Marina Silva parece ser la contrincante más fuerte de la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Con una vida llena de drama y misterio, su carisma y compromiso medioambienal son sus mejores armas.
La vida de Marina Silva está marcada por el número de veces que la exsenadora ha engañado a la muerte: ha superado tres hepatitis, cinco malarias, una leishmaniasis y una contaminación por mercurio. Su infancia no fue nada fácil en las plantaciones de caucho en Bagazo, en el Acre, donde vivió bajo la constante amenaza de la malaria y el sarampión. Sus padres tuvieron once niños, pero solo ocho de ellos sobrevivieron.
Hoy, a sus 56 años, la muerte continúa rondando a la nueva candidata. Recientemente, Marina escapó de un accidente de avión que acabó con la vida de su compañero Eduardo Campos. A última hora cambió su vuelo y abordó un avión comercial hacia Sao Paulo, donde tenía organizadas algunas reuniones de campaña.
“Existe una providencia divina en torno a mí, a Renata y a Miguel (la mujer y el hijo de Campos, que acostumbraban a viajar con él), misterios que nunca llegaremos a comprender”, dijo a los periodistas de camino a Recife para atender el asistir al exgobernador de Pernambuco.
La tragedia, entretanto, ha representado un soplo de vida en la carrera política de Marina. Como candidata actual a la presidencia del Partido Socialista Brasilero (PSB), se espera que Marina pueda pasar a la segunda vuelta de las elecciones, y tiene posibilidades reales de ganar. Para muchos especialistas, la ex senadora nunca estuvo tan cerca de la presidencia.
Las cifras, a su favor. Según una encuesta de Datafolha publicada a principios de esta semana, un 36% de los votos irían para Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, o PT), a quien le seguiría Marina Silva, con 21%, y Aécio Neves, con 20%. En su candidatura a la presidencia en 2010, Marina recibió casi 20 millones de votos: fue el mejor resultado de candidato que logró el tercer lugar desde la redemocratización del país.
A pesar de ser más conocida que Campos, Marina acordó quedarse con la vicepresidencia del partido PSB; una decisión que pilló por sorpresa incluso a sus seguidores más cercanos. La propuesta fue idea de la misma exsenadora en octubre de 2013, cuando el Tribunal Superior Electoral vetó la creación de su partido, Red de Sostenibilidad.
Los seguidores de PT y del Partido de la Democracia Social Brasileña (PSDB) argumentan que la conmoción nacional causada por la muerte de Campos puede ser estar influyendo en el incremento de votos de Marina observado en el último sondeo, y confían en que este efecto catártico se rebaje a lo largo de la campaña. Su estrategia es desgastar la imagen de Marina con sus discursos arrojando dudas sobre su capacidad de gestión: ella fue concejal, diputada federal, senadora y ministra del Medio Ambiente en el gobierno de Lula. Su comodín es el malestar que algunas de las posiciones de la ex senadora podrían causar en el electorado, principalmente en los terrenos de la religión y el medioambiente.
Una candidata atípica. Por una parte, Marina pertenece a la iglesia evangélica de la Asamblea de Dios, y es tachada por ello muchas veces de “fundamentalista” y “radical”. En contraste con ello, el perfil medio de los electores de la exsenadora, según Datafolha, es el de gente joven, bien formada, con alto poder adquisitivo y entorno urbano: gente con opiniones más liberales. Por ello, según los especialistas, Marina podría perder votos por tener unas posiciones consideradas “demasiado conservadoras”.
Por otra, Marina es conocida por su compromiso medioambiental, que comenzó ya desde su adolescencia. Durante sus estudios universitarios en Rio Branco conoció al líder activista Chico Mendes, con el que organizó movilizaciones a gran escala para impedir la deforestación de áreas boscosas. Con ello entró a la política, y en 1988 fue la concejal más votada de Rio Branco. Al asumir el cargo, devolvió dinero que le había sido otorgado como parte de su encargo, lo que atrajo la atención de oponentes y votantes. Así comenzó su exitosa carrera política.
Pero ese mismo año, la muerte volvió a rondarla. La lucha medioambiental llevó a su amigo Chico Mendes a ser asesinado en la puerta de su casa. Un duro golpe para la concejala en aquel entonces.
Dos años después, Marina fue elegida diputada federal, de nuevo con récord de votos, y en 1994 llegó a Brasilia como la senadora más joven de la historia de la República. Su compromiso con el medio ambiente le ha valido varios premios internacionales así como un lugar en la lista de The Guardian de las 50 personas que podrían salvar el planeta en 2007. En el ministerio de Medio Ambiente de Lula da Silva consiguió reducir la deforestación del Amazonas en 57% en apenas tres años.
Con atípicos discursos, en los que en lugar atacar a sus oponentes hace un gran uso de metáforas y parábolas (lo que ha hecho que muchos los tilden de “mesiánicos”), y su nueva política dirigida a un público cada vez más insatisfecho con el sistema actual, Marina parece ir por la vía directa hacia el puesto más alto de la política brasileña.