"En cuanto a mí y los otros prisioneros, deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo el Gobierno, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí", indica Faraj en una misiva enviada al diario uruguayo por su abogado en Nueva York, Ramzi Kasem.
Montevideo. Uno de los seis reclusos del penal estadounidense de Guantánamo (Cuba) llegados a Uruguay este domingo en calidad de refugiados, Abdelhadi Omar Faraj, expresó pocas horas después en una carta que durante su estancia se comprometerán a brindar "buena voluntad" y "contribuciones positivas", según publica este lunes el diario local El País.
"En cuanto a mí y los otros prisioneros, deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo el gobierno, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí", indica Faraj en una misiva enviada al diario uruguayo por su abogado en Nueva York, Ramzi Kasem.
Seis presos -cuatro sirios, un tunecino y un palestino-, considerados de bajo perfil y riesgo por EE.UU, fueron trasladados en la madrugada del domingo desde el penal estadounidense a Uruguay como parte del programa de cierre de Guantánamo adoptado por el presidente estadounidense, Barack Obama.
El 58% de los uruguayos rechazaba en una encuesta en octubre este traslado, un compromiso adoptado por el alto mandatario de Uruguay, José Mujica, en su última reunión con su homólogo estadounidense en marzo de 2014.
"Estoy seguro que muchos uruguayos sienten curiosidad por mí y por los otros hombres, así que quiero dirigir esta carta directamente al pueblo de Uruguay, en el espíritu de apertura y de la amistad que nos han mostrado", relata el exinterno del penal de Guantánamo, de 39 años y origen sirio.
Mujica decidió ofrecer la "hospitalidad" de su país "para seres humanos que sufrían un atroz secuestro en Guantánamo", según explicó en una misiva pública el pasado 5 de diciembre, en la que añadía que la razón "ineludible" era "humanitaria".
La oposición política uruguaya también se mostró muy crítica con esta iniciativa del gobernante uruguayo, a quien acusaron de "comprar un problema" para el país.
Al respecto, Faraj, de 39 años y origen sirio, muestra su deseo de "agradecer personalmente" al presidente por su "acto noble de solidaridad" y por "su compromiso" a tratarle a él y al resto de exreclusos "como seres humanos plenos, en vez de actuar como otro carcelero".
El ministro de Asuntos Exteriores Uruguayo, Luis Almagro, afirmó en su momento que los reclusos "serán hombres libres" en Uruguay mientras el titular del Interior, Eduardo Bonomi, negó que pueda recaer sobre ellos algún tipo de "vigilancia especial" de fuerzas estadounidenses.
"Si no hubiera sido por Uruguay, hoy aún estaría en ese agujero negro en Cuba. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por la confianza inmensa que ustedes, el pueblo uruguayo, han puesto en mi y en los otros prisioneros en abrirnos las puertas a su país", escribe.
Faraj relata sus orígenes en Siria, su traslado a Irán para buscar trabajo y luego a Afganistán, su huida a Pakistán, su detención y entrega a militares de EE.UU. y su traslado a Guantánamo en 2002.
"Durante los últimos 12 años también he sido conocido como prisionero número 329 en Guantánamo (...) Los EE.UU. me encarcelaron en condiciones crueles, sin cargos, juicio o proceso justo. En 2009, un equipo de gobierno de los Estados Unidos incluyendo a representantes de los militares, el FBI y la CIA revisó mi expediente y determinó de forma unánime que yo debería ser liberado de Guantánamo", relata.
El expreso sirio añade que permaneció "cinco años más en esa prisión desesperante", ante la imposibilidad de ser repatriado a su país, que "se hundía en una sangrienta guerra civil".
"No podemos agradecerles lo suficiente por recibirnos en su país mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí", concluye Faraj.