Desde la caída de la URSS en 1991,Yevgueni Dzhugashvili, que era ciudadano ruso y georgiano, saltó a la política para defender el legado estalinista, aunque nunca obtuvo un acta de diputado en la Duma rusa.
Un nieto de Stalin, Yevgueni Dzhugashvili, murió este jueves a los 80 años de edad en Moscú, tras dedicar los últimos años de su vida a defender el buen nombre del dictador soviético, que falleció en 1953. Dzhugashvili, hijo de Yákov, el primogénito de Stalin, que se suicidó al caer prisionero de los nazis y rechazar cualquier colaboración, estuvo involucrado en numerosos procesos judiciales en los que denunció a los que acusaban a su abuelo de represiones masivas.
En particular, tachó de "mentira" el fusilamiento de más de 20.000 oficiales polacos en la localidad de Katyn (1940-1941), que ha sido reconocida por el propio presidente ruso, Vladímir Putin. Mi abuelo Stalin. ¡Un santo!, es el título del libro de memorias publicado en 2015 por su nieto, ingeniero de formación y que participó a principios de los años sesenta en los preparativos del lanzamiento del primer hombre al espacio.
Críticas de Putin a Stalin y otros exlíderes soviéticos. Desde la caída de la URSS en 1991, Dzhugashvili, que era ciudadano ruso y georgiano, saltó a la política para defender el legado estalinista, aunque nunca obtuvo un acta de diputado en la Duma rusa. Precisamente, ayer en ciudad de Gori, situada a unos 80 kilómetros al este de la capital georgiana, Tiflis, se celebró un mitin para recordar el 137 aniversario del nacimiento de Iósif Stalin, su paisano más famoso. "A Stalin lo acusan de todos los pecados, pero es parte de nuestra historia; es el hombre más grande que ha dado Georgia, derrotó el fascismo. Nosotros simplemente honramos su memoria", dijo el líder de los comunistas de Gori, Alexandr Lursmanashvili.
Mientras, hoy el teatro Gógol de Moscú estrena el espectáculo "El entierro de Stalin", en el que se carga contra los renovados intentos de rehabilitar la figura del dictador, que incluye una exposición con los retratos de personas enviadas al GULAG. El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó esta semana conmemorar con distintos actos en 2017 el centenario de la Revolución Bolchevique que llevó al poder a Lenin y a Stalin, aunque recientemente advirtió contra el peligro del resucitar los viejos antagonismos.
En los últimos años Putin no ha ahorrado críticas a los líderes soviéticos tanto por la represión masiva, como por su arbitrario trazado de las fronteras soviéticas, "bomba de relojería" que provocó su desintegración. "Hasta el día de hoy sentimos esta tragedia en carne propia. La magnitud fue colosal, fueron exterminadas decenas de miles, millones de personas. Por cierto, sobre todo, gente con ideas propias, aquellos que no temían expresarlas en público", aseguró.