El presidente uruguayo explicó que por sus años de guerrillero y por su origen en los barrios pobres, su lenguaje “íntimo, entre pocos” es “por momentos reo, áspero”.
El presidente José Mujica pidió disculpas por sus polémicos dichos sobre la mandataria argentina Cristina Fernández y su difunto marido, Néstor Kirchner, luego de decir “esta vieja es peor que el tuerto”, la semana pasada.
"Debo pedir sentidas disculpas a quienes pude lastimar en estos días por mis dichos", dijo Mujica en su audición radial de M24 este jueves.
El mandatario inició su alocución y recordó que “quedó como bloqueado” por su “disciplina enorme” de compromiso por “muchos años” durante su pasado como guerrillero. “Nos quedaron de aquellos años muchas cosas”, indicó.
Mujica dijo que por ese motivo y por su origen en la pobreza, su hablar “corriente e íntimo” es “por momentos reo, áspero”.
“Por efecto de aquellos años y de aquella dura peripecia de andar en la cárcel, en Punta Carretas, de rebotar por los cuarteles -conozco más de 80 calabozos-, a lo que hay que sumar origen -vengo de los barrios pobres-. Estoy hablando de casi 60 años”, relató. “Otro Uruguay, pero que es determinante en muchas cosas”.
“A resuelta de todo esto, no podemos evitar que nuestro hablar corriente e íntimo, entre pocos, nuestro lenguaje por momentos reo, es áspero, diría, entre comillas, francamente canero”, señaló.
“Por muchos años tuvimos que cultivar un decir, un hablar para cuarteles”, explicó. “Había que comunicarse adoptando las formas en esa lucha por sobrevivir. Ese lenguaje que está a leguas del discurso público, que poco tiene que ver con el discurso, con la prensa, tiene que ver con las relaciones íntimas, entre muy pocos, inevitablemente arrastra en sus modismos nuestras propias historietas”, se justificó Mujica.
“Mono, Camello, Lagarto, Tuerto, Rengo…”. Mujica señaló que durante la dictadura “hubo que hablar por años con presos comunes y soldados". "Esto importaba, porque acechábamos la oportunidad de ser libres. Dos veces nos fugamos y otros tantos intentos. Pero ese lenguaje en la intimidad quedó grabado para siempre porque hubo que ser mordaz y burlesco y con nosotros mismos para poder hacer en el dolor una sonrisa caustica que ayudaba a sobrevivir”, señaló.
“Desde entonces reinan entre nosotros los sobrenombres: Mono Camello, Lagarto, Tuerto Rengo, etcétera”, expresó. “Y también, en ese chamullo de dos o tres, la exageración como contracara del vacío existencial que nos tocaba vivir”, explicó.
“Vuelvo a repetir, más que lenguaje, chamullo. Un decir entre pocos casi susurrando, donde lo que importa es la finalidad, un tanto conspirativa, no importa la verdad absoluta. Es un lenguaje canero de resistencia, que siempre le está acechando a la fuga porque sueña con la libertad. Es un lenguaje herramienta y no causa. Que juega para los íntimos y que no puede ni encajar nomás con el lenguaje de la libertad de presa y el discurso público”, sostuvo.
Las disculpas. Mujica prosiguió: “Una vez que ha sido violentado la intimidad, por el juego del mercado, no tengo otro camino, porque todo esto que estoy relatando lo pueden entender muy pocos, los que vivieron este tipo de peripecias, debo pedir sentidas disculpas a quienes pude lastimar por estos días con mis dichos, y sobre todo a quienes son como nosotros, integrantes del sueño de patria grande y federal”.
Caso Feldman: “Nadie nos pidió disculpas”. En el final de la audición, el presidente recordó el caso del contador Feldman y destacó que nadie le pidió disculpas por las acusaciones. “Hace ya casi cuatro años, en plena campaña electoral, cuando estaba en juego nada más y nada menos que la Presidencia de la República, parte de la libertad de prensa nos desató, aprovechando una coyuntura, una campaña que nos pintaba poco menos que propietarios del arsenal de Feldman”.
“Gran publicidad. Después las cosas llevaron su curso y su desenlace patético. Nada teníamos que ver. Sin embargo, nadie en aquel entonces nos pidió disculpas. Y nunca. Entonces son cosas que uno sencillamente tiene que decir como decímanos antiguamente en los barrios, ‘calavera no chilla’”.