El sucesor de Felipe González en la presidencia de España sigue los pasos del socialdemócrata en más de un sentido: también José María Aznar persuadió a varios ex mandatarios de pronunciarse sobre la crisis venezolana.
Este lunes, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), dirigida por el político español José María Aznar, informó que 19 ex presidentes iberoamericanos habían firmado la Declaración de Panamá con miras a persuadir a los participantes de la VII Cumbre de las Américas de exigir “la liberación de los presos políticos y el restablecimiento del ejercicio de los derechos fundamentales” en Venezuela. “La alteración democrática que sufre el país se profundiza en lo social y económico”, reza parte del documento que será presentado este 9 de abril en la capital panameña, en vísperas del encuentro continental.
Hasta entonces, la iniciativa de Aznar había sido apoyada por los ex mandatarios Jorge Quiroga, de Bolivia; Sebastián Piñera, de Chile; Belisario Betancur, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, de Colombia; Óscar Arias, Rafael Ángel Calderón, Laura Chinchilla, Luis Alberto Monge y Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica; Osvaldo Hurtado, de Ecuador; Armando Calderón Sol y Alfredo Cristiani, de El Salvador; Felipe Calderón y Vicente Fox, de México; Mireya Moscoso, de Panamá; Alejandro Toledo, de Perú; y Luis Alberto Lacalle, de Uruguay. Un día después se les unieron el argentino Eduardo Duharte y los panameños Nicolás Ardito y Ricardo Martinelli.
El proyecto de Aznar –jefe del gobierno español entre 1996 y 2004– sigue los pasos al de su predecesor en el cargo, Felipe González (1982-1996), quien hace dos semanas invitó a varios exgobernantes latinoamericanos a demandar la liberación de los dirigentes opositores venezolanos Antonio Ledezma y Leopoldo López, y de las demás personas encarceladas por motivos políticos en ese país. Pero, ¿por qué ahora, si la ola de detenciones arbitrarias comenzó en febrero de 2014? ¿Y por qué son precisamente dos veteranos de la política española, que además asumen posiciones tan contrastantes ideológicamente, quienes abrazan esta causa? Las incógnitas se agolpan.
¿Por qué ahora? ¿Por qué lo que ocurre en Venezuela tiene tanta relevancia para el futuro de América Latina? ¿La tiene también para el porvenir inmediato de España? “La crisis venezolana es foco de atención porque se cree que con el proyecto chavista puede desaparecer un modelo de desarrollo por el que se apostó mucho. Eso tendría consecuencias directas para Ecuador y Bolivia, donde se cultiva la segunda variante latinoamericana de democracia directa basada en la inclusión de las poblaciones tradicionalmente excluidas”, sostiene Klaus Bodemer, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), ubicado en Hamburgo.
“La crisis venezolana se ha acentuado tanto, que es ineludible hacer alusión a ella en la arena internacional”, señala por su parte el investigador Ivo Hernández, de la Universidad de Münster. Bodemer lo secunda, acotando que “la crisis económica y las tensiones políticas ya se habían intensificado” en Venezuela. “Pero Barack Obama atizó nuevamente la polarización en el resto de América Latina, incluso en el seno de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), al declarar –palabras más, palabras menos– que el país caribeño constituía un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos”, subraya el experto del GIGA.
“Lilian Tintori y Mitzy Capriles, esposas de López y Ledezma, respectivamente, entraron en contacto con Felipe González, le pidieron que exigiera la liberación de los políticos y González accedió. Aznar seguramente se dijo a sí mismo, ‘si González puede hacerlo, ¿por qué yo no?’, y tomó una iniciativa similar, que no idéntica. Los dos expresidentes españoles no están trabajando juntos, pese a que, de cara a la cuestión venezolana, ambos se presentan como adalides del Estado de derecho”, comenta Bodemer. Cabe preguntar, sin rastro de cinismo, si hay también razones de política interior –española, valga el énfasis– tras las mociones de este par de estadistas.
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Venezuela y la política interior española. En España, donde el “chavismo ibérico” del partido Podemos goza de una aceptación con tendencia al alza, ¿pueden las causas venezolanas de González y Aznar levantar el perfil del Partido Socialista (PSOE) y el Partido Popular (PP), respectivamente? “Se puede decir que el PSOE gana puntos porque el frente de expresidentes liderado por González hace lucir a Podemos como un partido que apoya a un Gobierno –el de Nicolás Maduro– percibido como una dictadura”, dice Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg. “González y Aznar están enviando un mensaje tácito al electorado español”, coincide Bodemer.
“Ese mensaje parece ser: ‘Tengan cuidado al votar en los comicios presidenciales’ ”, opina el especialista del GIGA, no del todo seguro sobre las probabilidades de éxito de las propuestas de los exmandatarios españoles. A largo plazo se sabrá cuán riesgoso es el desafío de González: el socialdemócrata planea viajar a Caracas para unirse al equipo de abogados de López y Ledezma. A corto plazo –un día antes de la Cumbre de las Américas– se verá cómo es tomada la Declaración de Panamá. En todo caso, Ivo Hernández, de la Universidad Münster, no cree que el impasse Caracas-Washington eclipse al acercamiento Washington-La Habana en ese foro.
“Ni Obama ni el líder cubano Raúl Castro van a permitir que otros asuntos empañen el principal tema de sus agendas: el restablecimiento de las relaciones entre sus países”, dice Hernández, para luego elogiar las iniciativas de González y Aznar. “Algunos de quienes suscriben la Declaración de Panamá –como el colombiano Álvaro Uribe o el costarricense Óscar Arias– han venido ocupándose de la crisis venezolana desde hace mucho tiempo. Ellos han cuestionado a la ‘nueva izquierda’ y en particular al populismo chavista. Y, en su mayoría, los ex presidentes alrededor de González quieren rescatar la reputación de la izquierda”, acota Hernández.
“Es que el nombre de la izquierda está completamente enlodado en América Latina. ¡Eso no es izquierda! Felipe González, quien tiene vínculos muy fuertes con la izquierda europea y latinoamericana, quiere poner las cosas en perspectiva, tomar la noción de socialdemocracia y separarla de lo que ha sido una ‘sinvergüenzura’ continental. Y eso seguramente tendrá reverberaciones en España, donde su compatriota, el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, de una manera inesperada e increíble, se ha lanzado a refrendar la agenda de Podemos”, sentencia el catedrático de Münster.