Silvio Báez recomendó a la oposición seguir dialogando antes de viajar a Roma, donde fue trasladado por el papa Francisco por razones de seguridad.
"Me siento triste, llevo el corazón hecho pedazos por el dolor de dejar Nicaragua, pero voy sereno y en paz sabiendo que estoy siempre disponible para servir a Dios y a la iglesia”. Con estas palabras se despidió de su país el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, quien viajó a Roma a solicitud del papa Francisco, luego de que el religioso, opositor al gobierno de Daniel Ortega, recibiera amenazas de muerte.
Pese a que esa es la versión oficial, en círculos políticos nicaragüenses se especula que su salida es una forma de exilio para uno de los más ácidos detractores del orteguismo. Antes de abordar su avión, Báez –vestido de negro– expresó su deseo de que Nicaragua "un día llegue a tener una sociedad fundada en la justicia social de donde brote la paz verdadera, donde la pluralidad ideológica no sea un delito”.
Las críticas del sacerdote se hicieron más visibles tras el estallido de las protestas antigubernamentales de abril del año pasado, cuya represión deja más de 325 muertos, cientos de encarcelados y 62.000 exiliados. "Mi corazón esta muy dolido por la gente que ha sufrido, por los muertos, reprimidos”, dijo, antes de llamar a la oposición a que siga dialogando con el gobierno, porque "la única salida es la pacífica”.
Llamado a negociar. En un mensaje directo a la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, Báez los llamó a no romper las negociaciones, "porque si no les van a echar la culpa de que fueron ustedes los que no quisieron dialogar. Pero tampoco deben ser flojos, deben exigirles, llegar y estar ahí, y hacer verdaderamente que escuchen la voluntad de la mayoría del pueblo de Nicaragua”.
Este martes, representantes de la Alianza y el Gobierno sostendrán un encuentro para valorar un posible reinicio de las más recientes negociaciones, por petición del nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, y el representante de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Ángel Rosadilla, quienes actuaron como "testigos y acompañantes".
El diálogo nacional que se dio entre mayo y julio pasados, fracasó cuando Ortega incumplió con 15 compromisos adquiridos, antes de abandonar el mismo, alegando ser víctima de un "golpe de Estado fallido”, del que acusó al Episcopado, Báez incluido.