Desde muy joven el carismático político se obsesionó con dejar huella y lo hizo primero al gobernar, entre 1985 y 1990, con un estilo izquierdista y populista que generó una recesión e hiperinflación. Luego, entre 2006 y 2011, llevó al Palacio Pizarro una gestión liberal.
Lima. Escapó por los techos y se asiló en la embajada de Colombia para evitar caer preso por corrupción en la década de 1990, asumió dos veces la presidencia de Perú con estilos opuestos y dijo hasta último minuto que no tenía miedo de la justicia.
Pero el miércoles, el expresidente peruano Alan García se disparó en la cabeza cuando la policía llegó a su casa para detenerlo por cargos relacionados a un esquema de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht.
Horas después, murió a los 69 años.
Desde muy joven el carismático político se obsesionó con dejar huella y lo hizo primero al gobernar, entre 1985 y 1990, con un estilo izquierdista y populista que generó una recesión e hiperinflación. Luego, entre 2006 y 2011, llevó al Palacio Pizarro una gestión liberal alentada por los altos precios de las materias primas.
"Necesito dejar en la historia del Perú mi nombre bien puesto", afirmó el expresidente en varias entrevistas.
Sin embargo, su nombre se vio manchado por varios casos de corrupción. El más reciente fue la investigación en contra de Odebrecht, que ha salpicado a otros expresidentes peruanos.
La empresa brasileña desató el mayor escándalo de corrupción en América Latina tras admitir públicamente en 2016 que pagó sobornos para ganar contratos de obras públicas.
El exmandatario, que tuvo seis hijos y dos matrimonios, rechazó en varias oportunidades las acusaciones y afirmó que era perseguido por sus enemigos políticos, lo que lo llevó incluso a pedir asilo a Uruguay.
"Soy el hombre más investigado del Perú en los últimos 30 años, y lo que tengo es absolutamente producto de mi trabajo, y así se ha demostrado durante todo este tiempo", dijo García un día antes de morir en una entrevista con la estación de televisión local Canal N.
"Otros se venden, yo no", afirmó.
Un estilo de contraste. Durante su primer gobierno se enfrentó a los organismos multilaterales y empresarios al negarse a pagar la deuda e intentar estatizar la banca. Pero luego fue aplaudido por los inversores al abrir la economía y lograr que Perú recibiera el ansiado grado de inversión durante su segundo mandato.
En junio de 1986, enfrentó una crisis política luego de que las fuerzas de seguridad asesinaron a cientos de rebeldes guerrilleros presos en dos cárceles de Lima, lo que golpeó su reputación como defensor de los derechos humanos.
Un año más tarde, intentó nacionalizar la banca privada y luego el país se sumió en una crisis económica y una hiperinflación del 2.000 por ciento anual, en medio de graves acusaciones de corrupción y un incremento de la violencia guerrillera de los grupos rebeldes Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
En julio de 1990, García terminó su Gobierno dejando al país sumido en recesión. En su último mensaje en el Congreso como presidente, fue abucheado por opositores de derecha, que no lo dejaron iniciar su discurso y se tuvo que retirar del Parlamento.
"En mi primer gobierno (...) yo era un hombre terriblemente ideologizado", dijo García, quien asumió con 36 años su primera presidencia, en una entrevista al periodista y escritor Jaime Bayly al ser cuestionado en el 2006 sobre su política estatista.
Su juventud fue una herramienta que usaron sus opositores, que lo calificaron de impulsivo, inmaduro y de hasta maníaco-depresivo, cuando cuentan por ejemplo, de que salía de madrugada de Palacio de Gobierno vestido de negro en una moto por la calles de Lima.
Del exilio a la presidencia, nuevamente. En 1992, un autogolpe del entonces presidente Alberto Fujimori llevó a García a asilarse en Bogotá y luego viajar a París, en momentos en que enfrentaba acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito.
En abril de ese año, los militares llegaron en tanques a su casa. Pero él huyó por los techos de las casas vecinas para ocultarse en un edificio en construcción durante 48 horas tras haber sido informado de un supuesto plan para asesinarlo.
Mientras buscaba refugio, García aseguró haber visto cómo los militares rodeaban su casa, donde permanecieron su esposa e hijos. Recién 72 horas después logró refugiarse en la vivienda de unos amigos para informar a su esposa "que no estaba muerto".
Tras nueve años de permanecer alejado de Perú y luego de que la justicia declaró prescritos los delitos que se le imputaban, García regresó al país en 2001.
Cinco años más tarde, volvió a ser presidente en un gesto que resume su capacidad política para "resurgir de las cenizas", como han declarado amigos y detractores.
García nació en Lima el 23 de mayo de 1949 en ausencia de su padre, a quien conoció recién a los cinco años porque estaba preso debido a su militancia en el Partido Aprista, que era ilegal en esa época. Su madre, la profesora Nytha Pérez, también fue fundadora del grupo.
Tras graduarse en la facultad de Derecho en la Universidad Nacional de San Marcos, estudió posgrados en Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid y en Sociología en la Sorbona de París.
Luego volvió a Perú, donde inició una carrera política que marcaría la historía del país en las últimas cuatro décadas, generando lealtades y odios.
En una entrevista con la radioemisora peruana RPP un día antes de su muerte, el exmandatario dijo que si la policía lo iba a buscar a su casa tras 40 años de carrera política y de tantas denuncias de corrupción, era un "elogio".
"Después de haber sido presidente del Perú dos veces, no estoy para tener temor a esas cosas", dijo en relación a su inminente orden de detención.
"En lo que a mí toca, estoy a disposición de todo".