El apoyo de Lula puede ser un alma de doble filo para Dilma Rousseff, pues si bien el respaldo del popular mandatario es su principal fortaleza, también puede opacarla y sembrar dudas sobre sus habilidades.
Río de Janeiro. Cuando Dilma Rousseff estaba sentada durante una convención de su partido que la confirmó como su candidata para la presidencia de Brasil, fotógrafos eligieron una toma sugerente: la sombra del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el muro detrás de ella.
El apoyo del mandatario más popular y exitoso de Brasil es probablemente lo mejor que tiene Rousseff, que nunca antes ha competido por la presidencia, mientras intenta convertirse en octubre en la primera mujer al mando del país sudamericano.
Pero la fuerte presencia de Lula también acarrea riesgos para su ex jefa de Gabinete si es que su carisma y alto perfil durante la campaña opacan a la menos magnética Rousseff, y siembra dudas entre votantes sobre sus propias habilidades.
Críticas respecto a que Rousseff es sólo un títere de Lula, que por ley no puede presentarse a un tercer mandato consecutivo, aumentaron después de la convención del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) del fin de semana, que la mostró como una versión femenina de Lula.
"Va a haber una brecha en ese voto", dijo Lula, que se ha presentado como candidato a todas las elecciones desde 1989, en un discurso ante partidarios del partido de centroizquierda.
"Entonces, para que la brecha sea llenada, cambié mi nombre y puse ahí el de Dilma", bromeó.
La misma Rousseff dijo que ella será una continuación de la presidencia de Lula, pero con un "corazón y alma" de mujer. El partido dio a conocer su canción de campaña, en la cual la letra "Lula está con ella" se escucha reiteradamente.
"¿Quién más que él (Lula) tendría la cara para reducir a la insignificancia absoluta a una leal seguidora que él solo escogió para sucederlo?", fue la reacción del periódico O Estado de Sao Paulo en una editorial esta semana.
Con la mayor economía de Latinoamérica caminando hacia un crecimiento de alrededor de 7% este año, coronando años de creciente prosperidad bajo el gobierno de Lula, aferrarse a la marca dorada del ex trabajador metalúrgico es central para la estrategia de campaña de Rousseff.
Comparando biografías. La ex militante de izquierda de 62 años carece del perfil nacional de su principal contendor, José Serra, pero ha alcanzado al ex gobernador del estado de Sao Paulo en los sondeos de opinión gracias a una mayor exposición pública con Lula a su lado.
También tendrá la ventaja clave de más tiempo de propaganda por televisión que Serra gracias a la alianza del PT con el mayor partido del Congreso, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Sin embargo, analistas dicen que ella necesita salir de la sombra de Lula durante la campaña, que adquirirá mayor fuerza después del Mundial de fútbol a mediados de julio, para evitar que sea pintada por partidarios de Serra como una marioneta no calificada para la presidencia.
"Lula, por la forma en que habló en la convención, casi anuló a Dilma. Dejó claro que ella está ahí en lugar de él", dijo Paulo Sotero, director del Instituto Brasil en el Woodrow Wilson Center en Washington.
Serra, un economista de 68 años que fue un popular ministro de Salud en el Gobierno previo al ascenso de Lula al poder en 2003, finalmente fue nombrando candidato el domingo en la convención del partido de centro Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Serra acusó a Lula de tolerar la corrupción en la coalición gobernante y dijo que la economía está siendo contenida por altas tasas de interés y una pesada carga tributaria, pese a su rápida recuperación de una breve recesión el año pasado.
Pero, ante una enérgica economía y una aprobación de 80% a Lula, la carta más fuerte de Serra en estos momentos es mostrar a Rousseff como una apuesta riesgosa por su relativa falta de experiencia y porque no es Lula, afirmaron analistas.
"Comparar su biografía contra la de Dilma es la estrategia más clara y es la que usará a partir de ahora. No puedo ver muchos puntos negativos en que él haga eso", afirmó Joao Pedro Ribeiro, analista político de la consultoría Tendencias.
"En algún punto tendrá que convertirse en candidata ella misma", agregó, en referencia a Rousseff.
Políticas. Tanto Serra como Rousseff tienen raíces de izquierda y piensan que el Estado tiene un rol importante en la economía.
Ninguno se alejaría de las políticas de mercado de Lula y la inexistencia de diferencias mayores entre ellos colocan mayor énfasis en sus cualidades y antecedentes personales.
Mientras que Serra fue candidato a la presidencia en 2002, alcalde de la mayor ciudad de Brasil y gobernador de su estado más poblado, Rousseff se presentará a su primer cargo de elección popular.
"No comencé ayer ni caí de un paracaídas", dijo Serra el sábado a sus correligionarios.
Para Ricardo Ribeiro, analista político de la consultoría MCM Consultores Associados en Sao Paulo, Lula es mucho más una ayuda que un obstáculo para Rousseff, que difícilmente sería una candidata viable sin él.
Sin embargo, afirmó que los ataques de la oposición podrían comenzar a sentirse, a menos que Rousseff emerja como una líder en su propio derecho durante la campaña. "Si el electorado no cree que ella tenga la capacidad para ser presidente, entonces podría ponerse difícil para ella", evaluó.