En distintas zonas del país se suspendió el servicio de transporte privado, dijeron testigos a Reuters; al tiempo que la cuenta oficial en Twitter del Metro de Caracas reportaba "pocos usuarios" en el inicio de la jornada laboral del país petrolero.
Caracas. Con calles desiertas y barricadas se inició el jueves en varias ciudades de Venezuela el paro cívico convocado por la oposición por 24 horas, como medida de protesta contra la iniciativa del presidente Nicolás Maduro de llevar a cabo una Asamblea Nacional Constituyente para reescribir la carta magna del país petrolero.
Envalentonados tras recavar 7,5 millones de votos en un plebiscito no vinculante contra la Constituyente, líderes opositores dieron la largada a la "hora cero", una escalada de las protestas callejeras que iniciaron en abril y en medio de las que han fallecido casi 100 personas.
Desde las 6.00 horas del jueves (1000 GMT) los adversarios de Maduro llamaron a millones de personas a paralizar Venezuela, azuzando el ya caldeado ambiente político y social.
En distintas zonas del país se suspendió el servicio de transporte privado, dijeron testigos a Reuters; al tiempo que la cuenta oficial en Twitter del Metro de Caracas reportaba "pocos usuarios" en el inicio de la jornada laboral del país petrolero.
Pero agencias bancarias y pequeños negocios en algunas zonas de la capital y en otras ciudades del país abrían sus puertas, junto a empresas estatales, mientras motoristas prestaban sus servicios para cubrir las fallas en el transporte público.
"Me movilicé de madrugada en mi carro porque transporte no hay y por donde yo vivo ya comenzaron a trancar", dijo José Vivas Pinzón, un jubilado de 64 años, que en la fronteriza ciudad de San Cristóbal, aguardaba en una fila frente a una oficina del estatal banco Bicentenario para cobrar la pensión.
En la capital también grupos de jóvenes levantaban barricadas desde el amanecer para acompañar la protesta opositora. "Hay que hacer todo el esfuerzo posible para sacar al tirano", dijo Miguel Díaz, de 17 años, en una zona del este de Caracas, portando un escudo casero donde se leía "No más dictadura".
En el pasado, la participación en este tipo de protestas se vio menguada por amenazas del Gobierno contra unos 3 millones de trabajadores de estatales y empresarios, al considerar ilegal las huelgas cuando no son por motivos laborales sino políticos.
"Estoy de paro de corazón porque si faltamos al trabajo nos botan a todos", dijo una ingeniera de 51 años que trabaja en Sidor, la mayor acería estatal de Venezuela, cuando esperaba el autobús de la empresa para poder ir a su sitio de trabajo, en el sur del país.
En la capital, las fuerzas de seguridad arrojaron gases lacrimógenos a primeras horas del día en algunas urbanizaciones del oeste, para dispersar a vecinos que intentaban bloquear las vías. Las autopistas en el arranque del día lucían despejadas, añadieron los testigos.
"Las calles no parecen ni de domingo. Venezuela en protesta y el transporte también está resteado con Venezuela", dijo el diputado opositor y vicepresidente del Parlamento, Freddy Guevara, en su cuenta de Twitter.
La ciudad de Barinas, hogar natal del fallecido presidente Hugo Chávez y mentor del gobierno socialista, mostraba una "paralización casi total", según describió el alcalde opositor, José Luis Machín. "Sólo se ven aglomeraciones en las adyacencias de los bancos que pagan las pensiones hoy", apuntó.
Petroleros activos. Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia contemporánea con la inflación más alta del mundo, recesión económica y escasez de alimentos y medicinas.
La oposición señala al mandatario socialista como el principal responsable del descalabro económico, pero Maduro se ha defendido asegurando que es víctima de una "guerra económica" de sus adversarios que sólo buscan desbancarlo antes que culmine su mandato, a principios del 2019.
El presidente propuso la elección de una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Constitución, argumentando que será un mecanismo para pacificar el país.
La oposición no participará en la elección de los constituyentes el 30 de julio y diversos gobiernos de América instaron a Maduro a respetar la voluntad de los millones que el domingo rechazaron su propuesta, pero el mandatario insistió en que la Constituyente va "llueva, truene o relampaguee".
A pocos días de esa consulta electoral, el paro tenía una mayor acogida a una protesta similar que convocó la oposición a fines de octubre del 2016, en la que el Gobierno amenazó con tomar el control de los negocios que no abrieran al público.
El oficialismo de todas maneras reportaba el jueves el normal funcionamiento de las actividades públicas, en especial de la industria petrolera, que aporta más del 90 por ciento de los ingresos en divisas que entran a la nación OPEP.
"Los trabajadores están al frente de sus responsabilidades y que seguirán así por siempre", afirmó en la televisión estatal el presidente de la estatal Petróleos de Venezuela, Eulogio Del Pino, quien se trasladó al estado Monagas para supervisar el día de labores de la compañía.
"La Constituyente sí va", dijo el funcionario, al tiempo que descartaba se repita entre sus empleados una huelga petrolera como la que ocurrió en 2002.
Algunos opositores también criticaban a la oposición por asumir una protesta que golpea a los ciudadanos más pobres, la mayoría sin ahorros para poder asumir un día sin producir, en medio de la severa crisis económica.
"¿Cómo puedo comer si no trabajo?", dijo José Ramón, un comerciante informal de 50 años, mientras cortaba algunas de las frutas que vende en un mercado al oeste de Caracas, donde había notablemente más actividad que en las zonas más ricas de la capital.