La paternidad y la manutención de los hijos es otro legado incómodo de la misión de 13 años de Naciones Unidas, que estará finalizando en octubre después de haber sido enviada para estabilizar un país destrozado por la agitación política.
Port-Salut, Haití. Para Roseleine Duperval, la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) siempre le recordará una cosa: su pequeña hija de ocho años, nacida de su vínculo con un casco azul uruguayo, dijo.
Duperval integra un grupo de mujeres haitianas que decidieron embarcarse en un largo y -en parte- infructuoso camino para exigir a las fuerzas de paz a contribuir económicamente con la crianza de sus hijos, engendrados junto a efectivos mientras estaban al servicio de Naciones Unidas.
Pese a que algunas de ellas tuvieron éxito con sus demandas de paternidad, casi ninguna logró manutención para sus hijos.
"Desde que quedé embarazada, él nunca envió dinero", dijo Duperval, quien aún conserva los documentos de identidad del padre de su hija Sasha Francesca, que aparentemente se los dejó con el objetivo de asumir legalmente la paternidad de la niña.
"Tengo que llamar amigos todo el tiempo para que me ayuden a mantenerla", afirmó.
La paternidad y la manutención de los hijos es otro legado incómodo de la misión de 13 años de Naciones Unidas, que estará finalizando en octubre después de haber sido enviada para estabilizar un país destrozado por la agitación política.
La misión introdujo una epidemia de cólera que mató a unas 10.000 personas y también ha sido cuestionada por acusaciones de agresión sexual.
En los últimos años fueron confirmados siete niños haitianos como hijos legítimos de efectivos de las fuerzas de mantenimiento de la paz, según cifras publicadas en el sitio web de la Dependencia de Conducta y Disciplina de Naciones Unidas.
En tanto, más de dos docenas de mujeres haitianas continúan bregando por confirmar la paternidad de sus hijos, ocupando el segundo lugar detrás de la República Democrática del Congo respecto al número de demandas contra una misión a nivel mundial desde 2010, según datos de Naciones Unidas.
Los casos evidencian asimismo la falta de rendición de cuentas, dicen los críticos, ya que muchas de las demandas de paternidad nunca se confirman. Inclusive, cuando se demuestra, rara vez se brinda apoyo financiero a las madres.
Las relaciones sexuales entre los casos azules y los residentes de los países que reciben una misión son enérgicamente desalentadas en el marco de "política de tolerancia cero" que emplea Naciones Unidas contra la explotación y el abuso sexual.
No obstante, el organismo no se hace responsable de la asistencia financiera a los niños engendrados por efectivos durante una misión de mantenimiento de la paz y considera que los países que participan, o los propios padres, son los responsables por el apoyo económico.
En los hechos, ello a menudo significa que las madres deben criar solas a sus hijos en algunas de las naciones más pobres y conflictivas del mundo.
"Si usted ignora el tiempo suficiente el problema de la paternidad, desaparecerá", dijo Sharanya Kanikkannan, del grupo activista Code Blue, con sede en Nueva York, que trabaja para poner un punto final a la impunidad del abuso sexual por parte del personal de Naciones Unidas.
"Las misiones siguen adelante; los niños crecen", dijo.
Esperando respuestas. Un periodista de Reuters entrevistó a cuatro mujeres en la ciudad costera de Port-Salut en Haití, quienes junto con sus hijos se sometieron a pruebas de ADN con el propósito de establecer su paternidad.
Las mujeres indicaron que funcionarios de Naciones Unidas solicitaron en 2014 que aquellas que afirmaran haber dado a luz a "bebés de la MINUSTAH" viajaran a la capital, Puerto Príncipe, para realizarse las pruebas.
Ismini Palla, portavoz de misiones de mantenimiento de la paz en Nueva York, confirmó que las pruebas de ADN se realizaron y agregó que Naciones Unidas facilitó que se hicieran pero no las llevó a cabo. Tampoco fue aclarado de inmediato quién hizo o pagó las pruebas.
Las cuatro muestras de las mujeres fueron enviadas a Uruguay, el país de origen de los supuestos padres, donde las autoridades fueron encargadas de localizar a los hombres y realizar sus propias pruebas de ADN, dijo Palla.
De las cuatro mujeres entrevistadas por Reuters, las pruebas de ADN demostraron que en dos de los casos se confirmó la paternidad por parte de cascos azules uruguayos, dijo Palla.
Sin embargo, los otros casos, incluido el de Duperval, no pudieron confirmarse porque los militares uruguayos no lograron localizar a los presuntos padres, explicó la portavoz.
Las cuatro mujeres entrevistadas por Reuters afirmaron que Naciones Unidas nunca les comunicó los resultados de las pruebas, pero Palla resistió esa afirmación.
Legado mixto. El abogado haitiano Mario Joseph representa a 10 mujeres, entre ellas Duperval, que dicen tener hijos junto a efectivos de las misiones de paz de Naciones Unidas. Joseph planea presentar una demanda contra el organismo internacional ante los tribunales de Haití por manutención para los niños, aunque no precisó cuándo.
"Naciones Unidas, que promueve los derechos humanos, no respeta los derechos de los haitianos", dijo Joseph.
A nivel global, las misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas han enfrentado 111 denuncias de paternidad, según datos del organismo, y solo 17 fueron confirmadas, incluyendo las siete de Haití. Las cifras no están a disposición del público previo a 2010.
Las Naciones Unidas han comprometido nuevos esfuerzos para aumentar el apoyo a las víctimas de abusos y explotación sexual, como un informe presentado en febrero por el secretario general, Antonio Guterres, que prometió poner a las víctimas en primer lugar.
Pero Naciones Unidas ya había anunciado acciones contra el abuso sexual, ante lo cual los críticos se preguntan si las medidas propuestas realmente abordarán cuestiones de fondo.
"No son personas que piden caridad", dijo Kanikkannan, del grupo de Code Blue. "Son personas que están reclamando derechos", finalizó.