Además del reto de enfrentar la pandemia y de reactivar la economía en el segundo mayor productor mundial de cobre, el presidente electo del Perú tendrá que hacer grandes esfuerzos en pos de la estabilidad política.
Perú tiene por fin un nuevo presidente después de una tensa y dilatada batalla electoral que dejó al socialista Pedro Castillo como ganador, y el mandatario electo enfrentará ahora el desafío de sanar las heridas de un país donde han aflorado profundas divisiones.
Castillo, que asumirá funciones el 28 de julio, fue proclamado oficialmente como presidente tras vencer por 44.000 votos a la derechista Keiko Fujimori, la hija del encarcelado exmandatario Alberto Fujimori que había trabado el anuncio debido a cientos de impugnaciones de sufragios del 6 de junio.
El presidente electo se encontró el martes en la vivienda de un familiar en el distrito limeño de Breña, que amaneció acordonado por decenas de policías y fuerza de seguridad del Estado a la espera de las coordinaciones para la transferencia de poder, dijeron fuentes cercanas al líder de izquierda.
Además del reto de enfrentar la pandemia y de reactivar la economía en el segundo mayor productor mundial de cobre, Castillo tendrá que hacer grandes esfuerzos en pos de la estabilidad política, luego del llamado de Fujimori de iniciar protestas para "defender" la democracia porque considera -sin mayores pruebas- que perdió las elecciones de forma "ilegítima".
Observadores internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea, el Departamento de Estado de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido han dicho de forma separada que los comicios en Perú fueron transparentes.
Castillo ha recibido el saludo y las felicitaciones de diversos países como Estados Unidos, México, Argentina, Colombia, Venezuela, Cuba, entre otros gobiernos de la región.
"Vamos a rechazar cualquier pretensión contra algún modelo del otro país, los peruanos sí podemos, gestaremos el verdadero desarrollo y el verdadero económico, garantizando la estabilidad jurídica y económica", dijo Castillo la noche del lunes, ante críticas de sus opositores que dicen que buscaría copiar gobiernos de izquierda como de Venezuela o Cuba.
El político socialista, un desconocido por la mayoría de la población hasta poco antes de las elecciones, no ha renunciado a su promesa de buscar una nueva Constitución que dé al Estado un mayor rol en la economía, un plan que ha sacudido a la elite política y empresarial del país minero.
En busca de consenso. El poderoso gremio de empresas mineras dijo en un comunicado que "es el momento del diálogo" con el que será el nuevo gobierno para afianzar la competitividad del sector. Castillo ha dicho que elevará los impuestos a la industria minera para financiar sus planes sociales en momentos de altos precios de los minerales.
"Hoy más que nunca, requerimos de autoridades con liderazgo y visión de futuro que asuman con decisión el compromiso de emprender las reformas necesarias para revitalizar nuestra golpeada economía", garantizando el estado de derecho, dijo la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía ( SNMP).
En su primer mensaje tras su proclamación como presidente, Castillo dijo ante cientos de sus seguidores que la actual Constitución estará vigente "hasta que el pueblo lo decida".
"El pueblo habló, el pueblo clamó y Castillo por fin es nuestro presidente, se viene el cambio pueblo peruano, se viene el cambio de Constitución, no más pobres, arriba el Perú", dijo Danny Castillo, un simpatizante de Castillo la noche del lunes.
Los mercados locales reaccionaban el martes con escepticismo y la moneda, el sol de Perú, se depreciaba a media jornada un 0,15%, a 3,955 / 3,957 unidades por dólar. En tanto el referencial de la Bolsa de Lima subía un 0,53%, a 486,23 unidades, con los papeles mineros en alza.
El presidente interino Francisco Sagasti, que asumió en noviembre tras la renuncia de su predecesor, entregará el poder a Castillo para un nuevo gobierno de cinco años cuando Perú conmemore el bicentenario de su independencia.
Perú vivió una de las peores crisis políticas de su historia a fines del año pasado, con tres jefes de Estado, en una semana tras fuertes protestas que dejaron dos muertos, luego de un duro enfrentamiento entre el Congreso y el Ejecutivo.
La relación de Castillo con el nuevo Congreso -otra vez fragmentado- será clave para plasmar sus reformas. El partido marxista Perú Libre que postuló a Castillo tendrá 37 legisladores de los 130 miembros de parlamento unicameral.
El segundo bloque más fuerte en el Congreso será el partido Fuerza Popular de Fujimori con 24 asientos. Castillo tiene que negociar con las demás agrupaciones de diversas ideologías, desde el centro, independientes y hasta la derecha conservadora.
Es la tercera derrota de Keiko Fujimori, tras perder los comicios del 2011 y el 2016. La política enfrenta una acusación fiscal por lavado de dinero tras recibir aportes de campaña presuntamente ilegales de la constructora brasileña Odebrecht.
Por este caso, en la que la conservadora niega los cargos, la fiscalía anticorrupción ha solicitado 30 años de prisión.