El presidente de Perú, Ollanta Humala, inaugura su segundo año remozando su gabinete, con el que reafirma la Hoja de Ruta, y espera resolver los conflictos sociales y recuperar la confianza empresarial.
Dicen que el 28 de julio el Cardenal expresó un discurso más político que el del presidente Ollanta Humala, que, pese al carácter del cargo, aún se dirige al país como un técnico que antepone el ‘qué’ sobre el ‘cómo’. En esta administración, la política, con la que se deberían enfrentar los conflictos sociales, para convocar a sectores hostiles, en un marco jurídico débil, ha quedado en manos de la PCM, donde existen más técnicos que políticos, lo que ha provocado que el término ‘fusible’ defina con exactitud al primer ministro, que se quema antes de que el presidente haga cortocircuito. En menos de 12 meses, pese a que no hubo un motivo contundente, dos personajes desfilaron ya por este sillón. Eficaces, pero a su estilo, ambos se desgastaron por cargar a sus espaldas a un presidente que se comunica mejor en Twitter que en una plaza pública.
En estos primeros 365 días, el sector privado transitó del susto al optimismo. Del pavor que generó la victoria del candidato del polo rojo, que originó una caída en el índice de la Bolsa de Valores de Lima, hubo un clima de serenidad. La administración progresista obtuvo la aprobación del empresariado, que celebró la continuidad del programa económico, con énfasis en la redistribución de los beneficios del modelo. La ratificación de Julio Velarde en el BCR, la designación de Luis Miguel Castilla en el MEF, con la participación activa de economistas menos liberales como Kurt Burneo, Félix Jiménez y Óscar Dancourt, parecía una mezcla destinada a garantizar la inversión privada, el crecimiento económico, sin conflictos sociales. Sin embargo, el proyecto Minas Conga reveló que esta fórmula no bastaba.
En diciembre, en la CADE 2011, los ejecutivos escucharon por última vez el choque entre dos bloques que emitían mensajes mixtos en un mismo gabinete. Por ese motivo, antes de empezar 2012, el sector privado saludó la selección de otro consejo, más ortodoxo que el primero, en el que el círculo de tecnócratas alrededor del ministro Castilla ganó predicamento. Con este gabinete se esperaba que reemplazar las palabras por la macana iba a encasillar a los opositores al proyecto Conga en el radicalismo extremo, hasta reducirlos a través del estado de emergencia a su mínima expresión. Sin embargo, esta táctica no contó con la terquedad de Gregorio Santos, ni con la falta de mensajes políticos del presidente Humala, que nunca supo explicar que el único que iba a experimentar la Gran Transformación era él.
Ahora el equipo presidido por Juan Jiménez, denominado el ‘gabinete del diálogo’, que transformó la unidad de conflictos en la Oficina del Diálogo Nacional deberá demostrar que esta vocación va más allá de los términos, para reconciliarse no solo con los empresarios, que siguen esperando que el proyecto Conga se ejecute, sino también con aquellas comunidades que desconfían más del Estado que de las mineras.
Desconganizando la agenda. Para César Villanueva, presidente de la región San Martín, así como representante de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR), resulta positivo que Humala no se haya referido en su mensaje a ningún conflicto particular, porque esta problemática no solo abarca a Cajamarca, sino a las 25 regiones. “Existen 24 regiones a favor del modelo económico, en el que el sector minero desempeña un rol protagónico. Pero como una hace más bulla que el resto, gana más atención. Eso terminó”. Según Villanueva, para frenar el apetito de poder que existe en Cajamarca, se deben impulsar las macrorregiones. Pese a que en la PCM existe la secretaría de descentralización no hubo ningún avance.
Durante la gestión del primer ministro Valdés, este solo conversó dos veces con Villanueva. Para el representante de San Martín, el Ejecutivo abandonó la reforma, pero casos como los del presidente de la región Moquegua, Martín Vizcarra, que apostó por el proyecto Quellaveco, por US$ 3.000 millones, así como el del presidente de Arequipa, Juan Manuel Guillén, que alentó el proyecto Cerro Verde, por US$ 4.000 millones, revelan que en esta tercera camada de presidentes ha prosperado un manejo más empresarial, que mira a las macrorregiones como sinónimo de eficiencia. “Sin haber hecho tanta bulla, lograron que la cartera minera, por US$ 53.219 millones a 2016, sin la que no se podría crecer por encima del 5%, se destrabara. Estos mismos presidentes van a corregir los defectos de la regionalización”. Sin embargo, para el sector privado aún existe otra lista de proyectos que gira a ritmo de Conga, que será clave para definir la fe de los empresarios en el Perú, que miran con más temor lo que sucede en entidades como ProInversión que en la Unión Europea.
Contra la congeladora. “Los industriales sabemos que las economías son cíclicas. Pero, para invertir, se debe saber adónde va el país. Y la paralización de grandes obras en infraestructura, así como la falta de una agenda que busque acelerar las APP en vez de retrasar la agenda, nos preocupa”, expresa Luis Salazar, presidente de la SNI. Para Salazar, así como para el resto de líderes de los principales gremios empresariales, el balance del Ejecutivo es positivo. La ratificación de los ministros en las carteras productivas confirma que se seguirá la Hoja de Ruta. Pero les perturba ese letargo con el que se desempeñan algunos organismos para mirar 2013 con menos incertidumbre.
“Se necesita inversión en infraestructura por encima de los límites que está pensando el MEF”, dice Samuel Gleizer, presidente de la Cámara de Comercio de Lima. El Ejecutivo no ha presentado aún un esquema para sellar esta brecha, que se estima en US$ 42.000 millones. El Ceplan, pese a que está dirigido por otro tecnócrata como Mariano Paz Soldán, aún no establece un plan multisectorial con objetivos, plazos y costos, en este sentido, tal como estaba previsto. Gonzalo Prialé, presidente de AFIN, cree que el pase de Milton von Hesse a la cartera de Agricultura dilatará más el portafolio de proyectos, en el que se había planificado concursar 26 obras por US$ 10.000 millones a 2013. Para Pialé, “entrará otro técnico que se sentará meses en el cargo”. Javier Illescas, sucesor de Von Hesse, es el cuarto titular de esta entidad en este gobierno.
En agosto de 2011, Jorge León formuló una cartera por US$ 10.000 millones, pero con 51 proyectos. Más tarde, en noviembre, Héctor Cornejo bajó la valla, a US$ 1.000 millones por 11 proyectos. Von Hesse retomó los US$ 10.000 millones, pero solo por 26. Se espera que Illescas, exdirector general de Asuntos de Economía Internacional del MEF, asuma la reestructuración que Von Hesse dejó encaminada, como la presentación del proyecto legislativo para modificar el marco de las APP, los reglamentos de las obras por impuestos, la participación de las AFP en infraestructura, con el fin de agilizar cada uno de estos procesos.
Entre los proyectos que destacan, están la Carretera Longitudinal de la Sierra, la línea 2 del Metro de Lima, la masificación de gas natural, el aeropuerto de Chinchero y los proyectos en irrigación Chavimochic y Majes Siguas. Sin embargo solo se han previsto dos proyectos en generación de energía por 370 megavatios, en un país que requerirá otros 2.000 al 2016, el día que minas como Toromocho, Antapacay o Las Bambas, entren en operación.
En las grandes ligas. Por un lado, los empresarios saludan la diplomacia comercial que ha emprendido el Ejecutivo, que ha participado en foros en EE.UU., la UE y Asia, donde se busca profundizar los tratados bilaterales invocando el arribo del gran capital. Pero este esfuerzo exige un correlato entre la práctica y la prédica. Por otro, exigen convicción entre los ministros de Transportes, Vivienda y Energía y Minas, para concursar proyectos por US$ 20.000 millones cada año, para llegar a 2021, el año del bicentenario, como un país camino al primer mundo, con un PIB que crezca por encima del 6%, rumbo a aquel pronóstico del Banco HSBC, como la economía N° 26 del mundo. La construcción de infraestructura productiva, para impulsar la competitividad del sector privado, debe además elevar la calidad de la educación, la salud y los servicios básicos.
Reformas anunciadas por el presidente Humala, como las del SNIP, la presión tributaria, los programas sociales, así como las leyes en las que intervendrá no deben paralizarse. El Perú ha crecido. Se le reconoce no solo como un milagro, sino como un tigre en América Latina, camino a elevar su calificación crediticia, como ya adelantó la calificadora Moody’s. Está más preparado para soportar los embates del frente externo, con reservas por encima de los US$ 57.000 millones. Pero si no se profundiza la Hoja de Ruta, con una dosis de reforma del Estado, así el ministro Castilla lance una docena de paquetes anticrisis, el tsunami que hunde los países del Mediterráneo nos arrastrará con el resto del mundo.