"Capriles se convierte en el líder indiscutible de la oposición y su trabajo cara a cara es un activo clave para el futuro", opinó el analista político Luis Vicente León.
Derrotado, triste y ojeroso, Henrique Capriles recibió este domingo su primera derrota electroral en Venezuela, ante Hugo Chávez, pero, quizá sin saberlo, logró algo que la oposición buscaba tanto como el poder: un líder.
El mandatario socialista se impuso el domingo con el 54% de los votos, pero -tras zambullirse en una agotadora campaña-, Capriles logró aglutinar el descontento de una gran parte del país y mostrarse como la cara visible de un grupo huérfano de un conductor desde que Chávez asumió en 1999.
A pesar de haber aceptado los resultados con lágrimas en los ojos e impotencia, la oposición deberá pasar del duelo a la acción para unos comicios regionales en diciembre, cuando se medirá nuevamente al oficialismo con la meta de demostrar que ofrecen algo más que el sentimiento anti-Chávez.
"Hemos sembrado muchas semillas y van a nacer árboles que darán buenos frutos. La campaña estuvo llena de juventud. No se sientan derrotados. Hemos construido una casa, en ese autobús se montaron más de seis millones de venezolanos", dijo Capriles enfundado en una casaca con los colores de la bandera de Venezuela.
Los 10 puntos porcentuales de ventaja que le sacó Chávez pueden parecer una derrota abrumadora, pero en las presidenciales del 2006 el militar retirado de 58 años había vencido por 26 puntos y en el 2000, por 22 puntos.
"Capriles se convierte en el líder indiscutible de la oposición y su trabajo cara a cara es un activo clave para el futuro", opinó el analista político Luis Vicente León.
"Ha sido, por mucho, el mejor candidato que ha enfrentado a Chávez y su historia apenas comienza", agregó.
Al final de su campaña y en su discurso del domingo, Chávez mostró un tono conciliador con la oposición, pero acercamientos similares han quedado sólo en palabras en el pasado y el presidente nunca se ha mostrado dispuesto a negociar con sus adversarios.
Unidad a prueba. Venezuela ha vivido una vorágine de procesos electorales año tras año desde que Chávez llegó al poder en 1999.
En menos de tres meses se celebrarán las elecciones para elegir gobernadores y la oposición tendrá un nuevo desafío en las urnas para conservar o incluso sumar alguna gobernación a las siete -de 24- que actualmente domina.
Capriles enfrenta el reto de mantener unida a la oposición, una amalgama de una treintena de partidos de distinta tendencia política unidas por el deseo de acabar con la era de Chávez.
Los líderes opositores aceptaron en febrero a Capriles como el abanderado de la oposición, tras una elección primaria, pero no hay garantía de que las tensiones que durante años los dividideron se hayan superado definitivamente.
El ex alcalde de un distrito de Caracas Leopoldo López; el gobernador de Zulia, Pablo Pérez, o la asambleísta María Corina Machado son jóvenes con aspiraciones que han marcado distancia con la impopular vieja guardia que gobernó el país desde el retorno de la democracia en 1958.
La antigua generación provoca rechazo en Venezuela por haber formado parte de gobiernos que se consideran corruptos y que empobrecieron a un país que cuenta con las mayores reservas de crudo del mundo.
Durante la breve declaración que dio Capriles en un moderno teatro de Caracas, una ex asambleísta lo interrumpió clamando fraude electoral y asegurando que no debía reconocer los resultados.
"El radicalismo siempre le ha hecho mucho daño a Venezuela", respondió Capriles.
"Nunca voy a jugar con nuestro pueblo, ni lo someteré a la zozobra. La otra opción obtuvo más votos que nosotros y así es la democracia", agregó, aplaudido por el repleto auditorio.
A pesar de que el cáncer que le fue diagnosticado a Chávez a mediados del año pasado desapareció del radar durante la campaña electoral, los analistas no desechan un escenario en el que la enfermedad vuelve a debilitarlo.
Bajo la Constitución venezolana, una nueva elección debería llevarse a cabo si Chávez se viera incapacitado para ejercer sus funciones durante la primera mitad de sus seis años del nuevo mandato que comienza en enero.
Pese a todo, el desconsuelo era patente entre los seguidores de Capriles la madrugada del lunes, cuando aún les costaba aceptar la derrota de su candidato.
"Habíamos depositado todas nuestras esperanzas esta vez", dijo Teresa Pérez, un ama de casa de 51 años, en las afueras del comando de campaña de Capriles.
"Estamos dolidos, tristes, pero no decepcionados. Fue una increíble campaña, nadie hizo eso jamás", concluyó.