Después de que los dos principales partidos de Grecia dejaran a un lado una acérrima rivalidad para darle el puesto esta semana, Papademos iniciará un debate parlamentario este lunes por la noche que culminará con una moción de confianza este miércoles sobre su gabinete.
Atenas. El nuevo primer ministro de Grecia, Lucas Papademos, tratará este lunes de aprovechar una poco habitual tregua política para forzar la aprobación de medidas de austeridad y una reforma dirigida a restablecer la destrozada credibilidad del país y evitar la quiebra.
Después de que los dos principales partidos de Grecia dejaran a un lado una acérrima rivalidad para darle el puesto esta semana, Papademos iniciará un debate parlamentario este lunes por la noche que culminará con una moción de confianza este miércoles sobre su gabinete.
A continuación, asistirá este jueves en Bruselas a la reunión del Eurogrupo de ministros de Finanzas, informó la televisión estatal, donde se prevé que describa el proyecto de presupuesto del país para el próximo año antes de debatirlo en el Parlamento el viernes.
Incrementando la presión estarán los inspectores de la "troika" del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Unión Europea, que empiezan a llegar a Atenas el lunes.
"Es muy probable que sea una visita corta para ponerse en contacto con el nuevo Gobierno", dijo una fuente cercana a la troika a Reuters. "Una misión mayor, que examinará más a fondo las políticas, se espera para diciembre", indicó.
Papademos reemplaza a Georgios Papandreou, cuya propuesta de celebrar un referéndum sobre las cláusulas del rescate del país llevó a líderes de la UE a plantear la amenaza de una salida griega del bloque de la moneda única.
Dado que tanto el Partido Socialista de Papandreou como el de su rival, el partido conservador Nueva Democracia, están en la coalición, Papademos superará previsiblemente sin problemas la moción de confianza.
Pero todos los ojos estarán puestos en la posición de líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, que sólo ha dado un apoyo tibio al Gobierno de unidad y al segundo rescate de Grecia por valor de 130.000 millones de euros.
El comisario europeo de Asuntos Monetarios, Olli Rehn, ha advertido que la UE y el FMI no liberarán los 8.000 millones de euros de préstamos que Grecia necesita para mediados de diciembre sin garantías escritas de todos los partidos de que respaldarán las medidas, pero Samaras ha dicho que no firmará ningún compromiso bajo presión externa.
Grecia debe asegurar el tramo para mediados de diciembre a fin de financiar el pago de bonos de 8.645 millones de euros a finales de año, según datos de Reuters.
Pisando los talones del nuevo gobierno griego, Italia se apresuraba el domingo a nombrar a una administración de emergencia después de que Silvio Berlusconi dimitiera para afrontar una crisis que ha desbancado rápidamente a Grecia como la principal preocupación de los mercados.
Por encima de las disputas. Con su experiencia como ex vicepresidente del BCE, la llegada Papademos, de 64 años, ha sido aclamada tanto por los griegos como por líderes de la UE, que habían arremetido contra la incapacidad del país para imponer el pago de impuestos, la venta de empresas estatales, alzas de impuestos y recortes de empleos públicos, salarios y pensiones.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, llamaron por teléfono a Papademos el sábado para instarle a cumplir plenamente con todos los compromisos de reforma de Grecia.
El jefe del BCE, Mario Draghi, y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, también lo llamaron.
Encuestas publicadas en los periódicos del domingo demuestran Papademos cuenta con el apoyo de tres de cada cuatro griegos.
Va a necesitar toda la buena voluntad que pueda obtener de votantes cansados e indignados si la economía se deteriora aún más y la troika recomienda más recortes del gasto público y aumentos de impuestos.
Se prevé que manifestantes de izquierda se concentren delante del Parlamento el lunes por la tarde en su primera protesta contra el nuevo gobierno, al que acusan de trabajar por los intereses de los banqueros.