En diálogo con El Espectador antes del fin de año, el jefe de Estado de Colombia no perdía su optimismo, pese a que el 2013 no fue un año fácil para él. Si bien las más recientes encuestas muestran una ligera recuperación en su imagen, 2013 le trajo paros de todo tipo.
No ha sido un año fácil para el presidente Juan Manuel Santos. Si bien las más recientes encuestas muestran una ligera recuperación en su imagen, 2013 le trajo paros de todo tipo: agrario, en el Catatumbo, indígena, de transporte y de salud; la enconada oposición de su antecesor Álvaro Uribe, con demandas penales de por medio; un proceso de paz que avanza a paso lento y la movilización social en Bogotá, producto del fallo de la Procuraduría que destituyó al alcalde Gustavo Petro, una discusión en la que las partes quisieron involucrarlo para tratar de inclinar la balanza.
Sin embargo, el jefe de Estado no pierde su optimismo y en diálogo con El Espectador, defendió el empeño económico de su gobierno, advirtió que las consultas populares por explotación minera son ilegales y están siendo manipuladas, dio a entender que los diálogos para abrir un proceso de paz con el ELN están avanzando y hasta dijo que la reelección se puede ganar en primera vuelta. Hablo de paz, del procurador, de Petro y entre risas, aceptó que uno de sus grandes errores este año fue haber dicho que no había paro agrario.
-¿Qué responde a las acusaciones del ex presidente Álvaro Uribe sobre un supuesto “cartel para la reelección”, refiriéndose a la entrega de auxilios y cuotas burocráticas a congresistas a cambio de apoyo electoral?
-Recuerden que la Ley de Garantías me prohíbe hacer propuestas de campaña y hablar de lo que dicen y hacen otros candidatos. Pero eso sí les digo: tengo total tranquilidad en mi equipo de gobierno.
-El ministro del Interior anticipó el interés del gobierno de adelantar una reforma política, ¿cómo es la propuesta?
-Lo que el ministro dijo, y eso lo hemos discutido, es que el próximo gobierno, el que esté, va tener que hacer una serie de reformas que se tendrán que discutir con los nuevos miembros del Congreso. Son reformas que han estado en el tapete durante mucho tiempo. Pero no puedo hablar sobre el futuro porque estaría incurriendo en una violación de la Ley de Garantías, y se me viene el procurador encima
-Entonces eso no va a ser para marzo, sino para julio del próximo año…
-Siendo prácticos, una reforma política de fondo con un Congreso nuevo elegido es inviable.
-¿Y ese lío no lo tendría también la reforma a la salud?
-No porque esa viene de atrás y ya tiene una dinámica bastante establecida.
-Hablando de reformas, el ministro del Interior anticipó el interés del gobierno de adelantar una reforma política…
-Lo que el ministro dijo, y eso lo hemos discutido, es que el próximo gobierno, el que esté, va tener que hacer una serie de reformas que se tendrán que discutir con los nuevos miembros del Congreso. Son reformas que han estado en el tapete durante mucho tiempo. Pero no puedo hablar sobre el futuro porque estaría incurriendo en una violación de la Ley de Garantías, y se me viene el procurador encima.
-Entonces eso no va a ser para marzo sino para julio del próximo año…
-Siendo prácticos, una reforma de fondo con un Congreso nuevo elegido es inviable.
-¿Y ese lío no lo tendría también la reforma a la salud?
-No porque esa viene de atrás y ya tiene una dinámica bastante establecida.
-Por cierto, esta semana se conoció la avanzada al sistema de salud que quiere hacer el gobierno, ¿dice usted que es un paso histórico?
-Seguimos avanzando. Lo que hicimos fue incluir tratamientos y medicamentos en el POS para que la gente tuviera una garantía de que no se iba a quebrar por tratamientos costosos, si llegase algún miembro de la familia a sufrirlos. Es un paso importantísimo dentro de la política de hacer un plan de beneficios muy generoso. Cubre más enfermedades e incluimos más de 334 medicamentos en la lista que está sujeta a control de precios. Y algo que no anuncié, pero se los digo a ustedes, y es la inyección de $250 mil millones (más de US$128 millones) a los hospitales, para darle más liquidez al sistema. Son noticias que tienen un impacto directo en la salud. Es que nosotros heredamos un verdadero caos en el sistema, en materia financiera, administrativa, de servicios, y los hemos venido arreglando poco a poco, aunque sabemos que nos falta mucho.
-¿Esos $250 mil millones específicamente para qué son?
-Para ayudarle a hospitales directamente, aquellos que están en problemas financieros.
-¿Por qué si se anuncian reformas y medidas, la gente sigue quejándose del mal servicio y los llamados “paseos de la muerte” siguen a diario?
-Si ustedes ven las encuestas, la satisfacción de la gente con el sistema de salud ha aumentado considerablemente en estos últimos años. Es cierto, todavía hay casos donde ustedes los periodistas centran su atención, pero el porcentaje de gente que está siendo atendida es cada vez menos y los tales “paseos de la muerte”, donde los movían de hospital a hospital, son cada vez menos. Logramos declarar la salud como un verdadero derecho fundamental en la ley estatutaria y hoy creo que vamos en la dirección que toca. Lo que pasa es que veníamos de un caos total que no se arregla en corto tiempo.
-¿Y la reforma a la salud qué?
-Sigue en la Cámara de Representantes. El Senado tuvo ocho meses, es un tema delicado que hay que conciliar entre intereses totalmente contrarios. Dennos más tiempo porque lo que creemos todos es que hay que acertar, y del afán no queda sino el cansancio.
-¿Debe la salud ser un negocio?
-No.
-Con una de las inflaciones más bajas de los últimos 50 años, hay quienes creen que eso es un riesgo y que en algún momento puede jugar en contra, ¿usted lo ve así?
-Toda la vida habíamos querido una inflación baja y cuando la obtenemos entonces salen a decir que aquí hay un riesgo. Y si usted suma la inflación baja más el crecimiento que vamos a obtener, pues es el mejor de todos los mundos. La inflación es el impuesto más regresivo que tiene una sociedad, por eso todos los países quieren tener una inflación lo más baja posible. Entre más baja la inflación, más equidad hay en el país.
-Para nadie es un secreto que la industria este año ha estado alicaída, ¿qué está pensando el gobierno para impulsar ese sector tan clave de la economía?
-Tenemos tal vez la economía más sólida de nuestra historia, que está creciendo muy por encima del promedio de la región, que a su vez está creciendo muy por encima del promedio mundial y está creando empleo. Una economía con una inflación inferior a la meta que nos habíamos propuesto, que tiene sus finanzas públicas totalmente en equilibrio y que tiene garantizada esa sanidad fiscal por las reformas que aprobamos en el Congreso. Con la tasa de inversión más alta de América Latina. Ahora, hay sectores que están moviéndose muy rápidamente y otros que han tenido dificultades, como el industrial, que se está acoplando a unas realidades mundiales y nacionales. Las transiciones siempre son traumáticas y costosas, pero tenga la seguridad de que en la medida en que podamos seguir fortaleciendo las cadenas, la industria va a volver a agarrar la dinámica que ha tenido tradicionalmente.
-Con ese diagnóstico tan optimista que usted hace, uno se pregunta: ¿por qué hay quienes dicen que vamos por mal camino?
-Yo me pregunto eso todos los días: ¿será que estamos fallando en la comunicación? ¿Qué es lo que no estamos comunicando? Porque todos los analistas internacionales coinciden con lo que yo estoy diciendo. Nos acaban de subir la calificación nuevamente de nuestra deuda, la Cepal dice que Colombia es uno de los países estrellas de América Latina y el Fondo Monetario Internacional pronostica que el año entrante seremos uno de los países con mejor desempeño del mundo entero. Ahí están las cifras y los hechos, pero hay quienes solo quieren concentrarse en lo negativo.
-Sin embargo hay sectores que parece se están desacelerando, como el de la llamada locomotora minera…
-No me disgusta que la economía crezca en sectores diferentes al minero-energético, porque eso nos aleja de uno de los peligros que tenía la economía, que es la famosa enfermedad holandesa, que es cuando uno depende demasiado de la minería y la energía. Que crezca más el resto de la economía me parece sano.
-Es cierto, ¿pero no se esperaba más de esa tal locomotora minera?
-Nosotros esperamos más de todo. Estamos muy satisfechos con lo que hemos logrado, pero sabemos que nos falta muchísimo camino por recorrer: hemos creado más de dos millones y medio de empleos, pero todavía tenemos más de un millón de colombianos sin trabajo. Bajamos la pobreza como ningún otro país de América Latina, con excepción del Perú que nos ganó. Pero todavía tenemos más del 30% de los colombianos en ella. Rompimos la tendencia, que a mí me parecía la más perversa de todas, de que la economía crecía y al mismo tiempo crecían las desigualdades. Éramos el segundo país más desigual después de Haití y ya no lo somos. Pero todavía hay unas desigualdades aberrantes e inaceptables entre regiones. Yo no estoy satisfecho con nada porque sé que todavía tenemos demasiado camino para recorrer.
-En este tema minero ¿cuál es la posición que va a defender el gobierno frente a las consultas populares?
-La posición es clara: esas consultas son ilegales y no tienen ningún efecto legal. El subsuelo es de todos los colombianos. Aquí no hay lugar a discusión.
-Eso desde el punto jurídico, ¿pero desde el social, desde la realidad de la gente que denuncia contaminación en sus aguas, qué?
-Si ustedes vieran cómo están manipulando a la gente y el tipo de preguntas que hacen, yo también votaría que no. Claro que si a ustedes van y les preguntan que si quieren que a sus pueblos llegue una inversión que acabara con el agua, van a responder que no.
-¿Y quién está manipulando a la gente?
-No sé quién, pero las preguntas sí son manipuladas. Pero insisto: el subsuelo es de todos los colombianos, que esto quede muy claro, y no podemos imponer a quien vaya a usar el subsuelo todas las condiciones habidas. Claro, hay que preservar el medio ambiente, las fuentes de agua y que haya una responsabilidad social con las comunidades. Todo eso es lógico que se reclame y el gobierno está ahí para hacer cumplir esos condicionamientos.
-¿Los recursos aprobados para el agro en el 2014 son suficientes para evitar más paros?
-No sé si la pregunta es válida porque uno no evita paros con plata. Si se acostumbra al país a que entre más paros más plata, vamos a llegar a una situación caótica.
-Se la cambiamos entonces: ¿cree que el presupuesto para el agro es suficiente para sacarlo a flote de su honda crisis?
-Hay que invertir en el agro como un verdadero motor de la economía y sacarlo del atraso en que está. Necesita mucho más de lo que estamos diciendo y los recursos que le estamos asignando son los más altos que ha recibido en su historia. Pero esto es apenas una pequeña cuota inicial y lo que tenemos que hacer es que el agro se convierta en un factor de producción eficiente y de equidad, y no una fuente de pobreza como lo ha sido, no ahora sino los últimos 200 años.
-¿Cuánto le han costado al país solucionar esos paros?
-A mí me han criticado mucho porque les di demasiado a los cafeteros. Pero eso lo hice deliberadamente porque a mí me tocó manejar la crisis cafetera más complicada que ha tenido el país, aparte de esta, hace diez años, cuando era el ministro de Hacienda. La caficultura colombiana ha construido un capital social que dejarlo destruir sería un sacrilegio. Entonces, es un buen negocio para el país mantener ese capital social que con tanto esfuerzo y tantos años de trabajo ha construido el sector cafetero en sus zonas. Además, el café es un factor multiplicador de la economía como ningún otro: usted le inyecta plata e inmediatamente se irriga en compra de todos los productos. Cuando se vino esta crisis coincidía en que estaba la economía comenzando a resentirse, entonces, como especie de medida keynesiana, en lugar de que sea obra pública, que lo estamos haciendo también y apenas estamos comenzando a ver los efectos, una forma de inyectarle dinamismo rápido a la economía es darle plata a los cafeteros y por eso le dimos lo que le hemos dado, que ha sido la cifra más grande en la historia. En lo que llevamos del gobierno ha sido de 1,6 o 1,7 billones de pesos. Lógicamente eso genera inequidad con otros sectores, pero nosotros no podemos pensar que los problemas se resuelven solamente dándole plata a los sectores sino haciendo inversiones que los vuelvas más productivos. Y ahí está el gran reto, por eso estamos creando el gran pacto agrario para ver qué tipo de política agropecuaria hay que poner en marcha en este país y esos inmensos recursos que necesita el agro sea una política consensuada en el que todo el mundo esté de acuerdo y podamos realmente sacar al agro del ostracismo en que se ha encontrado en estos años.
-Hablando de desarrollo agrario, ¿qué línea va a defender el gobierno en el proyecto de ley sobre baldíos, que fue presentado, retirado y se piensa volver a radicar el otro año?
-Vamos a montar un esquema donde quepan empresarios y campesinos. Poniendo a los campesinos en la vanguardia y dándoles todas las facilidades, a través del apalancamiento de los empresarios, para que el campo pueda ser productivo. Por ejemplo, en la altillanura, que es donde tenemos el gran potencial para repartir tierras y hay un gran potencial para aumentar la producción de alimentos, pero que requiere una inversión muy alta para que sea productiva. Entonces si se les entregan tierras a los campesinos, no van a poder ponerlas a producir. De ahí los esquemas asociativos: les entregamos las tierras pero al mismo tiempo el apalancamiento a través de asociaciones con empresarios, unos van a producir con ellos, otros les van a comprar. Hay diferentes esquemas, pero sería un sacrilegio también dejar la tierra simplemente como está. El esquema que yo quiero imponer es uno donde quepan empresarios y campesinos y cuando exista le necesidad de tener extensiones más, grandes porque la rentabilidad de la tierra no da para cosas pequeñas, se pueda hacer.
-Es decir, se harán modificaciones a la Ley 160 del 94 en cuanto a adjudicación de baldíos…
En algunos sectores del país, porque no podemos generalizar todo el país. Sí.
-Cambiemos de tercio: ¿cuál es su posición frente a la postura del petrismo de que solo el presidente de la República puede destituir un alcalde?
-Con el alcalde Petro lo discutimos y quedamos en que eso no tiene asidero. Le dije lo mismo que le dije al procurador: que el gobierno no va a tomar partido y que está a favor de las instituciones, de la ley y la Constitución. Yo tengo que defender los derechos de los colombianos, en este caso del alcalde, para que estos les sean respetados. Él me pidió que no interfiriera, que no abogara por la posición del procurador ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y le respondí igual que lo que le dije al procurador, que me mandó a decir que abogara por él ante la Comisión y no lo voy a hacer. La Comisión podrá tomar la decisión que considere indicada. Si toma medidas cautelares, yo las acepto.
-¿Puede ser la sanción contra Petro un golpe contra el proceso de paz como el mismo cree?
-No se puede mezclar lo uno con lo otro. El proceso de paz es el proceso de paz y lo que sucede en Colombia, es lo que sucede en Colombia. Juntar las dos cosas es contraproducente para los diálogos de La Habana y para el desarrollo normal de nuestro funcionamiento democrático.
-Pero las FARC, en un comunicado, sí dijeron que eso podría afectar la negociación…
-Las FARC han dicho muchas cosas, pero vuelvo a la recomendación de Mandela: solo lo que digan dentro de la mesa es lo que nos puede interesar.
-¿Usted cree que hay que restringirle los poderes a la Procuraduría?
-Es un buena discusión, el país la necesita, pero no en caliente.
-¿Se ha convertido el procurador Alejandro Ordóñez en una piedra en una piedra en el zapato para el gobierno?
-No me voy a poner a calificar lo que está haciendo el procurador. Con algunas cosas estaré de acuerdo, con otras no, pero lo tengo que respetar.
-¿No es un pésimo mensaje institucional esos choques entre el procurador y el fiscal, o el fiscal y la contralora?
-Así es, y se lo he dicho. Eso no le conviene al país, si hay diferencias que las diriman por las vías institucionales y no por los medios de comunicación, y mucho menos a nivel personal.
-¿Se arrepiente de algo que haya hecho este año o no haya hecho?
-Como ser humano, muchas veces me equivoco y muchas veces uno se arrepiente de cosas que dice o hace.
-¿Por ejemplo?
-No darme cuenta que los medios de comunicación, como ustedes, iban a aprovechar el ‘papayazo’ que di cuando dije que no había paro nacional agrario. Después pensé y yo mismo dije: cómo fui de bruto. Yo que fui periodista supe que iban a sacar la primera parte y ahí me molieron.
-Hablando de arrepentimientos, ¿no se arrepiente de no haberse metido más de frente en la elección del procurador?
-Soy muy respetuoso de las reglas de juego democráticas. Me pareció totalmente indebido que un presidente impusiera una persona que iba a vigilar su gobierno. Muchas personas me pidieron que influyera, y tal vez pequé de ingenuo, de ético, pero así soy yo.
-¿Pero se arrepiente?
-Esa sería una forma de calificar la labor que está haciendo el procurador. Yo me siento satisfecho de que actué con ética y transparencia.
-¿No le da temor que la movilización social a raíz de la destitución del alcalde Petro termine afectado su gobierno?
-Yo les dije a todos los funcionarios, a los órganos de control y al alcalde Petro: consideraciones políticas de corto plazo, cuando van a contrapelo de los intereses nacionales y de la democracia, yo antepongo lo segundo contra lo primero. En eso soy muy claro: el costo político que me toque asumir lo asumo, si eso implica preservar intereses como la institucionalidad del país.
-¿Qué tanto las paz necesita de su reelección?
-Ojalá que la paz no necesitara de nadie. Esta no es la paz de Santos sino la de todos los colombianos.
-¿Cree que ha valido la pena darse la pela por el proceso de paz, sabiendo que puede haber un costo político muy alto por pagar?
-Ya me ha costado muchísimo. Yo sabía que tenía un riesgo y un costo, pero no me arrepiento ni un solo minuto de haberlo tomado.
-¿Cree que la gente aún está muy ‘cagüanizada’?
-Sin duda hay que hacer más pedagogía, explicar las bondades de la paz, explicar cómo sería este país sin conflicto. Lo que pasa es que como ninguno de nosotros hemos vivido en un país en paz, no sabemos cómo es eso. Nosotros tenemos un pacto de que nada está acordado hasta que todo esté acordado y eso parece que a la gente se le olvida. Y los colombianos van a tener la oportunidad de decidir si la paz que se pacte es la que aceptan o no. Yo no voy a ser tan irresponsable o tan estúpido para pactar algo que los colombianos no van a aceptar.
-¿Y esa refrendación sería vía referendo o la puerta a una constituyente aún no está cerrada?
-Hemos dicho que habrá algún tipo de refrendación. Lo más sencillo es el referendo, pero si se pacta otro, maravilloso. Lo que pasa es que la constituyente no es un mecanismo de refrendación, sino el inicio de un proceso de reformas, y lo que necesitamos es que lo que se pacte se refrende.
-Y de pronto porque a una constituyente se le puede meter de todo…
Una constituyente es volver otra vez a iniciar el proceso. Una refrendación es: acá hay unas reglas de juego, unos acuerdos y unas decisiones, ¿ustedes las aceptan, sí o no? Una constituyente es: elíjanse para iniciar de nuevo el proceso y todo lo que se aprobó queda borrado de un solo plumazo.
-¿Y por qué las FARC insisten tanto en una constituyente?
-Pregúnteles a ellos.
-¿Cómo están sus cuentas para la paz?
-A mí hubiera gustado que hubiera terminado en noviembre para que no se mezclara con elecciones, pero sabía que eso era utópico. Sin embargo, sirvió para acelerar. Hemos avanzado bien, aunque a mí me hubiera gustado avanzar más rápidamente.
-El Espectador reveló recientemente la realización de una cumbre entre ‘Timochenko’ y ‘Gabino’, máximos comandantes de las FARC y el ELN, ¿Qué lectura hace de ese encuentro?
-Lo que nosotros esperamos es que todos los grupos guerrilleros se integren a la democracia y a la sociedad, y esperamos que esa alianza sea para eso.
-¿Y en qué va la posibilidad de un proceso de paz con el ELN?
-Ahí va y deje así.
-¿Y existiría la posibilidad de una mesa de conversaciones conjunta FARC-ELN?
-En estas materias no descarto nunca nada porque de pronto termina reversando lo que dice, pero no tengo esa posibilidad contemplada en estos momentos.
-¿Ya definió quién va a ser su fórmula vicepresidencial?
-Estoy comenzando a pensarlo.
-Suponemos que por lo menos ya debe tener mínimo tres candidatos…
-Tengo muchos más de tres.
-¿Una mujer podría ser?
-Podría ser, hay varias alternativas pero no les voy a soltar prenda.
-¿Cree que como están las cosas hoy se puede ganar en primera vuelta?
-Ojalá. Si uno piensa que no se puede, ahí empieza a perder. Claro que se puede.
-¿Qué pasó con esa propuesta de abolir la reelección y ampliar el período presidencial dos años?
-Eso es hablar sobre el futuro y el procurador viene y me jala las orejas por la Ley de Garantías.
-¿En qué va su intento de reconciliación con los ex presidentes?
-De acá para allá bien, de allá para acá, no mucho.
-¿Qué va a hacer en Navidad?
-Rezar la novena en familia como ha sido costumbre. La Navidad es un momento para dedicar a la familia y en estos puestos uno lo que hace es sacrificar ese tiempo.
-¿Y el ‘no pecu’ (no pelear con Uribe)?
-Estoy cambiando el mantra. Ahora es trabajo –empleo, trabajo-empleo, trabajo-empleo.
-Un mensaje de Navidad para los colombianos…
-Siempre se habla en esta época de paz y prosperidad. Efectivamente podemos traer la paz y si la economía sigue como viene, habrá prosperidad para todos. Mi deseo es paz, trabajo, paz, trabajo, paz, trabajo.