de la legalización de la marihuana en México. La organización quiere recabar 15.000 firmas entre los habitantes de la Ciudad de México a fin de llevar la petición a la Cámara de Diputados.
La campaña se produce en medio de un debate en México sobre la despenalización del uso de la cannabis. El tema ocupa encabezados en los principales medios mexicanos y pone el dedo en una llaga profunda de la sociedad mexicana: la llamada “guerra contra las drogas”. La discusión se desató luego de que la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART) interpusiera un amparo contra la prohibición de cultivar y producir marihuana para uso personal. Un recurso a favor de revisar el fallo contra SMART fue admitido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), uno de cuyos ministros presentó incluso un proyecto a favor de legalizar dicho consumo de marihuana.
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Yerba buena y mala. “En México se ha satanizado terriblemente a la marihuana”, dice Armando Santacruz, asesor honorario de SMART y gerente en una empresa química. “Si el Estado renuncia a sus funciones y traspasa al crimen organizado el control de sustancias peligrosas, es lo peor que podría pasar”, dijo Santacruz en una entrevista con el diario El País.
En teoría, el consumo de cannabis en México es legal. De acuerdo con la Ley General de Salud, la posesión de hasta cinco gramos de la yerba no es punible. Los críticos señalan que normalmente las porciones que se ofrecen a la venta son mucho más grandes, y que los consumidores serían considerados criminales a causa de ello.
Según estas opiniones, lo único que trae consigo la prohibición del consumo de marihuana es que las mafias de la droga hagan mejores negocios mientras crece la sobrepoblación en las cárceles. Cerca de un tercio de todos los internos en prisiones mexicanas fueron sentenciados por la posesión de marihuana, dice el activista de SMART. Además, 40% de todos los ingresos de grupos narcotraficantes son por el negocio ilegal con cannabis, agrega.
Consumo permitido, prohibida la venta. Las condiciones actuales apuntan a un cambio. No solo en Uruguay han legalizado la venta y el consumo regulados de marihuana. También Brasil, que entre tanto se ha convertido en uno de los grandes mercados de consumo, debate a nivel de suprema corte si la posesión en pequeñas cantidades debe o no ser legalizada.
Para México, la liberalización gradual del consumo en varios estados de la Unión Americana ha sido decisiva. Pero la demanda en el norte define los negocios en el sur. Alaska, Colorado, Oregon y Washington han optado por la legalización. En California, el consumo privado de cannabis es legal.
Algunos países de América Latina esperan que la ola despenalizadora se extienda en 2016. Por iniciativa de Bolivia, Colombia, Guatemala, México y Uruguay, se llevará a cabo una asamblea extraordinaria de la ONU sobre el tema de las drogas.
La Comisión Global de la ONU para la Política contra las Drogas llegó en 2014 a una conclusión clara: “La criminalización del uso y la posesión de drogas tiene poco impacto en el consumo en las sociedades abiertas”, dice el organismo. “Todo indica que el encarcelamiento y la sentencia a asistir a tratamientos de desintoxicación causan más daño que beneficios”.
Mirada al vecino. Jorge García Robles, experto en asuntos relacionados con las drogas, considera que “no será posible parar la legalización a largo plazo”. Hay fuertes resistencias, pero todo indica que en los años venideros muchos países aceptarán el consumo privado de marihuana.
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El autor del libro “Antología del vicio” se muestra escéptico en cuanto a que los políticos mexicanos den pasos para promover la legalización. Solo un cambio de política en Estados Unidos haría que en México se produzcan cambios, dice García Robles.
Cualquiera que sea el fallo de la Suprema Corte, Santacruz, de SMART, considera que algo se ha ganado ya. “Dimos un paso más hacia la legalización, y con ello hemos colaborado a que la opinión pública cambie.”