El viaje de Michelle Obama ocurre luego de que el gobierno estadounidense emitiera alertas aconsejando no viajar a Nuevo Laredo y otras zonas fronterizas.
México D.F. La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, se reunió este miércoles con su homóloga Margarita Zavala, durante una visita a México como parte de su primer viaje al exterior sola y cuando arrecia la violencia del narcotráfico en la frontera común.
Obama llegó la noche de este martes a la Ciudad de México procedente de Haití, donde realizó una visita sorpresa, y dijo haber quedado impresionada por la devastación que dejó el terremoto que en enero sacudió la isla.
La esposa del presidente Barack Obama, de 46 años, visitó a Zavala en la residencia presidencial mexicana y acudieron juntas al Museo de Antropología, que alberga verdaderos tesoros de las civilizaciones maya y azteca.
Michelle Obama dará un discurso en la tarde en la privada Universidad Iberoamericana, de filiación jesuita.
"México es realmente un primer paso natural para mí", dijo Obama en el avión que la conducía a México este martes. "Las relaciones que nuestros países tienen uno con otro son tan profundas y amplias", agregó en un video grabado por la Casa Blanca.
La primera dama llegó a México cuando está en un punto álgido la violencia de los cárteles del narcotráfico, cuyas luchas entre sí y contra fuerzas de seguridad han dejado más de 22,700 muertos desde que asumió el presidente mexicano, Felipe Calderón, en diciembre del 2006.
En uno de los últimos episodios de la espiral de violencia, el consulado estadounidense en Nuevo Laredo, en la zona fronteriza hacia el Golfo de México, fue cerrado por varios días después de que el viernes fuera atacado con explosivos.
La visita de Obama ocurre luego de que el gobierno estadounidense emitiera alertas aconsejando no viajar a Nuevo Laredo y otras zonas fronterizas.
El ataque contra la representación diplomática ocurrió semanas después de que tres personas vinculadas al consulado estadounidense en la fronteriza Ciudad Juárez fueran asesinadas tras salir de una fiesta infantil.
La violencia fronteriza preocupa a Washington, pero además ha ahuyentado a inversores sobre todo en la industria manufacturera desde hace décadas instalada en la frontera.