La popularidad del ex guerrillero de 70 años se mantiene alta tras casi una década en el poder gracias a un prudente manejo de la economía y a sus aplaudidos programas sociales, que en los años previos contaron con el respaldo de sus aliados Venezuela y Cuba.
Managua. Nicaragua arrancó el sábado la campaña para los comicios de noviembre con el presidente Daniel Ortega como amplio favorito para ser reelecto por segunda vez consecutiva y aplastar en las urnas a una oposición debilitada que lo acusa de antidemocrático.
La popularidad del ex guerrillero de 70 años se mantiene alta tras casi una década en el poder gracias a un prudente manejo de la economía y a sus aplaudidos programas sociales, que en los años previos contaron con el respaldo de sus aliados Venezuela y Cuba.
Pero sus adversarios denuncian que el mandatario, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), está socavando las instituciones y busca instaurar una "dinastía familiar" al nominar como candidata a vicepresidenta a su esposa y portavoz, Rosario Murillo.
Pese a que mantiene un discurso antiimperialista y contra el "capitalismo salvaje" con el que llegó al poder por primera vez en 1985, en los últimos años Ortega cambió el enfoque de su gestión y su política fiscal ha sido elogiada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El líder izquierdista, candidato por séptima ocasión en 32 años, forjó una alianza con empresarios, con los que mantiene constante comunicación. Esto ha sido vital para lograr un crecimiento económico del 5 por ciento promedio en el último lustro, que le ha permitido bajar la pobreza de un 42,5 por ciento en 2009 a un 30 por ciento el 2014.
Organizaciones privadas dicen que el descenso fue menor, mientras la oposición cuestiona los datos señalando que miles de personas siguen emigrando cada año para buscar un futuro mejor.
La oposición llega en su momento más débil en años después de que Pedro Reyes le arrebatara el liderazgo del Partido Liberal Independiente (PLI) al ex canciller Eduardo Montealegre en los tribunales, en una sentencia judicial en junio que según éste fue amañada por el gobierno.
Esto provocó la escisión del principal partido opositor y la destitución de varios de sus diputados, que se negaron a acatar la decisión del tribunal electoral denunciando que Reyes es un títere del oficialismo.
"Estas son elecciones entre un partido hegemónico que ha cooptado al Estado y unos partidos satélites y colaboracionistas del régimen que no representan, ni como partidos individuales ni como conjunto, una opción de democracia", dijo la facción rebelde del PLI recientemente en un comunicado.
Estados Unidos y organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han mostrado su preocupación por estos acontecimientos así como por la negativa de Ortega a aceptar observadores internacionales.
"Urgimos de manera categórica al Gobierno de Nicaragua a crear un entorno más propicio para la realización de elecciones libres y justas que permitan al pueblo de Nicaragua decidir el futuro de su país", dijo este mes el portavoz del departamento de Estado estadounidense, John Kirby.
El mandatario nicaragüense argumentó su rechazo asegurando que en los comicios que perdió ante sus adversarios derechistas en 1990, 1996 y 2001 se registraron irregularidades que fueron obviadas por los observadores.
Una encuesta realizada por M&R Consultores a fin de julio le dio al FSLN un 62,8 por ciento de intención de voto, mientras que Maximino Rodríguez, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), se perfila como principal rival del sandinismo, aunque con un escaso 4,7 por ciento.
Rodríguez, quien combatió al sandinismo en la década de 1980 en la fuerza paramilitar apoyada por Estados Unidos conocida como "Contra", aspira a atraer a los opositores radicales y a los desencantados.
"Solo hay dos caminos: la dictadura o el cambio que representamos nosotros", dijo recientemente el aspirante, un abogado y ex diputado de 55 años.