La mujer fue condenada por colaborar con un grupo rebelde peruano, pero la justicia le concedió libertad condicional este viernes. "Comprendo que hay mucha gente que me odia, a las que les gustaría verme muerta”, confesó.
Lima. La estadounidense Lori Berenson, condenada por colaborar con un grupo rebelde peruano, dijo que ya no avala la violencia como un medio para cambiar la sociedad y expresó temor a que presiones políticas la envíen nuevamente a la cárcel.
Berenson, a quien la justicia peruana concedió este viernes libertad condicional por segunda ocasión tras cumplir con tres cuartos de su condena de 20 años, afirmó que ha sido duro adaptarse a su libertad.
"Ha sido mucho más difícil de lo que pensé, difícil por muchas razones, principalmente la situación detrás del caso, hay mucha política envuelta y ha sido duro hacer las cosas (...) ha habido muchas protestas", dijo Berenson en una inusual entrevista con Reuters.
La liberación condicional de Berenson, que fue apelada por los abogados del Estado peruano, despertó un fuerte rechazo en el país, que durante dos décadas sufrió una lucha interna con coches bomba casi a diario y que dejó unos 69.000 muertos y desaparecidos, según cifras oficiales.
"Comprendo que hay mucha gente que me odia, a las que les gustaría verme muerta, no es fácil lidiar con una situación así, pero la entiendo", afirmó.
Berenson, condenada por colaborar con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) -que junto al maoísta Sendero Luminoso pusieron en jaque al Estado peruano-, recibió por primera vez la libertad condicional a fines de mayo.
Sin embargo, el fallo fue apelado y la mujer debió regresar a prisión en agosto. Por eso teme que la controversia que ha despertado su caso le signifique volver a la cárcel.
"Mi principal aspiración es permanecer bajo libertad condicional, eso es lo que me preocupa en este momento, no sé qué podría pasar después de eso, pero mi principal problema es permanecer en libertad condicional", afirmó.
La ministra de Justicia, Rosario Fernández, rechazó la más reciente decisión judicial y dijo que la libertad de Berenson podría beneficiar el caso de una decena de acusados por terrorismo que han pedido dejar la prisión.
No más violencia. Berenson dijo que desea regresar a su patria junto a su pequeño hijo luego de cumplir con los cinco años de semilibertad que le restan en Perú.
Delgada y con su cabello recogido, Berenson -que cumplirá 41 años esta semana- afirmó que ya no avala el uso de la violencia como un medio para cambiar la sociedad.
"Si yo contribuí a un espiral de violencia que fue muy negativo, en ese entonces yo no comprendía la violencia como una respuesta a la violencia estructural. Pienso retrospectivamente que cuando hay rechazo a algo por mucho que pueda justificarse no hay que hacerlo, no hay que apoyarlo de ninguna manera", agregó.
De acuerdo a investigaciones policiales, en la casa donde vivía Berenson se encontraron planos del Congreso y anotaciones en las que miembros del MRTA planeaban la toma del Parlamento.
Berenson, que estudió antropología social en una universidad de Estados Unidos, llegó a Perú en 1994 como periodista luego de haber trabajado con grupos de ayuda durante las guerras en El Salvador y Nicaragua.
Un año después, fue detenida mientras viajaba en un autobús en Lima con la esposa de Néstor Cerpa, líder del MRTA que protagonizó entre 1996 y 1997 la mayor toma de rehenes de América Latina en la residencia del embajador japonés en Lima.