El gobierno prepara el acto de asunción de Ortega para este martes con una gran celebración, que contempla la visita de los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, varios mandatarios de Centroamérica, el titular de Irán, Mahmud Ahmadinejad y el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, asumirá este martes un nuevo período de cinco años al frente del Ejecutivo tras ganar con contundencia el 6 de noviembre pasado las elecciones que siguen siendo fuertemente cuestionadas por la oposición, pese a una diferencia superior a 30 puntos sobre el seguidor inmediato.
El candidato del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Ortega, reunió en esos comicios 62,46% de los sufragios, seguido por Fabio Gadea, por la alianza PLI-UNE (Partido Liberal Independiente-Unidad Nicaragüense por la Esperanza), con 31,13%, y más atrás se encolumnaron el ex presidente Arnoldo Alemán (Partido Liberal Constitucional) con 5,67% y otros tres postulantes que no llegaron a uno por ciento.
El gobierno prepara el acto de asunción de Ortega con una gran celebración, con delegaciones internacionales y de todos los municipios y departamentos (provincias), según reportó la agencia cubana Prensa Latina citando a la vocera del gobierno nicaragüense y primera dama, Rosario Murillo.
Según Murillo, Ortega jurará "continuar desarrollando los programas sociales, económicos y culturales que le han permitido a la nación avanzar en la lucha contra la pobreza" y también tomar la iniciativa en las elecciones municipales de 2012.
A criterio de la dirigente sandinista, el modelo de "alianza y consenso con todos los sectores del pueblo", que defiende el gobierno, es la garantía de "la tranquilidad, la seguridad, la gobernabilidad y el éxito de todos los programas emprendidos".
Entre otros visitantes extranjeros estarán los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, varios de Centroamérica y el mandatario de Irán, Mahmud Ahmadinejad, quien inició esta domingo una gira por la región.
También está prevista la presencia del príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, a pesar de que grupos opositores pidieron formalmente a la embajada española en Managua que el representante de la Casa Real no participe de la reasunción de Ortega.
"Cuestionamos la presencia del príncipe en la toma de posesión de Ortega; España estaría avalando el fraude electoral y la dictadura de Daniel Ortega", declaró la dirigente del opositor Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM) Juanita Jiménez, citada por el rotativo nicaragüense Nuevo Diario.
Las fuerzas de oposición a Ortega, que comprenden tanto a partidos liberales como a escisiones del sandinismo, cuestionaron desde el vamos que el mandatario pudiera presentarse a aspirar a un nuevo mandato.
La Constitución de Nicaragua prevé en su artículo 147 que ningún ciudadano puede ejercer más de dos veces la presidencia y que estos mandatos no pueden ser consecutivos.
Ortega, que lideró el gobierno de la Revolución Sandinista que en 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza, fue electo presidente para el período 1985-1990 y luego de varios gobiernos liberales, en 2007 fue consagrado nuevamente para el período que concluye este 10 de enero.
Sin embargo, en 2009 la Corte Suprema de Justicia declaró "inaplicable" ese artículo para el mandatario. Sobre la base de ese fallo, el Consejo Superior Electoral rechazó en abril de 2011 todas las impugnaciones contra la candidatura de Ortega y dio vía libre al proceso electoral.
La amplitud con que el FSLN se impuso en los comicios del 6 de noviembre no acalló a los opositores, aun luego de que la OEA, que no pudo fiscalizar los comicios en algunos municipios, avalara la validez del amplio resultado a favor de Ortega.
En señal de protesta, los legisladores opositores electos amenazaron con no ocupar las 25 bancas que obtuvieron en la Asamblea Nacional (parlamento unicameral), donde el oficialismo supera los dos tercios, pero finalmente lo harán para no dejar al cuerpo con una sola voz.
Más allá de la reelección de Ortega, que se daba por descontada, el objetivo del FSLN en estos comicios era controlar la Asamblea Nacional para permitirle una reforma constitucional que habilite, si hiciera falta, una nueva reelección presidencial.