El Tribunal Supremo Electoral solamente había dado a conocer el conteo de un 9,6% de las urnas, de los cuales un 92.9 por ciento correspondían a Hernández en el Partido Nacional y el resto a su rival Roberto Castillo.
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, aspirará en noviembre a una inédita reelección en el país centroamericano tras obtener una clara ventaja en los comicios primarios de su partido el domingo y de que su rival reconociera su derrota.
El Tribunal Supremo Electoral solamente había dado a conocer el conteo de un 9,6% de las urnas, de los cuales un 92.9 por ciento correspondían a Hernández en el Partido Nacional y el resto a su rival Roberto Castillo.
Poco después Hernández se proclamó ganador y Castillo asumió su derrota y señaló que apoyará la reelección del mandatario, un tema que genera controversia en Honduras y por el que el ex presidente Manuel Zelaya fue derrocado en el 2009.
"Hoy hemos ganado de manera contundente, clara, de manera que nadie discute, hemos ganado arrolladoramente", dijo Hernández, de 48 años, en un discurso ante más de 500 partidarios en un céntrico hotel de Tegucigalpa.
De cara a las elecciones de noviembre, Hernández aparece como favorito con un 55% de aceptación, según un sondeo de CID/Gallup divulgado en enero.
En el Partido Liberal, la otra fuerza tradicional de Honduras, la ventaja era para el ex rector universitario Luis Zelaya, con un 56,54% de los votos, seguido de Gabriela Nuñez, una ex presidenta del Banco Central, con un 34,33%. Se habían escrutado un 12,34% de las urnas de este partido.
En el izquierdista partido Libertad y Refundación (Libre), que lidera el ex presidente Manuel Zelaya, su esposa Xiomara Castro obtenía una clara ventaja de un 94.7% cuando se habían escrutado un 12,1% de las urnas.
Zelaya fue derrocado en un golpe militar en el 2009 precisamente por tratar de abrir la puerta a la reelección, respaldado por el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
El presidente Hernández, un cercano aliado de Estados Unidos, ha prometido mantener la política de mano dura contra el crimen organizado con la que logró reducir la tasa de homicidios en uno de los países más violentos del mundo pese a los reclamos de activistas de derechos humanos.