El despliegue de equipamiento y personal especializado es continuo en el puerto de Comodoro Rivadavia, una ciudad patagónica del sur argentino que dista a menos de 500 kilómetros de la última ubicación conocida del submarino perdido, en el Golfo San Jorge, al sudeste de la Patagonia argentina.
El mundo sigue el caso con premura: a partir de esta semana las condiciones climáticas podrían mejorar y la coalición de países que presta ayuda a Argentina –encabezada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Chile– podrían hacer contacto. Bajo un mar turbulento con olas de seis metros y vientos extremos, el destino del submarino ARA San Juan de la Armada Argentina y sus 44 tripulantes, desaparecidos el miércoles 15 de noviembre, depende ahora de los buques, submarinos, sondas, buzos y aviones de la operación internacional que comanda el gobierno argentino.
“Cuando recibimos el pedido de apoyo a los esfuerzos de búsqueda de parte de Argentina, pusimos inmediatamente en preparación al Comando de Rescate Submarino (URC, por sus siglas en inglés)–afirmó a Deutsche Welle (DW) José Ruiz, vocero de la Oficina de Asuntos Públicos del Comando Sur de Estados Unidos–. Coordinamos tan rápido como nos fue posible los equipos que teníamos a disposición y que, en un inicio, fue el avión P-8A Poseidón (un avión Boeing 737-800 de la Armada de Estados Unidos especializado en detectar submarinos), necesario para la búsqueda aérea, al que también se unieron vehículos subacuáticos (el Bluefin 12D y tres Iver 580), que pueden ayudar escaneando el fondo del mar.”
Despliegue internacional. El despliegue de equipamiento y personal especializado es continuo en el puerto de Comodoro Rivadavia, una ciudad patagónica del sur argentino que dista a menos de 500 kilómetros de la última ubicación conocida del submarino perdido, en el Golfo San Jorge, al sudeste de la Patagonia argentina. El comandante de la Armada de Estados Unidos, Michel Erbelein, junto con el capitán de navío de la Armada Argentina, Gabriel Actis, quedaron a cargo del operativo que se realiza de acuerdo al Protocolo Internacional de Escape y Rescate de Submarinos, en el cual participan 11 países y cuya oficina funciona desde 2003, luego de la conocida tragedia del submarino ruso K-141 Kursk. “El personal estadounidense destinado a la búsqueda está altamente calificado y realiza ejercicios y prácticas continuas en escenarios de búsqueda de submarinos perdidos”, agregó Ruiz.
Al puerto de Comodoro Rivadavia llegaron desde el lunes (20.11.17) al mediodía y durante toda la madrugada submarinos dirigidos por control remoto, cámaras para el rescate de personas, cámaras para descomprimir la presión y sondas, además de los remolcadores Skandi Patagonia, un enorme buque con helipuerto, y el Sofía, un barco más pequeño, ambos de bandera noruega. La búsqueda submarina es una tarea titánica que ya reunió, según el informe oficial publicado el lunes por la Armada Argentina, a 15 medios aéreos y 17 navales que rastrillan un área de operaciones de 482.507 kilómetros cuadrados en el Mar Argentino.
En busca de señales. Mientras las autoridades de Brasil, Francia, Alemania, Perú, Uruguay y Colombia pusieron a disposición de Argentina sus equipos de asistencia; Chile y Gran Bretaña comprometieron embarcaciones y aviones especializados a la zona de rescate. “El buque rompehielos HMS Protector y el avión de transporte pesado RAF C-130 Hércules ya se unieron a la búsqueda del submarino y están poniendo toda su tecnología a disposición –planteó a DW Jools Howe, comandante de la Marina Real Británica–. A éstos pronto se sumarán el barco HMS Clyde y miembros de la tripulación especializada de paracaidistas submarinos. Nuestros equipos están enfocados en la tarea de búsqueda en aguas profundas y seguimiento visual aéreo.”
La operación arrancó con buques de la Armada Argentina en la madrugada del viernes (17.11.17), más de 36 horas después de la última comunicación exitosa con el submarino, y mantuvo en vilo a la opinión pública cuando fueron detectadas siete llamadas satelitales desde el lugar de la desaparición que luego, sin embargo, fueron descartadas por el propio portavoz de la fuerza, Enrique Balbi. La falsa alarma, más tarde asociada a animales marítimos, despistó por un instante a los equipos de búsqueda, que al día de la fecha cuentan con la tecnología más avanzada del mundo entre radares de contacto, sonares a bordo y dispositivos de vigilancia. “Estamos usando toda nuestra tecnología y estamos buscando una caja negra o cualquier tipo de señal de parte del submarino perdido”, afirmó Howe.
En el suelo marino. La Armada de Chile puso a disposición, por su parte, el buque ASG-61 Cabo de Hornos, una de las naves científico-marinas más modernas del mundo y que hace un mes participó de un ejercicio de salvataje de un submarino en el Golfo de Arauco, en la costa chilena del Océano Pacífico, en conjunto con EE.UU. “Para la posible tarea de barrido del fondo marino, el AGS-61 cuenta con ecosondas multihaz, perfilador de fondo marino con penetración hasta 100 metros en sedimento blando, perfilador de velocidad del sonido hasta 1.000 metros y subsistemas de posicionamiento acústico de alta precisión, entre otros equipamientos”, describió a DW el director de Comunicaciones de la Armada de Chile, capitán de Navío Leonardo Chávez Alvear.
Como en un viaje invertido, desde la superficie del mar miran hacia las profundidades sondas, buques y aviones para detectar los vestigios de una señal de alarma: la hipótesis principal es que el submarino tuvo un problema en el sistema de comunicación. “El rescate de los tripulantes, una vez ubicado, dependerá de las condiciones de profundidad en la cual se encuentre, tareas que se realizarían con medios de Estados Unidos”, planteó Chávez Alvear. El mar agitado del Atlántico Sur encubre la posición del submarino argentino, una pieza de metal de 66 metros de largo y siete de ancho fabricado por la empresa alemana Nordseewerke a mediados de los 70, dificultando el barrido de una área de casi medio millón de kilómetros cuadrados de suelo marino.