Temer compró unos zapatos de la marca china Satchi, que le costaron US$120 y también un perro de juguete que habla mandarín.
Como si el nuevo presidente de Brasil, Michel Temer, no tuviera suficientes problemas (masivas protestas en Sao Paulo, situación económica compleja, país dividido por la destitución de Dilma Rousseff), ahora es blanco de críticas por comprar productos chinos.
Una imagen del presidente comprando unos zapatos en el centro comercial de Hagzhou, al que acudió en uno de los pocos ratos libres que tuvo en su agenda de trabajo del G20, durante su primer viaje internacional desde que heredó el cargo de la presidenta destituida.
Temer compró unos zapatos de la marca china Satchi, que le costaron US$120 y también un perro de juguete que habla mandarín. Inmediatamente le llovieron críticas por no comprar brasileño. La oposición aprovechó para recordar que Brasil aplica un arancel especial a los zapatos chinos desde 2009 como una medida de protección contra la supuesta competencia desleal del gigante asiático, al que acusa de vender por debajo del precio de costo.
La Asociación de Industrias de Calzados de Brasil (Abicalzados) no quiere poner el grito en el cielo por la polémica compra de Temer en China, país que “amenaza la supervivencia del sector”, pero sí desea que el mandatario luzca zapatos nacionales en los pies, en palabras del presidente ejecutivo de la patronal, Heitor Klein.
El presidente explicó que tuvo que hacer la compra porque se le rompió el único par de zapatos que había llevado al viaje.
“Voy a garantizar que Temer esté siempre bien abastecido y, en la primera ocasión que tenga, le voy a decir que los zapatos brasileños merecen que los use”, dijo Klein en declaraciones a Efe.