La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) había anticipado que los cuadernos serían destruidos 48 horas después de los comicios para evitar eventuales represalias de simpatizantes del oficialismo.
Caracas. La oposición venezolana dijo el martes que quemó los registros de su elección interna, tal como había prometido a sus votantes, desestimando una orden de la justicia que poco antes ordenó suspender su destrucción, en un tenso inicio de la campaña para las presidenciales de octubre.
La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que el domingo eligió al gobernador de centro-izquierda Henrique Capriles para enfrentar al presidente Hugo Chávez, había anticipado que los cuadernos serían destruidos 48 horas después de los comicios para evitar eventuales represalias de simpatizantes del oficialismo.
Pero un precandidato a la alcaldía de un pequeño poblado interpuso una acción de amparo para hacer una revisión del proceso solicitando que los datos de los votantes fueran entregados al Consejo Nacional Electoral (CNE) y quedaran bajo custodia de las fuerzas armadas.
"Los cuadernos de votación utilizados el 12 de febrero han sido destruido en un 100%", aseguró el dirigente juvenil de la MUD Edison Ferrer y dijo que tenía esa información tras comunicarse con los comandos de todos los estados.
Horas antes, el Tribunal Supremo de Justicia, emitió un fallo precisando que la consignación debía hacerse en un lapso máximo de 24 horas.
Tras conocer el decisión, el secretario ejecutivo de la MUD, Ramón Aveledo, lo calificó de "absurda, inconstitucional y desproporcionada".
El episodio evoca la filtración en el 2004 de la llamada "lista Tascón", que fue divulgada por un diputado oficialista para identificar a los votantes que apoyaron un referendo para revocar a Chávez. Desde entonces, se multiplicaron las denuncias de que empleadores en organismos públicos la usaron para otorgar cargos o despedir personas.
El recelo para que no se repita ese tipo de episodio llevó a la oposición, que contó con el apoyo logístico del órgano electoral oficial, a determinar que no se captarían las huellas de los votantes electrónicamente y dejó como opcional el marcado del dedo con tinta.
La acción de amparo fue presentada por Rafael Velásquez, un postulante por el poblado de Bruzual, en el occidente del país, quien asegura ser "independiente". Y el Tribunal Supremo de Justicia extendió la medida a todos los centros electorales.
Capriles bajo fuego. La campaña para las presidenciales 2012 abrió con un fuerte ataque de aliados del oficialismo contra las primarias de la oposición, que superaron las proyecciones al convocar a 3 millones de votantes.
Y el candidato ungido, Capriles, se convirtió en blanco de ataques políticos y personales lanzados por aliados del Gobierno, en un anticipo de lo que será una feroz carrera hasta las elecciones de octubre en las que Chávez buscará un nuevo mandato de seis años.
A pocas horas de ser designado oficialmente como líder único del arco opositor, comentaristas y políticos vinculados al oficialismo cuestionaron hasta la sexualidad de Capriles y denunciaron como un fraude el proceso de su elección.
En medio de un infrecuente silencio de Chávez, funcionarios de alto rango y medios estatales llamaron "fascista", "burgués" y "nazi" a Capriles, que es nieto de migrantes judíos que escaparon del Holocausto.
"Ahora el candidato de la antipatria tiene cara", dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, escudero de Chávez que perdió la gobernación de Miranda a manos de Capriles.
La población venezolana está profundamente polarizada entre quienes apoyan y rechazan a Chávez, quien tras 13 años en el poder busca sellar a fuego su modelo socialista en uno de los países que tiene más reservas de petróleo en el mundo.
Capriles, de 39 años, ha evitado hasta ahora la confrontación y aseguró que la única pelea que busca es contra el desempleo y la inseguridad.
"No soy un peso pesado, pero si me invitan a montarme en el ring, me monto en el ring", dijo Capriles, que obtuvo cerca de dos tercios de los más de tres millones de sufragios y tiene ocho meses para conciliar un país dividido y llegar con respaldo a los comicios del 7 de octubre.
Sin embargo, según los últimos sondeos de enero, Chávez cuenta con un 50% de intención de voto y su popularidad se sitúa por encima de esa cifra, tras ascender durante su convalecencia del cáncer que le fue diagnosticado a mediados del 2011.